En un mundo donde la tecnología es fundamental, la prevención de fraudes financieros cibernéticos se vuelve indispensable, ya que los delincuentes están en constante reinvención, creando nuevas modalidades de engaño que se extienden globalmente, afectando no solo a personas en América Latina, sino también en otros continentes como Europa.
Esto ha generado una creciente preocupación sobre la privacidad de los datos personales y financieros de los usuarios, considerando que pueden ser fácilmente comprometidos a través de aplicaciones de mensajería, redes sociales, plataformas o servicios en línea. Por esta razón, los expertos en ciberseguridad buscan continuamente nuevos modus operandi utilizados por los hackers para alertar a los internautas y evitar que caigan en trampas que, en muchos casos, pueden tener consecuencias graves.
Entre las técnicas de ingeniería social más empleadas por los criminales informáticos se destacan el phishing y el malware. El phishing, en particular, se realiza a través de correos electrónicos, llamadas, mensajes de texto o sitios web falsos con el objetivo de obtener información confidencial que pueda ser usada para robar dinero o venderla en la dark web.
En este contexto, las estafas telefónicas se posicionan como unas de las más peligrosas, principalmente porque pueden afectar a personas de cualquier edad y causar consecuencias que impactan la estabilidad económica, ya que los ciberdelincuentes a menudo no descansan hasta vaciar por completo las cuentas bancarias de las víctimas.
Recientemente, el portal español Computer Hoy reseñó que la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) de España alertó sobre una nueva modalidad de estafa en la que los delincuentes logran acceder al dinero y a los datos personales sin ser detectados.
Anteriormente, para que la estafa fuera efectiva, los estafadores recurrían a un discurso persuasivo para ganarse la confianza de la víctima y obtener datos como números de cuenta o contraseñas. Sin embargo, hoy en día, el proceso se ha simplificado: la clave está en una sola palabra.
Según la fuente mencionada, los ciberdelincuentes realizan una serie de preguntas básicas hasta conseguir que la víctima responda “sí”. Esa respuesta es grabada y luego utilizada para suplantar la identidad de la persona o adquirir bienes a su nombre, dejándola con una deuda significativa.
Es importante tener en cuenta que los criminales utilizan preguntas simples para no levantar sospechas, porque generalmente ya tienen gran parte de los datos de la víctima y solo buscan confirmarlos. Ejemplos de estas preguntas son: “¿Es este su nombre?”, “¿Su dirección es correcta?”, y otras similares.
Para evitar caer en este tipo de estafas, lo más recomendable es no contestar llamadas de números desconocidos ni devolverlas, ya que esto también puede ser perjudicial. Si sospecha que puede estar ante una estafa telefónica, lo mejor es comunicarse directamente con su entidad bancaria o con la empresa que supuestamente le está ofreciendo el servicio.