Con los avances tecnológicos, uno de los retos más grandes para los usuarios es la gestión de las contraseñas que son creadas para el acceso a cuentas personales en correos electrónicos, plataformas digitales y demás aplicaciones que lo requieran.
Aunque los usuarios suelen crear contraseñas complejas y únicas, no es de extrañar que muchos opten por el camino más fácil: pulsar el botón de “olvidé mi contraseña” cada vez que quieren acceder a sus cuentas, convirtiéndose en el ‘salvavidas’, especialmente cuando se utiliza la misma credencial para todas las diferentes cuentas, situación que puede abrir la puerta a posibles ataques cibernéticos.
Para muchos usuarios, el uso del botón “olvidé mi contraseña” es simplemente una cuestión de conveniencia. En lugar de recordar docenas de combinaciones de letras, números y símbolos, prefieren depender de un enlace de restablecimiento de contraseña enviado a su correo electrónico o número de teléfono. En una época donde la inmediatez es clave, esta opción parece la más práctica.
Adicionalmente, debido al amplio uso de estas credenciales, han surgido apps como los gestores de contraseñas, que permiten almacenar de manera segura las diferentes claves para que pueda acceder a ellas siempre que necesite. Sin embargo, depender constantemente de este método puede crear una falsa sensación de seguridad.
Restablecer la contraseña cada vez que se accede a una cuenta no solo puede ser un proceso tedioso, sino que también expone al usuario a ciertos riesgos. Cada solicitud de restablecimiento genera una oportunidad para que ciberdelincuentes intercepten esos correos o mensajes si tienen acceso a las plataformas o dispositivos incorrectos. No obstante, hay usuarios que argumentan que esta opción, si se usa adecuadamente, puede reducir el riesgo de ser víctima de un ataque.
Aunque parezca contradictorio, usar “olvidé mi contraseña” puede ser visto como una medida de seguridad efectiva en ciertos contextos, especialmente cuando muchos de ellos se enfrentan a intentos de phishing o keylogging –software malicioso que registra cada pulsación en el teclado–.
Por ello, evitar introducir contraseñas manualmente puede ser una forma de reducir los riesgos. Al solicitar un enlace de restablecimiento directamente desde la plataforma, se asegura que no haya exposición directa de la clave. Si embargo, estar constantemente cambiando de contraseña puede colocar en riesgo la información privada, filtrándose y otorgando accesos sin autorización a un tercero de las cuentas.
Lo ideal es encontrar un equilibrio. El uso de este botón ocasionalmente no presenta mayores riesgos, pero lo mejor es no confiar únicamente en este método a largo plazo porque puede ser problemático. La mejor recomendación es hacer uso de contraseñas seguras, únicas y gestionadas correctamente con herramientas especializadas, asegurando que la comodidad no comprometa la seguridad.