La inteligencia artificial (IA) ha tenido un importante crecimiento con el paso de los años, convirtiéndose en uno de los campos tecnológicos con mayor impacto en todo los campos y sectores de la vida de una persona. Desde la salud, el transporte, el entretenimiento hasta su papel en los dispositivos del hogar, llamando la atención de las empresas.
Sin embargo, se ha conocido un serio problema que estaría levantando las alarmas con un fenómeno poco conocido como el AI Washing, concepto que ha sido relacionado con el greenwashing, e incluso el pinkwashing. Estos conceptos hacen referencia a las empresas que prometen mejoras en cualquier tema que esté en tendencia, pero que, en realidad, solo usan hacer publicidad engañosa o simplemente estar en la tendencia.
Ahora bien, el término AI Washing se refiere a la práctica de exagerar o distorsionar el uso de la inteligencia artificial en productos, servicios o estrategias de marketing para capitalizar el entusiasmo y la percepción positiva que rodea a esta tecnología. Es similar a lo que ocurrió con el greenwashing en el ámbito de la sostenibilidad, donde las empresas promueven una imagen verde sin respaldarla con acciones significativas.
Esto no se limita a una industria en particular; es un fenómeno que se ha observado en diversos sectores, desde la tecnología hasta la moda. Por ejemplo, algunas empresas de software promocionan sus productos como “impulsados por IA” cuando, en realidad, solo incorporan algoritmos básicos de aprendizaje automático que no cumplen con las expectativas del consumidor sobre lo que realmente debería hacer un sistema basado en IA.
Otro ejemplo se puede encontrar en el sector minorista, donde algunos productos etiquetados como “personalizados mediante IA” simplemente utilizan datos básicos del consumidor para sugerir productos, algo que puede lograrse sin necesidad de una verdadera inteligencia artificial. Esto no solo engaña a los consumidores, sino que también puede perjudicar la confianza en las tecnologías que realmente utilizan IA.
Sin duda, esta práctica tiene varias consecuencias negativas tanto para las empresas como para los consumidores. Para las compañías, esta práctica puede generar una pérdida de credibilidad cuando los clientes descubren que los productos o servicios no cumplen con las promesas hechas. En el largo plazo, esto puede afectar la lealtad del cliente y dañar la reputación de la marca. Además, el AI Washing puede desviar recursos y atención de verdaderas innovaciones en inteligencia artificial, ralentizando el progreso en este campo.
“Pueden existir consecuencias legales, especialmente de cara aquellas empresas que venden a consumidores y usuarios. El artículo 5 de la Ley de Competencia Desleal define como un acto de engaño ‘cualquier conducta que contenga información falsa o información que, aun siendo veraz, por su contenido o presentación induzca o pueda inducir a error a los destinatarios, siendo susceptible de alterar su comportamiento económico”, señaló Alberto Malo, manager en el departamento de nuevas tecnologías de la firma de abogados Letslaw, en diálogo con Computer Hoy.