En la era digital actual, la tecnología desempeña un papel fundamental en la vida de las personas al proporcionar herramientas como Internet, facilitando la comunicación global instantánea. Esto permite a los usuarios mantenerse conectados con familiares, amigos y colegas, independientemente de la distancia. Asimismo, ofrece acceso rápido y sencillo a una amplia gama de información y recursos educativos esenciales para el desarrollo humano.
Este avance ha propiciado el desarrollo de plataformas digitales que simplifican las tareas personales y laborales, como el correo electrónico y las aplicaciones de mensajería. A través de estas plataformas, se comparte a diario un gran volumen de información, que incluye fotos, videos, documentos, contactos, entre otros. Sin embargo, estos datos personales se han convertido en un objetivo atractivo para los ciberdelincuentes, quienes están constantemente al acecho para perpetrar ataques informáticos y afectar a los usuarios.
La ciberdelincuencia es una problemática en constante crecimiento que genera profundas preocupaciones en diversos aspectos de la vida moderna. Mediante técnicas de ingeniería social, los delincuentes roban información personal, como datos bancarios, contraseñas y números de tarjetas de crédito, lo que puede derivar en fraude financiero y robo de identidad. Las consecuencias para las víctimas pueden ser graves, incluyendo pérdidas económicas y daños a su reputación.
El Internet ha facilitado nuevas formas de estafa, como el phishing, en el que los delincuentes se hacen pasar por instituciones legítimas para obtener información confidencial. Este tipo de fraude afecta tanto a individuos como a empresas, quienes también manejan grandes volúmenes de datos sensibles. Esta brecha de seguridad ha dado lugar a nuevas modalidades de estafa, que no solo afectan a personas en Colombia, sino en otros países. Una de estas es conocida como “La estafa del falso gestor”.
Según medios internacionales como elEconomista y La Vanguardia, entidades bancarias en España han emitido alertas sobre este fraude, que mantiene en vilo a los ciudadanos. El modus operandi consiste en que el estafador accede a una base de datos con nombres y números de contacto. Posteriormente, realiza llamadas desde un número que simula ser el del banco. Los delincuentes utilizan programas informáticos para falsificar el origen de la llamada, haciendo que el identificador del teléfono no pueda detectar su procedencia real.
De esta manera, logran suplantar la identidad del banco y solicitan información personal y bancaria bajo cualquier pretexto. El objetivo es generar miedo en la víctima, informándole sobre un supuesto problema con su cuenta, instándola a proporcionar todos los datos para resolverlo con urgencia. Sin embargo, esta emergencia es inexistente y se trata de una trampa.
Aunque el método principal es la llamada telefónica, los estafadores también recurren a mensajes de texto y correos electrónicos, que incluyen enlaces fraudulentos. Al hacer clic en estos enlaces, se puede instalar malware o redirigir a una página falsa diseñada para robar la información de la víctima.
Los expertos advierten que para evitar caer en estas estafas, los usuarios deben ser precavidos con las llamadas que responden y con la información que proporcionan. Ninguna entidad bancaria o empresa legítima solicitará datos personales a través de estos canales. Por ello, es crucial verificar si la comunicación es confiable o, en caso de duda, acudir a la sede más cercana del banco para confirmar la veracidad de la situación.
“Los ciberdelincuentes utilizan medios cada vez más sofisticados para engañar a víctimas desprevenidas y hacer que compartan inadvertidamente sus datos bancarios y lleven a cabo fraudes bancarios en línea”, indican expertos de Kaspersky.