“Estas organizaciones líderes no solo disfrutan de más productividad y eficiencia, sino que también tienen la agilidad y resiliencia necesarias para seguir generando valor para el negocio y su entorno”, señala Juan Manuel Ardila, Líder de Interactive de la compañía.
De acuerdo con el documento ‘Acelera tu rendimiento para el futuro’ de esta compañía, ser future-ready tiene ventajas significativas: en promedio, las organizaciones en este nivel de madurez tienen una rentabilidad corporativa 2,8 veces mayor y una eficiencia 1,7 veces superior a la de aquellas con niveles de madurez más bajos. Según la encuesta realizada, las organizaciones en los niveles estable y eficiente de la escala, y que ascendieron a future-ready el año anterior, aumentaron 2,1 veces su eficiencia operativa y 4,1 veces su rentabilidad con respecto a otras cuya madurez mejoró de manera más modesta.
Pero, en la práctica, ¿qué significa estar preparado para el futuro? En relación con los grados de madurez digital, estar preparado supone haber pasado los puntos de estabilidad, en el que las organizaciones se concentran fundamentalmente en mejorar procesos básicos y reforzar controles de calidad y cumplimiento; así como haber avanzado hacia la eficiencia medida por tecnología, donde son más productivas, introducen métodos para hacer más efectiva su gestión de procesos, y también emplean herramientas de automatización. No obstante, como indica Ardila, el punto máximo de madurez se asocia a la capacidad predictiva, esto es, que dan prioridad al uso de la analítica para generar ideas predictivas y complementar el talento humano, adoptando prácticas y tecnologías que contribuyen a alcanzar ese objetivo.
Justamente, una de las prácticas que los tomadores de decisiones están integrando a su cotidianidad en el marco de las planeaciones estratégicas es la prospectiva, un campo del conocimiento que impulsa las capacidades predictivas de las compañías y más allá de la especulación se centra en métodos científicos que permiten identificar escenarios posibles y definir el camino hacia los más deseables.
“La prospectiva se basa en asumir la incertidumbre como el territorio de las oportunidades y pensar en el futuro nos permite crear lo que aún no existe. La mayor parte de las organizaciones está concentrada en el presente, en solucionar lo urgente; aunque no se trata de cambiar esto y pensar únicamente en el futuro, se trata de desarrollar comportamientos y mentalidades que permitan reaccionar a lo urgente mirando el futuro directamente a los ojos”, señala Oscar Enrique Hernández Becerra, consultor y Jefe del Laboratorio de Creatividad Prospectiva para la Innovación en Colegiatura Colombiana.
El camino hacia la madurez digital está enmarcado por una mezcla de lo estratégico y lo tecnológico que le sirva de habilitador. Para esto, se identifican varios puntos clave en el camino hacia el futuro de las compañías:
· Conocer el objetivo final: usualmente, las organizaciones tienden a introducir mejoras en sus operaciones de manera incremental; pero esto no es suficiente y se requiere pensar en lo grande y tener claro cuál es el objetivo final, visualizando cómo debe ser el estado future-ready y, en consecuencia, estar dispuesto a tomar las decisiones que sean pertinentes para abordarlo.
· Conocer los pasos claves para dar: aunque hay muchos pasos para pasar de un nivel de madurez a otro, Accenture señala que hay tres fundamentales: automatizar a escala, esto es, lograr que la tecnología en los procesos permee al ritmo que demanda el mercado; optimizar el talento humano con tecnología, creando entornos de colaboración humano – máquina; y tomar decisiones basadas en datos, lo que implica diversidad en las fuentes de datos y calidad en las mismas.
· Avanzar basados en el ecosistema: Las colaboraciones en el ecosistema aportan conocimientos complementarios y datos más diversos para la toma de decisiones, a la vez que fomentan la evolución continua y dan acceso a tecnologías avanzadas. Los modelos de colaboración, basados en una visión compartida y condiciones comerciales mutuamente beneficiosas, contribuyen a generar valor para las compañías y sus grupos de interés.
Los niveles de madurez de una compañía pueden medirse a partir de la combinación de ocho características: analítica, automatización, datos, experiencias inteligencia artificial, colaboración entre negocio y tecnología, prácticas industriales y funcionales, y agilidad en los modelos de negocio.
Sin embargo, Juan Ardila, de Accenture, concluye que “el estado future-ready no es el fin del camino, sino una parte de una constante evolución hacia la madurez operativa. Éste ayuda a las organizaciones a adaptarse a cambios en las condiciones y establecer conexiones internas que impulsen la innovación y permitan mejorar el rendimiento, pero siempre será importante entender que el futuro se construye día a día y, por ello, será necesario estar preparados para las variaciones permanentes en los entornos”.