Desde 1977, las misiones Voyager 1 y Voyager 2 fueron enviadas desde la Tierra para poder observar de cerca el comportamiento de Saturno y Júpiter. Fue de esta manera, que los investigadores pudieron concluir que los icónicos anillos de Saturno se han ido deteriorando paulatinamente. Esto, según un estudio titulado Observations of the chemical and thermal response of ‘ring rain’ on Saturn’s ionosphere (Observaciones de la respuesta química y térmica de la ‘lluvia de anillos’ en la ionosfera de Saturno), que fue publicado en la revista Icarus, y dirigida por James O’Donoghue, perteneciente al Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
Según el estudio, se registró un “aumento en H3+densidad, en lugar de ocurrir en la columna promediada H3+temperaturas, ya que una reducción local en la densidad de electrones (debido al intercambio de carga con el agua) alarga la vida útil de H3+”.
Dicho esto, en el estudio afirman que la densidad “aumenta cerca de las latitudes planetocéntricas esperadas de ‘lluvia de anillos’ cerca de 45 ° N y 39 ° S. Una H baja3+densidad cercana a los 31°S, una prodigiosa fuente esperada de agua, puede indicar que los anillos están ‘desbordando’ material en el planeta de tal manera que H3+la destrucción por intercambio de carga con los neutros entrantes supera su vida útil prolongada debido a la reducción antes mencionada en la densidad de electrones”.
“La luna Encelado de Saturno, una fuente de agua conocida, está conectada con una región densa de H3+centrado en 62°S, lo que quizás indica que el agua cargada de Encelado se está drenando hacia las latitudes medias del sur de Saturno”, indican en la investigación.
Es decir, que por el contacto con el agua que hay entre los anillos de Saturno y otros materiales alrededor, estos podrían ir deteriorándose o desprendiéndose del planeta, cada vez más.
Por lo cual, se estima que “la entrada de producto de agua utilizando los resultados de modelos anteriores, encontrando que 432 - 2870 kg s−1de agua entregada a las latitudes medias de Saturno es suficiente para explicar el H observado 3+densidades”.
“Suponiendo que nuestra medida de la primavera del norte de Saturno represente todas las estaciones, y que los anillos puedan reorganizarse con el tiempo, el mecanismo de la lluvia de anillos por sí solo drenará (desaparecerán) los anillos de Saturno hacia el planeta, en 292 millones de años”, concluye el estudio.
Los anillos de Saturno tienen al menos 400 millones de años
Una nueva investigación fija la edad de los anillos de Saturno en no más de 400 millones de años, mucho más jóvenes que el propio Saturno, que tiene unos 4.500 millones de años.
Según concluye un nuevo estudio, dirigido por el físico Sascha Kempf, de la Universidad de Colorado, que da respuesta a una pregunta que ha tenido perplejos a los científicos durante más de un siglo.
El trabajo, publicado en la revista Science Advances, se centró en analizar el polvo. Kempf explica que diminutos granos de material rocoso atraviesan el sistema solar de la Tierra de forma casi constante. En algunos casos, este flujo puede dejar tras de sí una fina capa de polvo en los cuerpos planetarios, incluido el hielo que forma los anillos de Saturno.
En el estudio se propusieron poner fecha a los anillos de Saturno estudiando la rapidez con que se acumula esta capa de polvo, algo así como saber cuántos años tiene una casa pasando el dedo por su superficie.
“Piense en los anillos como si fueran la alfombra de su casa -señala Kempf-. Si tienes una alfombra limpia, solo tienes que esperar. El polvo se depositará en la alfombra. Lo mismo ocurre con los anillos”, agregan.
De 2004 a 2017, el equipo utilizó un instrumento llamado Analizador de Polvo Cósmico a bordo de la difunta nave espacial Cassini de la NASA. Durante esos 13 años, los investigadores recogieron solo 163 granos que se habían originado más allá de la vecindad cercana del planeta. Según sus cálculos, es probable que los anillos de Saturno lleven acumulando polvo solo unos cientos de millones de años.
En otras palabras, los anillos del planeta son fenómenos nuevos, que surgen (y potencialmente desaparecen) en un abrir y cerrar de ojos en términos cósmicos. “Sabemos aproximadamente cuántos años tienen los anillos, pero eso no resuelve ninguno de nuestros otros problemas, afirma Kempf. Seguimos sin saber cómo se formaron estos anillos”.
*Con información de Europa Press.