La seguridad en el hogar es una prioridad que no debe tomarse a la ligera, especialmente cuando se trata de la elección de los bombillos. Aunque pareciera que cualquier tipo de bombillo cumple la misma función, la realidad es que algunos pueden representar un riesgo significativo de incendio si no se utilizan adecuadamente.
Uno de los mayores errores que pueden cometer los propietarios es utilizar bombillos incandescentes en luminarias cerradas. Estos bombillos, conocidos por su producción de luz a partir del calentamiento de un filamento, generan una cantidad considerable de calor. Cuando se colocan en luminarias que no permiten una ventilación adecuada, el calor se acumula, aumentando considerablemente el riesgo de sobrecalentamiento y, en consecuencia, de un incendio.
Los bombillos incandescentes son menos eficientes en términos de consumo energético comparados con las opciones más modernas, como los LED. Sin embargo, su capacidad de generar calor sigue siendo alta, lo que puede causar daños a los componentes eléctricos o incluso a la estructura de la luminaria misma. Por esta razón, es crucial evitar el uso de estos bombillos en luminarias cerradas o mal ventiladas.
Otro peligro común en el hogar es la instalación de bombillos con una potencia mayor a la recomendada en un socket diseñado para manejar una carga inferior. Por ejemplo, los de 100 vatios o más, pueden exceder la capacidad del cableado y del socket, causando sobrecalentamiento. Este exceso de calor puede derretir el revestimiento de los cables, exponiendo los conductores y aumentando el riesgo de cortocircuito y fuego.
Los fabricantes suelen especificar la potencia máxima que un socket puede soportar, pero en ocasiones los usuarios no prestan atención a estas indicaciones, o asumen que un bombillo más potente solo proporcionará más luz. Este es un error que puede tener consecuencias catastróficas, ya que sobrecargar un circuito es una de las principales causas de incendios eléctricos en el hogar.
Un peligro particular de los bombillos halógenos es su susceptibilidad al contacto con materiales inflamables. Incluso un pequeño trozo de papel o una cortina que toque un bombillo halógeno puede encenderse debido al calor extremo.
Además, los bombillos halógenos no deben tocarse con las manos desnudas al instalarlos. La grasa y el sudor de las manos pueden crear puntos calientes en la superficie del bombillo, lo que podría provocar que el vidrio se rompa o explote cuando se enciende. Por esta razón, es esencial utilizarlos solo en luminarias que estén específicamente diseñadas para soportar sus altas temperaturas y siempre manipulándolos con guantes o un paño limpio.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de Semana.