Más allá de un par de comunicados y publicaciones en medios masivos, el episodio que tuvo que vivir Carolina Sanín, docente de la Universidad de los Andes, quedó reducido a “un nuevo acto de bullying cibernético”. El repudiable asunto terminó con una epístola del rector de la Universidad, Pablo Navas, en la que, además de reprobar los ataques de estos grupos, reprochó algunos comentarios que había compartido la intelectual en sus redes sociales sobre el centro de estudios donde trabaja.Pero lo ocurrido tiene elementos que no se pueden soslayar. La influencia del grupo "Cursos y Chompos Ásperos Reloaded" entre la comunidad académica se explica por dos factores: la impunidad y la complicidad. Las publicaciones de este tipo de grupos alcanzan niveles de violencia y crueldad insospechados porque al final sus creadores saben que no tendrán ningún tipo de castigo. De hecho, ni siquiera es claro quiénes están detrás del teclado disparando memes y promoviendo el matoneo.Le sugerimos: ¿Los Chompos de Uniandes pueden ser judicializados por memes?Recientemente, Semana.com consultó con abogados sobre las posibles implicaciones jurídicas que podrían tener estas conductas y la respuesta casi unánime es que el sistema judicial colombiano no contempla estos episodios como algo punible. Así pues, entre el anonimato y la seguridad de que se puede dañar la vida de alguien más con total impunidad, los tristemente famosos ‘Chompos’ se mueven en un escenario ideal.Para completar el panorama, los cibergrupos de bullying cuentan con un activo adicional: la aprobación social. Y este factor ha sido el menos analizado en toda esta vorágine. Las publicaciones de estos delincuentes anónimos toman fuerza debido a los Likes, Compartidos y Retuits de usuarios que consideran graciosa esta clase de matoneo. Pero no sólo eso. No son pocos los usuarios que defienden estas prácticas.Y la defensa es vehemente. Cuando Carolina Sanín compartió en su perfil de Facebook lo que estaba ocurriendo, decenas de comentarios no sólo aprobaban las burlas iniciales sino que además calificaban de “merecidos” los ataques. Pero la defensa no se queda ahí. Para decenas de usuarios, las publicaciones de los ‘Chompos’ y otros similares son “simplemente graciosas” y hasta “necesarias en un contexto de libertad de expresión”.Puede leer: Las otras controversias de Carolina SanínLa obligación de aplaudir al maloEscuelas de psicología en Estados Unidos han desarrollado estudios reveladores sobre las razones por las que se propaga el ciberbullying. Entre las conclusiones más recurrentes, los expertos señalan que los usuarios de internet no dimensionan el daño que puede hacer una publicación. El problema de fondo es que, en pleno 2016, la gente que accede a la red considera que lo que pasa en internet se queda en internet, y por eso cree que la afectación por una broma termina cuando la víctima cierra sesión en Facebook.Precisamente esa indiferencia por el prójimo es la piedra angular del éxito de grupos como el de los ‘Chompos’. Álvaro Trocha, experto en comunicaciones digitales, explicó que “la lógica es simple: ‘mientras la burla no sea contra mí, todo está bien’. Y no sólo eso, además debo participar de algún modo en el ataque para no quedarme por fuera de la tendencia. Al fin y al cabo, no va a pasar nada”.Todo termina apuntando a que las lógicas de las redes sociales quedaron configuradas para hacer el mayor daño posible. Tanto es así, que las propias plataformas ayudan a los bullys. Actualmente, si un usuario considera que derechos como el de privacidad o el buen nombre están siendo vulnerados en Facebook, debe diligenciar una especie de denuncia. Y es un robot quien determina si existen razones para borrar o censurar cuentas y contenidos. El proceso, que no es expedito ni fácil de completar, se queda corto y de parte de las plataformas no existe un procedimiento de prevención.Le puede interesar: El cibermatoneo en la Universidad de los AndesTodo juega en favor de los administradores de grupos como "Cursos y Chompos Ásperos Reloaded". Entre la impunidad que brindan las legislaciones, el miedo de denunciar que aceptan la mayoría de las víctimas y la complicidad de miles de usuarios que todavía consideran gracioso que el hecho de matonear a una mujer o burlarse de una discapacidad, la triste conclusión es que no se puede ‘dar papaya‘. Como había afirmado el autor italiano Umberto Eco: “Internet es uno de los pocos sitios donde los malos son aplaudidos”.