A las 14:40h, hora local en Cabo Cañaveral, Florida, del lunes 20 de junio, el cohete SLS pasará, si todo va bien, su última prueba de fuego. Será en la plataforma de lanzamiento 39B, aquella de la que partió en 1969 el mítico Saturno V con el Apollo 10, con destino a nuestro satélite natural. Ahora el Space Launch System (SLS) ocupa su lugar. Esta prueba, el wet dress rehearsal, será la última antes de que el prometedor gigante nos lleve de vuelta al lugar del que nunca debimos marcharnos: la Luna.

¿Qué se va a probar?

El wet dress rehearsal es un ensayo de todas las operaciones que se realizan previamente a un lanzamiento. Combustible y oxidante son criogénicos, así que no pueden almacenarse en el cohete y deben cargarse antes del despegue. El proceso de carga, junto con las operaciones previas hasta T - 10 segundos, es lo que se pondrá a prueba el 20 de junio. Si SLS las supera, todo estará a punto para el primer lanzamiento del programa Artemis, el ambicioso objetivo de la NASA de lograr que el ser humano vuelva a pisar la Luna.

En el caso del SLS se cargan unos 2.6 millones de litros entre oxigeno e hidrógeno líquido; la cantidad de propelentes necesarios para dar la vuelta alrededor de la Luna y volver (la misión Artemis I no alunizará). Esa cantidad apenas cabría en una piscina olímpica de dos metros de profundidad.

Un peso pesado para abordar misiones titánicas

El SLS es un gigante. Pertenece a la categoría de lanzadores súper pesados, necesarios para abordar misiones titánicas como ir a la Luna o a Marte. Los lanzadores se suelen clasificar por cuantos kilogramos o toneladas pueden poner en órbita baja (LEO, Low Earth Orbit, hasta unos 1 500 km) y se consideran lanzadores superpesados aquellos que pueden poner más de 50 toneladas en LEO.

Esto es más que el tráiler más pesado que se pueda ver en carretera lleno hasta arriba. Acelerado hasta unos 28 000 km/h y puesto a dar vueltas alrededor de la Tierra. El SLS es todavía mayor. La primera versión, llamada Block-1, con sus casi 100 metros de altura y 2 700 toneladas de peso total, tendrá una capacidad de carga a LEO de 95t. Y aún quedan dos versiones más por llegar: la Block-1B (105t a LEO) y la Block-2 (130t a LEO), porque no es suficiente con 95t a LEO para cumplir los planes de la NASA de vuelta a la Luna.

Está previsto llevar humanos a la Luna en 2025

La masa que puede enviarse hacia la Luna (carga a TLI, Trans Lunar Injection) es considerablemente menor que la que se puede subir a LEO. En este caso, las distintas versiones del SLS tienen una capacidad de carga a TLI de aproximadamente 27t, 40t y 45t y cada kilo será importante para los ambiciosos planes de volver a pisar la Luna, que pasan por establecer previamente una estación orbital alrededor de la misma, Gateway, desde la que bajar y subir a su superficie. Si todo va bien esto pasará en 2025 como parte de la misión Artemis III.

El SLS es al programa Artemis lo que el Saturno V era al programa Apollo. Y, si bien podría pensarse que más de 50 años después el Saturno V debería haber sido ampliamente superado, la realidad es que no. En términos globales la capacidad de carga de ambos lanzadores es muy similar, tanto a LEO como TLI. Eso si hablamos de la versión Block-2 del SLS, porque la que está actualmente en la plataforma de lanzamiento queda aún bastante lejos.

SLS tuvo que pasar varias pruebas de fuego, y fueron políticas

Puede parecer extraño, pero en estos temas la política juega un papel fundamental y la situación es completamente distinta ahora de lo que era en los años sesenta del siglo pasado. Tras el famoso discurso de Kennedy “Elegimos ir a la Luna”, EE.UU. era un país con un objetivo común de orgullo nacional capaz de gastarse para el lunático viaje una cantidad equivalente en la actualidad a unos dos tercios de los presupuestos generales anuales de España. Hoy ya no existe este impulso. Con la alternancia de gobiernos demócratas y republicanos se cancelan mutuamente programas espaciales y lanzadores al cambiar el signo político, y la inversión total aprobada es unas diez veces menor. Así, hasta ahora, el camino del SLS ha estado lleno de baches.

Un cohete semirreciclado

Tras el desastre del Columbia, la NASA tuvo que reorganizar toda su estrategia. Necesitaba un sistema de transporte de astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS) para reemplazar al Shuttle y quería reforzar su programa de espacio profundo. La respuesta fue el programa Constellation, con los lanzadores Ares I para misiones tripuladas a LEO y Ares V para misiones lunares y marcianas.

Tras acumular multitud de sobrecostes y retrasos, el programa fue cancelado en 2009. Pero tras las presiones de las compañías involucradas en la construcción del Ares, el programa Constellation dio lugar al Space Launch System.

Tras los precedentes, SLS debía ser construido en poco tiempo y tener un coste moderado, así que se decidió partir de elementos ya existentes, fundamentalmente del Space Shuttle. Se reutilizarían los motores RS-25 sobrantes del Shuttle y sus boosters (esos cohetes laterales que acompañaban al mítico tanque anaranjado) servirían de base para los nuevos. La idea era que estuviera operativo antes de 2017, pero a pesar de todas las “facilidades” el programa sigue acumulando retrasos y sobrecostes.

Primer lanzamiento previsto para agosto de 2022

Se espera que el primer lanzamiento sea en agosto de 2022, más de cinco años después de lo inicialmente previsto. No sería descabellado pensar que uno de los diversos factores que puedan haber contribuido a esto sea la filosofía de contratos de la NASA para este proyecto, de tipo cost-plus contracting, que viene a traducirse en que la NASA asigna unos presupuestos a los contratistas, pero también se hace cargo de los sobrecostes en que pudieran incurrir.

De hecho, los sobrecostes y retrasos han hecho que el programa haya estado cercano a quedarse sin fondos, y dado el elevado precio de cada lanzamiento (difícil de estimar, pero se calcula que ronda los dos mil millones por lanzamiento), sobre todo en comparación con otras alternativas, parece que el SLS pueda tener poco recorrido al margen de Artemis. Incluso su misión icónica al sistema solar exterior, Europa Clipper, ha sido delegada al Falcon Heavy de SpaceX. Actualmente existen varias iniciativas para darle viabilidad más allá del programa Artemis, pero para ello tendría que reducir mucho sus costes por lanzamiento.

No obstante, pese a todas las dificultades, el programa Artemis va tomando forma a través de este coloso y, si nada lo impide, a partir de agosto podremos empezar a sentir de nuevo la emoción de ver cómo se va construyendo, a través de varias misiones, el camino hacia la Luna.

Es posible ver el cohete en directo y el wet dress rehearsal previsto para el 20 de julio.

Por: Alejandro Manuel Gómez San Juan

Profesor Ayudante en Área de Ingeniería Aeroespacial, Universidade de Vigo

Artículo publicado originalmente en The Conversation