Los tokens no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés), también conocidos como nifties, se han convertido durante los últimos años en unas controvertidas piezas tecnológicas ―basadas en el modelo criptográfico del blockchain― que incursionan cada vez más en el mundo del arte, la música, la moda e incluso en la industria deportiva.
Se trata de un sistema que permite crear piezas o productos únicos y no sustituibles, de manera que la persona que los compra pueda garantizar su autenticidad y su identidad como propietario de la obra. Sin embargo, las críticas a este tipo de tecnología no se han hecho esperar, pues se cuestiona el alto consumo energético que requieren al usar el modelo del blockchain.
En otras palabras, como señala un artículo de Ana Mercedes López Rodríguez, publicado en The Conversation, los tokens no fungibles son certificados de propiedad almacenados en una cadena de bloques y respaldados por la tecnología blockchain que suelen estar asociados a un activo digital, como las artes visuales, los videos, la música o los objetos de colección.
Por ejemplo, un videoclip del mate de LeBron James a Sacramento Kings durante el encuentro del 15 de noviembre de 2019 fue vendido como NFT a una persona por más de 208.000 dólares, a pesar de que ese video se puede ver en la plataforma TopShot gratuitamente.
Según el informe Online Art Trade Report 2021 elaborado por Hiscox, las obras de arte en NFT han tenido, hasta la fecha, ventas por un valor total de 3.025 millones de euros, lo que hace del NFT uno de los formatos de moda, como recoge la agencia Europa Press. Al igual que sucede con las criptomonedas, que funcionan sin un banco central que las controle y sustente, los NFT se abren paso en un contexto con escasa regulación.
Aunque algunos países ya están dando algunos pasos para definir legalmente el mundo de la blockchain y de los NFT, se trata aún de regulaciones muy poco avanzadas. “Las criptomonedas y los NFT están descentralizados. No hay autoridad central”, afirmó en declaraciones a Europa Press Nicolas Julia, el CEO y fundador de Sorare, un videojuego de fútbol fantasía que usa los NFT desde 2019 para permitir que sus usuarios intercambien tarjetas virtuales de jugadores y creen sus propios equipos.
¿Cuáles han sido los NFT más caros?
En la industria de los tokens no fungibles se han pagado cantidades muy elevadas, por ejemplo, la obra de artistas digitales como Beeple (69 millones de dólares por ‘Everydays: the First 5000 Days’) o colecciones como Bored Ape Yacht Club (con simios generados por un algoritmo que se han llegado a vender por 10,1 millones de euros).
Ante esta situación, una duda recurrente es si se pagan impuestos por la venta de estos archivos. Los miembros de este mercado son unánimes al afirmar que sí se pagan impuestos, que varían según las leyes de cada país.
No obstante, otro de los aspectos que están comenzando a estudiarse tiene que ver con el impacto medioambiental que suponen las transacciones de NFT a través de criptomonedas. Algunas de estas medidas vienen de los propios artistas. En declaraciones a The Verge, Beeple aseguró que está tomando medidas para ser neutral en carbono, ya que cuesta alrededor de 5.000 dólares compensar las emisiones contaminantes de una de sus colecciones de NFT.
La red Ethereum, una de las más comunes en el sector de los NFT, es también contaminante. Algunos estudios, como el de Digiconomist, sitúan en 46,54 Kg de CO2 una transacción de un NFT en esta red. En total, el consumo energético del minado de esta red es de 44,49 TWh (teravatios por hora), lo que ha llegado a compararse con el de un país de tamaño pequeño.
*Con información de Europa Press.