Con la llegada del verano, momento de piscina y playa y, por consiguiente, de agua, polvo y arena, es habitual que nuestros dispositivos puedan sufrir daños en su estructura si no tenemos en cuenta la protección que necesitan, que en muchas ocasiones viene determinada por el certificado IP que incluyen en sus especificaciones técnicas.
La certificación IP (siglas de protección internacional), aunque desconocida por algunos, es una de las características más relevantes a la hora de adquirir un teléfono móvil, puesto que determina cómo de resistentes son los equipos electrónicos.
Más concretamente, este sistema evalúa la protección que presenta un dispositivo frente a la entrada de agentes externos, como pueden ser el agua, el polvo, la arena y otros residuos susceptibles de introducirse por cualquier hueco.
La certificación se identifica con las dos letras, IP, seguidas de dos números: el primero indica el nivel de protección frente a objetos sólidos (polvo, arena, etc.), y el segundo, a la exposición al agua, como explican desde Teufel.
También es posible que encontremos IP que solo incluya una de estas dos cifras -IPX5, por ejemplo-, lo que determina que la primera de estas opciones no se ha podido comprobar.
La mejor resisencia en cada caso dependerá fundamentalmente de lo que se vaya a hacer con el ‘smartphone’ puesto que no es lo mismo si habrá un uso cotidiano, para hacer llamadas o mandar mensajes; que llevar el equipo a una jornada de deportes extremos.
En cuanto a la resistencia al polvo, se establecen diferentes niveles que parten del cero, lo que significa que el dispositivo no tiene protección contra el contacto y la entrada de polvo; y llegan al 6, lo que determina que el terminal es hermético al polvo.
Entre medias, la certificación 1 -IP1X, por ejemplo- señala que el móvil resiste a partículas de un tamaño mayor a 50 milímetros 8 mm. La siguiente, 2, indica que soporta partículas de un tamaño superior a 12,5 mm, mientras que el 3 determina que el móvil no está protegido ante partículas superiores a los 2,5 mm, como pueden ser herramientas o alambres gruesos.
El nivel 4 de certificación IP contra el polvo señala que el móvil está protegido contra cuerpos sólidos de dimensiones superiores a 1 mm. Una vez alcanzado la escala 5, se habla de dispositivos protegidos contra el polvo que, si bien no se evita por completo, se entiende que no debe entrar cantidad suficiente para interferir con el funcionamiento seguro del ‘gadget’ que estemos utilizando.
Certificado de protección contra el agua
El segundo número del certificado IP, el que se refiere a la resistencia al agua del dispositivo, es quizá el que pone en evidencia la idoneidad de un equipo en espacios como playas o piscinas, donde son habituales las salpicaduras.
De ahí que sea este apartado el que más interese a los compradores potenciales de un altavoz portátil, debido a que este también se encuentra entre los dispositivos que más se emplean en los viajes, junto con los ‘smartphones’.
En este caso, la certificación también parte del 0, cuando IPX0 determina que el dispositivo no presenta ningún tipo de protección ante la entrada de líquidos. IPX1 ya sí señala que se trata de un equipo protegido contra la caída vertical de gotas de agua, pasando a gotas de agua con inclinación máxima de 15 grados cuando se trata del nivel 2.
Los dispositivos protegidos contra agua nebulizada en un ángulo de hasta 60 grados, con un promedio de once litros por minuto, son los que disponen de un nivel 3, mientras que los que están protegidos contra chorros de agua desde cualquier ángulo, con promedio de diez litros por minuto son los que aumentan un número más en la escala, a IPX4.
Lo habitual es que la mayoría de los dispositivos que se lanzan al mercado hoy en día ya partan de un nivel 5, lo que señala que ese móvil o ese altavoz está seguro a pesar de recibir chorros de agua desde cualquier ángulo, con promedio de 12,5 litros por minuto.
IPX6, sin embargo, aumenta la cantidad de agua hasta los cien litros por minuto desde cualquier ángulo, para pasar a IPX7, que ya quiere decir que ese equipo electrónico está protegido contra los efectos de la inmersión temporal. Esto es, que puede estar intacto si está sumergido al menos a un metro de profundidad durante 30 minutos.
Las escalas más altas, finalmente, las ocupan IPX8 e IP9K, cuando la primera certificación indica que ese dispositivo está protegido contra una inmersión permanente, mientras que el último de estos niveles señala una protección contra potentes chorros de agua a alta temperatura incluso, esto es, entre 14 y 16 litros de agua a 80º por minuto.