El ingenioso, visionario y fundador de Apple y Pixar, dos de las compañías más solidad de la industria de la tecnología y el entretenimiento, fue nada más y nada menos que Steve Jobs, quien falleció el 5 de octubre de 2011, cuando tan solo tenía 56 años y su reputación estaba por los cielos luego de haber desarrollado dispositivos como el iPod y el iPhone.
En el momento de su desaparición, Jobs tenía una fortuna avaluada en 10.200 millones de dólares y la pregunta de muchos, aun en la actualidad, es quiénes se quedaron con el dinero de una de las mentes más brillantes de la historia reciente.
En su testamento, Jobs se encargó de dejarle todo a dos personas: por un lado, a su esposa Laurene Powel Jobs, con quien se casó en marzo de 1991 y la que lo acompañó hasta el día de su muerte; y por el otro, Lisa Brennan, la hija que el empresario tuvo con una novia de secundaria y a quien tardó en reconocer por varios años.
Lo curioso de esto es que los tres hijos que tuvo con Laurene quedaron fuera del testamento, pues era voluntad del fundador de Apple y de su esposa, criarlos de una forma en la que tuvieran una relación sana con del dinero y con todo el entorno que, por la posición de su padre los rodeaba.
De esta manera, las únicas herederas de la fortuna de Steve Jobs fueron su primera esposa y su primera hija, a quien, según se conoció, quiso retribuirle con su participación en el testamento sus años de ausencia.
¿Qué han hecho con el dinero de Steve Jobs?
Laurene Powell Jobs se ha dedicado a la filantropía y con el dinero que le dejó su esposo ha impulsado diferentes proyectos encaminados al cuidado del medio ambiente, el cambio climático, la desigualdad y otras causas sociales.
Desde la Fundación Emerson Collective, Laurene ha sabido invertir la fortuna que le dejó su esposo hace 12 años; y es que gracias a sus estudios y conocimientos, que además la han llevado por grandes empresas como franquicias de la NBA, medios de comunicación, proyectos digitales, entre otras, su fin con esas inversiones no ha sido el de alimentar su riqueza, sino el de seguir impulsando luchas sociales y educativas.
Lo que llama la atención es que Lauren, con el dinero que dejó Jobs y gracias a su inteligencia para los negocios, las inversiones y con los millones de acciones en Apple y Disney que le cedió su esposo al morir, podría estar en la lista de las 30 personas más ricas del mundo al acumular una riqueza superior a los 40.000 millones de dólares; sin embargo, en varias ocasiones ha asegurado que ese nunca fue su fin y que, por el contrario, lo que la motiva son las causas sociales, tal y como sucedía con Steve Jobs.
“No me interesa construir sobre el legado de una herencia y mis hijos lo saben. Steve tampoco estaba interesado en eso. Si vivo lo suficiente, se termina conmigo”, dijo en una entrevista en 2022.
Mientras esto hace la esposa de Jobs con el dinero, su hija Lisa Brennan, decidió dedicarse a la escritura, y se mantiene lejos de los reflectores de la prensa y de las intrigas que surgen en los medios de farándula por saber cómo vive una de las hijas de uno de los hombres que revolucionó la industria tecnológica en los últimos años.
Por su parte, los tres hijos que tuvo con Laurene parecen haber entendido el mensaje de su padre y optaron por estudiar y destacarse desde sus cualidades en cada una de sus profesiones; Reed Jobs es un médico especializado en oncología; Erin Jobs es arquitecto y diseñador; mientras que la menor, Eve Jobs, es titulada en ciencias, pero optó por seguir su carrera de modelaje.