El robo de celulares pasó de ser un puñado de frías estadísticas a convertirse en uno de los problemas más estructurales de la seguridad urbana. Las cifras siguen siendo escandalosas. Tan sólo en el 2015 la Policía Nacional ha recibido 8.610 denuncias por robo, ha capturado 5.611 delincuentes vinculados a este delito y recuperado 9.063 teléfonos. De acuerdo con cifras de GSMA, la empresa tecnología móvil más importante del Latinoamérica, en Colombia se roban alrededor de 2,8 millones celulares por año. Es decir, 2.700 equipos diarios. Las autoridades hacen esfuerzos, sin embargo ha sido difícil diezmar este problema. Entre 2012 y 2014 el hurto de estos equipos se redujo un 18 %, lo que, según el Gobierno, significa que más de 840.000 robos pudieron haberse prevenido. Pero el negocio es tan rentable que parece que los esfuerzos siempre se quedan cortos. Las autoridades han desmantelado 32 organizaciones criminales dedicadas a este delito, han incautado 70.000 dispositivos y han capturado a cerca de 15.000 delincuentes que se dedican a esta práctica. El propio presidente Juan Manuel Santos anunció una “estrategia más integral” para combatir a organizaciones criminales que cada cobran al menos una docena de vidas cada año por un simple teléfono. Así que se anunciaron tres nuevos puntos clave en esta lucha: 1) La simplificación de las denuncias. 2) Aumentar los tiempos espera para el registro de celulares y 3) la creación de nuevos controles para exportaciones e importaciones de equipos. En un mes se podrán hacer la denuncia en una sola llamada o mediante la página web de la Asociación de la Industria Móvil de Colombia, Asomóvil, www.asomovil.org. Esta plataforma congrega a Claro, Tigo y Movistar, los tres operadores móviles más importantes del país. La medida más importante que tomó el gobierno fue prohibir la exportación de celulares. Siete de cada diez celulares robados son comercializados en el mercado externo, principalmente en Perú, Argentina, Estados Unidos, Venezuela y Ecuador. Para controlar la exportación e importación de celulares, las empresas dedicadas a este negocio se deberán registrar ante la Policía y declarar ante el Ministerio de TIC uno a uno los IMEI (identificación única de cada aparato) de los celulares que entran o salen del país. Para evitar la exportación de celulares robados –teniendo en cuenta que en Colombia no se producen celulares–, se prohibirá la exportación de estos dispositivos salvo en casos como reciclaje o disposición final, y viajeros, que pueden llevar consigo máximo tres celulares. ¿Problema sin fin? El pesimismo frente a este problema radica en una lógica tan simple como cruel. Los usuarios son el principio y el fin de este flagelo. Mientras que persista la lógica de comprar equipos sin conocer (o importar) su procedencia o las personas sigan remplazando piezas dañadas en cualquier almacén, el hurto de teléfonos seguirá siendo un negocio tan rentable como sangriento. En su momento, el propio general Rodolfo Palomino había entregado una sentencia más que válida: “sin la ayuda de los usuarios es imposible acabar con este flagelo”. Y es que mientras exista demanda siempre habrá oferta. “En el fondo son los ciudadanos los que puedan ayudar a prevenir este problema tanto con sus formas de compra como con sus denuncias”, señaló Sergio González, CEO de Asomóvil. A pesar de que el gobierno de Juan Manuel Santos le ha puesto atención especial a este problema las soluciones se han quedado cortas. El reciente paquete de medidas mantiene el enfoque técnico para un problema que quizá tenga más de humanista. Al final, si los usuarios siguen comprando equipos de dudosa procedencia sólo por ahorrar unos pesos hay pocas posibilidades de cortar el problema de raíz. Sin duda todos aquellos que tienen alguna responsabilidad en la cadena de consumo han puesto de su parte para prevenir el flagelo. Los fabricantes han evolucionado con sistemas más efectivos de bloqueo; los operadores han sido abanderados con estrategias de registro compartido de datos y las autoridades capturan miles de ladrones a lo largo y ancho del país, pero si los usuarios -el eslabón más débil de la cadena- no ponen de su parte, el robo de celulares será un problema sin fin.