Desde hace algunas semanas, Yanfry, un niño colombiano que cumplió cuatro años el pasado 21 de diciembre, se volvió famoso en redes sociales gracias a una serie de videos que publicó su familia en dichas plataformas virtuales, en los que aparece el niño mostrándose como un hombre adulto, que camina y habla como tal, aunque todavía porte el uniforme del jardín al que asiste.

Actualmente, la cuenta que el tío de Yanfry, Bernardo Díaz, creó en TikTok para mostrar las grabaciones que hace de su sobrino ya tiene más de 2,5 millones de seguidores que no se pierden cada una de las ocurrencias del niño, que sacan a flote toda su ternura.

Sin embargo, en medio del boom mediático que rodea a Yanfry, lo cierto es que también existe una problemática que muy pocos han reconocido en público, pero que es tan importante para su salud emocional como lo es hoy en día la atención que recibe por los internautas: el sharenting.

Nacida de la combinación del verbo share (compartir en inglés) y el sustantivo parenting (paternidad en inglés), esta frase es definida como la obsesión o adicción que tienen los padres o adultos encargados de un menor por compartir y mostrar cada incidencia de un pequeño en redes sociales.

Así como sucede con Yanfry, existen padres que solo viven para fotografiar y grabar las ‘curiosidades’ que hacen sus hijos: sus primeros pasos, su primera palabra, el baile que hacen en medio de la sala, sus risas y algunos hasta graban y muestran con orgullo la primera grosería de sus retoños.

De acuerdo con un informe realizado por Orange sobre este tema, “al cumplir los seis meses, el 81 % de los bebés tienen presencia en internet. Y antes de los dos años, el 5 % tiene perfil propio en Facebook”; esta es una situación que, según los expertos en paternidad, puede resultar en una catástrofe mental para los niños cuando sean más grandes, además de una clara amenaza a su seguridad.

Además, hay muchos padres que están vulnerando el derecho a la privacidad del menor, mismo que puede sentirse avergonzado por una exposición pública a la que ha sido sometido desde sus primeros años de vida y que puede durar hasta su preadolescencia.

Una encuesta realizada por Microsoft demostró que el 42 % de los niños y preadolescentes que fueron víctimas del sharenting asegura sentirse “ridiculizado” por sus padres debido a momentos que se pudieron haber hecho virales en internet alcanzando un protagonismo que nunca desearon.

Riesgo en internet

Los expertos aseguran que, además de la ridiculización, el sharenting también puede derivar en riesgos para la seguridad de los menores, tanto en un plazo cercano como en el mediano y lejano.

“Algunas veces compartimos en las redes sociales, de manera inconsciente, fotografías con muchos datos sobre nuestra vida personal: lugares que se visitan, dónde están nuestros hijos, dónde trabajamos, etc. A menudo, no tenemos en cuenta la privacidad de las redes sociales, y es que cualquier información compartida en internet deja de ser controlable y es posible que esa información sea copiada o utilizada en algún momento para cualquier finalidad”, explicó Alfonso Ramírez, director general de Kaspersky Lab Iberia.

Así, cualquier delincuente puede usar esta información que ya se ha vuelto pública para poder determinar horarios, dirección y actividades del menor, y así planear un intento de rapto en contra del pequeño.

En cuanto a los riesgos a largo plazo, Ana Gómez Blanco, experta que participa en la alimentación del blog de BBVA, manifiesta que “las nuevas generaciones serán las mejor biografiadas de la historia si se sigue aumentando la huella digital al mismo ritmo”.

De esta forma, aunque no sea visible actualmente, los padres que siguen en su adicción a la publicación de imágenes de sus hijos pueden estar sometiéndolos a una situación de fraude o suplantación de identidad cuando sean adultos. Esta es una realidad que puede derivar en culpas por delitos que ellos no cometieron o simplemente en la pérdida de grandes sumas de dinero gracias a la información personal filtrada por sus padres durante la infancia de los menores.

Por esto, es importante que los momentos familiares se queden al interior del hogar. No publicar fotografías o videos de los menores desnudos o en las que se muestren la dirección de sus casas o los sitios que suele frecuentar. Prevenir es dejar de compartir absolutamente todas las incidencias de los niños en redes sociales.