Desde hace relativamente poco, cada nueva guerra que se declara en nuestro planeta, por lejana o cercana que se encuentre geográficamente, implica una preocupación adicional que no se había dado en conflictos anteriores.
¿Cabe esperar ciberataques asociados al conflicto entre Israel y Hamás? ¿Pueden afectar a la población civil de los estados involucrados? ¿O a la del resto del planeta, si se extienden? Es algo que se ha observado recientemente en la guerra de Ucrania, y que se ha revivido tras los ataques a Israel del pasado fin de semana.
‘Hacktivismo’ en los días iniciales
La invasión de Ucrania estuvo precedida por una época de amenaza híbrida en la que Rusia intentó utilizar los ciberataques para desestabilizar al gobierno ucraniano y para quebrar la confianza de su población. No tiene nada que ver con lo que ha ocurrido en el inicio de esta guerra entre Israel y Hamás, cuyo origen ha sido completamente diferente.
En lo que se refiere a los ciberataques, esto ha implicado que los primeros que se han observado han sido ya después de la declaración de la guerra. Casi todos se han atribuido a grupos de hacktivistas que reclaman la paz o la libertad para Palestina, casi siempre mediante ataques de denegación de servicio a páginas web del gobierno israelí o de sus medios de comunicación. Entre estos grupos los hay asociados al activismo islámico. Pero entre ellos también se encuentran Killnet o Anonymous Sudan, ambos en la esfera prorrusa.
Los ataques que se han observado hasta el momento no han sido masivos ni han tenido impactos graves; han sido más bien para llamar la atención y de tipo reivindicativo. Tampoco han sido sofisticados, sino más bien los típicos ataques por fuerza bruta o inundación que dejan a un servidor sin poder dar servicio a sus usuarios legítimos, agotando todos sus recursos con un número muy alto de peticiones simultáneas que es incapaz de atender.
Estos ataques no siempre son completamente idealistas. Hay que tener en cuenta que muchos de estos grupos son, o están afiliados, a mafias de la ciberdelincuencia, por lo que pueden utilizar este tipo de iniciativas para mejorar su reputación y hacerse publicidad ante potenciales clientes de los servicios que ofrecen.
Habrá que estar pendientes de cómo evolucionan estas denegaciones de servicio en el futuro. Se prevé que otros grupos se sumen a la ofensiva y que las capacidades defensivas israelíes se vean afectadas, ya que muchos de sus ingenieros, tecnólogos y expertos en ciberseguridad están siendo movilizados como reservistas del ejército.
Otros impactos para la población
En el pasado, Hamás ha sido acusada de distribuir versiones maliciosas de la aplicación Red Alert, que la población de Israel emplea para recibir notificaciones sobre bombardeos y saber cuándo tiene que dirigirse a un refugio. Estos últimos días el grupo AnonGhost parece haber atacado de nuevo a este sistema para provocar caos y confusión, pero todavía se deben analizar los detalles de este ataque y no se sabe qué tipo de vulnerabilidad, si de la aplicación o de la plataforma, se ha explotado. Los impactos producidos han sido falsos mensajes de alerta y spam.
En lo que se refiere a los ciberataques en el sentido contrario, no parece que Israel o su esfera de influencia los vayan a considerar esenciales en esta guerra, en la que se ha anunciado un cerco total a Gaza que bloquee su suministro de combustible, electricidad y comunicaciones y que va a implicar un apagón total. El grado de destrucción física que están sufriendo las pocas infraestructuras tecnológicas que funcionaban allí hace completamente innecesaria la utilización de ciberataques.
En cuanto al resto de la población, de momento no se ha observado un incremento en los ataques a infraestructuras críticas en otros países. Pero sí se está advirtiendo de la posibilidad de que en los próximos días internet, y en concreto las redes sociales, se vea inundado de vídeos muy duros, con torturas o ejecuciones en tiempo real. Es especialmente importante saber esto, sobre todo, para proteger a los menores y a otras personas sensibles a estos contenidos que puedan afectar a su futuro desarrollo o a su salud mental. No es algo a lo que nos hayamos enfrentado en muchas ocasiones en el pasado y hay que estar preparados.
Conclusiones
En el contexto de esta nueva guerra, los ciberataques no parecen preocupar mucho a ninguno de los dos bandos, por lo menos, no en la situación actual. Cabe esperar, de momento, un incremento en el hacktivismo a favor de Palestina, así como sucesivas campañas de desinformación y caos.
Y más que nunca cabe recordar desde aquí las recomendaciones de la Cruz Roja en relación con este activismo realizado por civiles en escenarios de guerra y de conflictos bélicos. Cualquier actividad realizada desde cualquier punto del planeta puede afectar a una población ya de por sí castigada y complicar, más si cabe, una situación con muy difícil solución.
Por: Marta Beltrán
Profesora Titular de Universidad, Universidad Rey Juan Carlos
Artículo publicado originalmente en The Conversation