Uber sorprendió a los Estados. Regular esta plataforma se convirtió en un dolor de cabeza para los gobiernos en todos los continentes. En países como Francia o España la plataforma tuvo que suspender temporalmente sus servicios por las presiones de empresas de transporte ya establecidas, que lograron imponerse. Sin embargo, para los usuarios esta aplicación ya hace parte de su vida cotidiana y representa un cambio de paradigma. Precisamente el espíritu de esta tendencia encabezada por Uber, que avanza a pasos agigantados a nivel global: es que los servicios acerquen proveedores y vendedores de servicios con clientes, evitando intermediarios, simplificando procesos y reduciendo costos. Esta máxima, que suena ideal, pasa por encima de las regulaciones actuales, lo que es fácticamente ilegal. De acuerdo con BBC Mundo, la tecnología es clave para esta relación negocio-consumidor sea más inmediata: basta una aplicación o un sitio de internet para vincular a las partes. Y desde luego, también el "oro del siglo XXI": los datos en tiempo real. "La infraestructura digital y la inmensa cantidad de información han acentuado el cambio hacia una economía cada vez más orientada al cliente, al estilo Uber", explica Andy Neely, investigador especializado en servicios de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido. "Ya no alcanza con sólo suministrar un producto o un servicio al consumidor. La gratificación del cliente, en forma de comodidad y eficiencia, se ha convertido en un elemento clave". Algunos denominan a este nuevo fenómeno "economía compartida". Otros "economía geek". Y otros, "uberización" de la economía o simplemente "uber-economía". El crecimiento de Uber es, de por sí, indicador del abrumador avance de esta tendencia. La app fue lanzada en mayo de 2010 en San Francisco y hoy, apenas cinco años después, funciona en unas 350 ciudades de más de 60 países. En 2014 hizo posibles 140 millones de viajes en todo el mundo. Y los mercados están sumamente excitados con este tipo de empresas: Uber ha sido valuada en la friolera de US$50.000 millones, lo que la convierte en la start-up de tecnología más cotizada de EE.UU. Como contracara, los taxistas tradicionales han protestado contra la aplicación en varios países -incluso en América Latina- por considerarla competencia desleal. Y en Alemania la prohibieron. Apartamentos, restaurantes, aviones... Otro sistema de "economía compartida" como Uber es el cada vez más popular Airbnb: los individuos colocan sus propiedades en una lista en internet para que otros las alquien de forma temporal, sin intermediarios. En este caso, los que se han sentido perjudicados y han protestado son los hoteleros. Pero la "uberización" no se detiene en este sector de la economía. En Canadá, por ejemplo, ya hay una app para pagar cuentas de restaurantes que, siguiendo el modelo de desembolsos de Uber, permite dividir el importe entre varios usando celulares. Y en Francia se está popularizando una aplicación que reúne a comensales con chefs privados. Quienes viven en Australia ahora cuentan con un servicio de limpieza doméstica que, por medio de la geolocalización, permite encontrar a trabajadores disponibles en la zona del usuario. Y en EE.UU. está creciendo una app para reservar vuelos en jets privados con un dispositivo móvil. Aprovechar recursos desaprovechados Hasta la medicina muestra síntomas de este giro hacia los servicios "a demanda" (on demand). Por ejemplo, un sitio web llamado Pager permite solicitar la visita de un médico a domicilio y concretarla en un plazo de dos horas, sin tener que desplazarse a un centro de salud. El doctor Abraham Rahm, que se ha unido a la nueva compañía estadounidense, le explica a la BBC que el sistema aprovecha el tiempo libre que les queda a los médicos en medio de la lista de citas que tienen pautadas en hospitales o consultorios. "Los economistas han hablado durante décadas de la idea de redistribuir los recursos no utilizados en la economía y ahora está ocurriendo, y a una escala masiva", asegura el experto en negocios Nick Waddell, autor del blog tecnológico Cantech Letter. ¿Una nueva era con límites? Los expertos creen que, potencialmente, la "uberización" puede causar disrupción en todas y cada una de las industrias existentes. Y sostienen que es la siguiente etapa en una transformación que ya ocurre desde hace décadas, la llamada "servitización": el paso de una economía industrial a una mayoritariamente de servicios. "El sector de las prestaciones ya predomina en muchos países occidentales", le dice a BBC Mundo Andy Neely, de la Universidad de Cambridge. "Pero la nueva fase consiste en repensar todo para aprovechar mejor los recursos, compartirlos y lograr una experiencia más confortable y placentera para los consumidores". Está claro que Uber y otros negocios similares son muy convenientes para muchos en todo el mundo, salvo para los sectores tradicionales que se han visto amenazados por su popularidad. Sueldos y protección laboral Con todo, expertos advierten que la "uberización" de la economía plantea una serie de interrogantes que, de no resolverse, podrían frenar su avance aparentemente imparable. Para empezar, los trabajadores. ¿Les alcanza lo que ganan para vivir? ¿Cuentan con suficiente protección en su empleo temporario o a destajo? Uber asegura que sus conductores ganan en promedio US$19,04 la hora, después de haber pagado la comisión correspondiente a la compañía. Esto puede ser mucho o poco, dependiendo de la frecuencia con la que se realicen viajes y el costo de vida de país donde uno resida. De hecho, varios sondeos en distintas partes del mundo sugieren que los trabajadores de Uber utilizan la aplicación como una forma de generar ingresos mientras encuentran un empleo estable o como manera de complementar otras actividades. La protección de los empleados es otra cuestión irresuelta. Algunas compañías de seguros limitan el alcance de su cobertura cuando se trata de vehículos que trabajan para Uber. Y esto es algo que no sólo afecta a conductor, sino también al pasajero: es probable que al viajar en esos autos uno no esté asegurado al nivel que lo estaría, por ejemplo, en un taxi. Eric Brousseau, profesor de economía de la Universidad París-Dauphine, afirma que la "economía compartida" aún está en pañales y poco regulada. Y cree que, a la larga, será alcanzada por las regulaciones, lo que restará flexibilidad en términos laborales. Esto puede ser bueno o malo, según quien lo mire, el empleado o el cliente.