La percepción de la vejez ha sido tema de debate y estudio durante siglos. Sin embargo, un reciente estudio científico ha puesto luz sobre una pregunta que muchos se han planteado: ¿a qué edad nos consideramos “viejos”? Esta investigación, realizada por expertos en psicología y sociología, no solo revela la edad promedio en la que una persona se ve a sí misma como “vieja”, sino que también explora las razones detrás de esta percepción.
Los hallazgos arrojan una mirada interesante sobre cómo la sociedad influye en nuestra autopercepción y cómo los avances en salud y tecnología han modificado las expectativas sobre el envejecimiento.
La definición de “persona mayor” según la OMS
La percepción sobre cuándo comienza la vejez ha sido tradicionalmente subjetiva y influenciada por factores sociales y culturales. Sin embargo, un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de Stanford, publicado en Nature Medicine, ha aportado datos biológicos precisos sobre el inicio de la vejez.
De acuerdo con este estudio, la verdadera transición hacia la vejez se marca a los 78 años, un dato revelador que puede cambiar la concepción de lo que significa envejecer. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas que superan los 60 años son clasificadas como adultos mayores.
Este concepto, basado en criterios más generales, no toma en cuenta factores biológicos, que son precisamente los que los investigadores de Stanford han identificado como clave para determinar el inicio de la vejez. La diferencia entre estas clasificaciones pone en evidencia la complejidad del envejecimiento, que no solo es un fenómeno social, sino también biológico.
El estudio que reveló la edad biológica de la vejez
El estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford analizó el plasma sanguíneo de 4.000 personas, cuyas edades oscilaban entre los 18 y los 95 años. Mediante el análisis, los científicos lograron identificar un patrón claro en la evolución de las proteínas presentes en la sangre conforme las personas envejecen.
Los hallazgos indicaron que los cambios biológicos más significativos comienzan a los 78 años. A partir de esta edad, las concentraciones de ciertas proteínas en el plasma sanguíneo experimentan una disminución progresiva.
Este fenómeno marca el inicio de una fase en la que los órganos comienzan a volverse más vulnerables, y la capacidad del cuerpo para repararse se ve reducida. Es importante señalar que este cambio biológico se da de forma gradual, lo que implica que la vejez no es un punto de inflexión repentino, sino un proceso continuo.
Las proteínas en la sangre como indicadores del envejecimiento
El estudio realizado en Stanford destacó que las proteínas del plasma sanguíneo son indicadores fundamentales del envejecimiento biológico. A medida que las personas superan los 78 años, ciertas proteínas comienzan a disminuir gradualmente, lo que tiene un impacto directo en la salud de los órganos y sistemas del cuerpo.
Esta disminución progresiva de proteínas, que previamente mantenían niveles constantes, explica en parte por qué los adultos mayores enfrentan una mayor vulnerabilidad a diversas enfermedades.
“las asociaciones de la brecha de edad de los órganos con la enfermedad y la bioquímica sanguínea demuestran que los modelos de envejecimiento derivados de proteínas plasmáticas específicas de cada órgano capturan la heterogeneidad del envejecimiento relevante para la enfermedad dentro y entre los individuos, que no es capturada por otros relojes de envejecimiento o marcadores clínicos” señala la investigación.
Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre el envejecimiento, sugiriendo que no se trata de un proceso lineal y uniforme, sino de un fenómeno con etapas bien definidas asociadas a cambios específicos en el cuerpo humano.
El estudio realizado por la Universidad de Stanford representa un avance significativo en la investigación sobre el envejecimiento, pues proporciona un marco más preciso y biológicamente fundamentado para comprender este proceso. Los investigadores sugieren que, en lugar de considerar la edad cronológica como el único determinante del envejecimiento, debería tomarse en cuenta también los cambios biológicos específicos que ocurren a medida que las personas avanzan en la vida.