Un grupo de emprendedores colombianos lanzaron la plataforma Kiwi, un servicio de mensajería que utiliza WhatsApp para que los usuarios soliciten y envíen cualquier tipo de producto siempre y cuando sea legal. Quienes quieran hacer un pedido sólo tienen que agregar un número a sus contactos, llenar unos datos en formulario virtual y hacer la solicitud. No se requiere mucho más. Son varias las ventajas de esta plataforma. En primer término, la propia plataforma le indica, mediante asesores o un robot que contesta automáticamente, si el pedido se puede hacer y sobre si se puede entregar. Además, entrega un estimativo de cuánto se puede demorar. Sin duda, la mayor ventaja de esta innovación es la posibilidad de hacer un seguimiento al pedido en tiempo real. Este emprendimiento es la punta de una tendencia cada vez más creciente: hacer todo por WhatsApp. Recientemente el diario The New York Times anunció una nueva forma de hacer llegar las noticias a sus lectores: a través de mensajes. El mecanismo es el mismo: agregan un número, envían un mensaje y reciben noticias sectorizadas en cuestión de segundos. La tendencia, según explicaron varios expertos del sector, apunta a la personalización total de los servicios. Y nada más personal en la era actual que el número telefónico. Las empresas encuentran en WhatsApp una herramienta sencilla de interacción con sus clientes. Los mensajes le dan dinamismo al relacionamiento, lo que ahorra mucho tiempo, esfuerzo y sobre todo recursos. Una cuestión de confianza Pero no todo es color de rosa. A pesar de que estas iniciativas son útiles por su sencillez también implican varios riesgos que también deben ser considerados. Los servicios masivos de WhatsApp implican un manejo grande de datos sensibles. No se trata de que cualquier delincuente cibernético tenga su número de teléfono, se trata también de que puede tener hasta la dirección y teléfono de todos sus contactos más cercanos. WhatsApp no solo almacena fotos y conversaciones. También guarda ubicaciones, audios y sobre todo contraseñas. Todo está guardado y expuesto. Ahora, si a esto se agregan los productos y servicios que solicitamos, los datos se pueden convertir en una veta de oro no sólo para los piratas sino para las propias marcas y conglomerados. Por otro lado, el riesgo de ingresar a grupos desconocidos de WhatsApp es muy alto. Basta con que un empleado de estas plataformas filtre el número en cualquier base de datos para que empiecen a llegar una cantidad de mensajes indeseados (spam) que atentan contra la privacidad de los usuarios. Es cierto que cada empresa debe tener unos protocolos para cuidar la privacidad de los datos. Además, de acuerdo con las regulaciones del país, deben cumplir con altos estándares de confidencialidad. Sin embargo, depende de cada usuario qué tanta información quiera entregar a las plataformas tecnológicas y qué tan difícil sea darse de baja del servicio. Se trata entonces de una transacción de comodidad por confianza. Plataformas como Kiwi son supremamente útiles y bien diseñadas, pero implican un riesgo de seguridad para cada usuario. Todo depende de la credibilidad y la necesidad. Cada quien decide.