Diversos estudios indi-can que las nuevas generaciones no se aficionan a la lectura profunda, los análisis de contexto ni las elegancias estilísticas propias del buen periodismo. En internet gozan de popularidad la velocidad de la información, los textos de 140 caracteres y los contenidos livianos que se consumen en un minuto o menos. En cuestión de segundos un rumor infundado se expande en escalas virales por toda la red mientras que solo una parte menor de los internautas está leyendo reportajes y crónicas. ¿Qué deben hacer los periodistas frente a esta situación? ¿Postrarse ante las tendencias dominantes y dar a las masas los contenidos superficiales que parecen demandar? ¿Cómo sobrevivir en los tiempos digitales haciendo buen periodismo? Digital Next abordó este crucial dilema con la mayor franqueza.“Lo perdurable versus lo efímero; la reflexión versus la velocidad”, sintetizó el director de SEMANA, Alejandro Santos, señalando en la misma dirección un vaticinio formulado hace poco por el presidente Barack Obama, cuando advirtió que historiadores del futuro que investiguen acerca de nuestros días no buscarán los retuits más populares para comprender lo que aconteció en la segunda década del siglo XX, sino los estudios sustanciosos y las informaciones bien estructuradas.Directores y editores coincidieron en un concepto: hay que defender el buen periodismo a toda costa. “Los periódicos hoy tenemos conciencia y claridad de que vamos a continuar haciendo lo que sabemos hacer, periodismo de calidad”, sentenció Nora Sanín, directora de Andiarios. El prestigioso The New York Times ofrece un testimonio claro de ello. No ha cedido un milímetro en su concepto fundacional de producir contenidos de muy alta calidad, que le han valido centenares de premios y un reconocimiento global como emblema del periodismo bien hecho, y no le va nada mal en los tiempos de internet, en donde sus reportajes y crónicas, tan aclamadas en el mundo impreso, gozan también de popularidad. Una historia de periodismo inmersivo, escrita por una de las estrellas de la sala de redacción, Sonny Kleinfield, acerca del drama de la enfermedad de Alzheimer, fue tendencia viral en la red. Y logró el récord de ocho minutos de permanencia de cada lector digital, una tasa que supera con creces los 60 segundos de un usuario promedio de internet.Y aunque han perdido el monopolio de informar y opinar masivamente desde la aparición de las redes sociales, los medios tienen una fortaleza imbatible: la información de calidad. “Nunca una sociedad estuvo tan informada pero nunca antes el manejo de la información fue tan desigual”, dijo el director de SEMANA en su discurso de apertura. Entre la marejada de información que fluye cada segundo en la inmensa red digital, los medios tradicionales aportan información curada, investigación y – no siempre, hay que admitirlo – un manejo responsable y profesional de los datos, así como opinión de valor. “Facebook no puede crear crónicas ni contenidos como los nuestros”, agregó Lydia Polgreen, editora de Internacional de The New York Times.Desde luego, sería muy conservador aferrarse sin más al principio del buen periodismo como si la revolución digital no dijese nada a los periodistas acerca del ejercicio de su profesión. Digital Next permitió conocer algunas experiencias innovadoras que trazan la ruta por la que los medios tratan de reaccionar a los cambios y convertirlos en oportunidad. El canal Al Jazeera cosecha tantos éxitos con sus contenidos en línea como los que le han hecho famoso en el mundo de las noticias internacionales en televisión. Un reportaje sobre la pesca ilegal en Sierra Leona derivó en el desarrollo de un juego en línea que permitía al público comprender todos los ángulos del problema de los pescadores de esa región del occidente africano. Al Jazeera + es uno de los proyectos digitales más exitosos y las historias allí contadas han recibido en total más de 2.000 millones de visitas. Tienen Facebook Live, un programa en vivo de entrevistas sobre la red social, y utilizan intensivamente Snapchat, Instagram y el streaming de video para proveer sus contenidos a los públicos de internet. Su más reciente experimento es producir videorreportajes en formato 360 grados, bajo el concepto de realidad virtual, que permiten a los internautas la sensación de estar inmersos en medio de una manifestación. The New York Times también está haciéndolo, para lo cual suscribió un acuerdo con Google que permitió entregar a sus lectores gafas de visión 3D para seguir contenidos de este tipo en su web. “Utilizamos las redes sociales para llegar a los públicos en donde ellos están, sin pedirles que salgan de esos canales”, explica María Arbeláez, editora de Al Jazeera.Se coincidió en la idea de que los medios tradicionales no se van a acabar, pero habrá que transformarlos, y les apoyan las cifras de consumo todavía fuertes de medios tradicionales en todo el mundo, desde la radio hasta las revistas. Pero es claro que hay un problema con los públicos más jóvenes y con los llamados millennials. El ‘youtuber’ mexicano Héctor Trejo parece tener la clave para comprenderlo. “El enganche del ‘youtuber’ con los millennials es que les está hablando una persona como ellos, que cambia como ellos y que no tiene una estructura detrás”. Los medios nunca podrán, sin duda, hablarle así a la gente, porque están en otra posición, pero sí pueden aprender de algo que Trejo planteó claramente: “Yo permito que mis seguidores me ayuden con la curaduría del contenido de mi canal de video”. Sus millares de seguidores le proponen temas que él acepta y desarrolla en su popular videoblog Bullysteria.En síntesis, parece claro que no hay que temer al mundo de las redes sociales. Los buenos contenidos siempre tendrán un público que los reciba con apetito, aunque pocos quieran pagar por ellos. Pero ese es otro problema.Periodistas de ciencia ficciónDurante algún tiempo se creyó que el periodista del futuro sería una especie de Robocop, dotado de cámaras, GPS y otros artilugios tecnológicos. En realidad, el oficio más hermoso del mundo –como lo llamó Gabriel García Márquez– aprovecha los avances de la tecnología de un modo más trascendental. El periodismo de datos utiliza intensivamente la enorme masa de información que provee internet para investigar y construir historias.Solo algo más del 4 por ciento de la información total almacenada en servidores aparece indexada en Google, así que hay todo un universo de datos en las profundidades de las redes que los periodistas aprovechan para su trabajo. Estos periodistas bucean en el submundo de la darknet y la web profunda, apoyados por herramientas de software libre, las mismas que se utilizan en el mundo del hacking. De allí han empezado a salir historias asombrosas, como los recientes Papeles de Panamá, fruto del procesamiento de 2,6 terabytes de información, los WikiLeaks y otras joyas del periodismo más actual.Poco a poco las salas de redacción empiezan a hacer espacio para equipos de trabajo colaborativo interdisciplinar, con periodistas que entienden de bits y bytes, con ingenieros y científicos de datos y con artistas de la visualización de información. Esta es una de las formas del periodismo que vino con la era digital.