“Una cosa es llamar a la muerte y otra cosa es verla llegar. A todos nos da temor”. La demoledora frase de Adolfo López, líder social del municipio de Policarpa, en el departamento de Nariño, da cuenta de la nueva guerra que se vive allí y del sentimiento de desesperanza y miedo que viven tanto él como sus vecinos. Adolfo relató en entrevista con SEMANA NOTICIAS que desde hace varios días los pobladores de Policarpa sufren los rigores del enfrentamiento aemado entre disidencias de las FARC, autodenominadas “La Nueva Marquetalia” y grupos irregulares, conocidos como BACRIM. “En la vereda Madrigal comenzamos a recibir a las personas que estaban llegando desplazadas por los enfrentamientos armados. Por fortuna nadie llegó herido o murió en el camino, pero tuvimos que abrir las puertas de la casa de la cultura y atenderlos con la policía y los civiles de enfermería”, narró el líder social, notablemente compungido. 

Adultos mayores, mujeres y niños en brazos, se cuentan entre las más de 200 personas, pertenecientes a 81 familias desplazadas por estos enfrentamientos, quienes tuvieron que salir corriendo de sus hogares, abandonado todo para salvar sus vidas en medio de los disparos que cruzaban de un lado a otro del municipio. La población civil vive entre el miedo a la pandemia del coronavirus y la zozobra constante por el fuego cruzado que ha llegado incluso hasta el casco urbano, muy cerca de sus viviendas. Lo peor es que esta atmósfera de terror no es nueva para los pobladores de Policarpa, según relata Adolfo. “Hace más de 20 años estamos viviendo una guerra en esta región y siempre ha sido el pan de cada día ver a hombres armados que no pertenecen al Ejército o a la Policía”. Una situación similar se vive en el corregimiento de Santa Cruz, a pocos kilómetros del centro del municipio, donde los habitantes denuncian la ausencia del Gobierno de Iván Duque para darle fin a este flagelo o al menos la intervención del Ejército, pero parece que sus reclamos- por el momento - no han sido escuchados.