Menta, canela, patilla, cereza, fresa, mora, durazno, banano, manzana verde, manzana roja. Mastíquelo durante horas o por pocos minutos, haga bombas, duerma con él, juegue con él, guárdelo mientras come, péguelo contra la mesa, contra la silla, escúpalo por los aires. Bótelo a la caneca. Hace unos días iba caminando por el centro de Bogotá cuando empecé a notar un sinnúmero de manchas negras sobre la acera. Los pequeños puntos aferrados al concreto se multiplicaban mientras afinaba mi atención sobre ellos. Calles y andenes parecían ser las áreas donde se concentraba la mayor cantidad de estos extraños pegotes que me llevaron en ese momento más allá de mi destino para descubrir una realidad que no tenía contemplada. “Son chicles”, me respondió una señora cuando le pregunté mientras barría el piso frente a su local. El pasado 12 de noviembre de 2013 se realizó la primera “Despegatón de chicles” en Bogotá. La iniciativa consistía en poner a 200 niños a marcar con tiza cada chicle que veía pegado al suelo de la Plaza de Bolívar. Los resultados del experimento arrojaron un total de cinco chicles por metro cuadrado. Esto quiere decir que un total de 50.000 chicles no llegaron a la basura y fueron escupidos descaradamente sobre el espacio público. Para Aguas de Bogotá, remover cada goma de mascar cuesta 50 pesos. De esta forma, 2.500.000 pesos costó dejar la Plaza de Bolívar libre de parches de chicle. Tirar goma de mascar al piso genera un impacto ambiental. Un chicle masticado tarda cinco años en degradarse. En este tiempo y por la acción del oxígeno, se convierte en un material muy duro que luego empieza a quebrarse hasta desaparecer. La falta de conciencia acerca de este problema no solo existe en Bogotá. En Londres, por ejemplo, y de cara a los Juegos Olímpicos de 2012, la ciudad pasó tres meses limpiando 00.000 gomas de mascar en dos kilómetros de calles. Hoy en día existen multas para quienes arrojen chicles fuera de los espacios designados para esto. En Singapur está totalmente prohibido mascar chicle. Y quien sea descubierto tendrá que pagar miles de dólares o pasar un rato en la cárcel. 

Hoy en día existe todo un concepto concentrado en remover chicles del piso. Se llama “GumBusters” (Cazadores de chicles). Creado en el año 1998 en Holanda, cuando un científico descubrió y patentó la solución para hacerse cargo de los desperdicios de goma de mascar e inventó el “Gum Cart”. Una máquina similar a la de hidrolavado a vapor que tardaba cinco segundos en desintegrar un chicle. Hoy en día las máquinas existen en todo el mundo usando el mismo modelo original del negocio. Pero muchos se preguntarán ¿por qué no existe un chicle biodegradable? Pues, sí existe. Se lo inventaron en México y hasta se ganó el Premio Nobel Forestal de ese país. Este se derrite junto con ceras naturales antes de convertirse en la goma base. Y cuando está todavía caliente, se endulza con productos orgánicos como el jarabe de agave. Después se le añaden sabores naturales y finalmente se compacta y se moldea en tiras. Una vez sale de la boca del consumidor, sus componentes naturales se convierten en polvo en pocos días. Masticar o no masticar, esa es la cuestión El debate acerca de los beneficios y perjuicios que cierran el marco de lo que significa masticar chicle está todavía en el aire. Además del impacto ambiental y de las consecuencias que esto genera dentro de la sociedad, es importante saber cuáles son las reacciones del cuerpo ante la presencia de un producto que se mastica durante varios minutos pero que no está diseñado para ser digerido. Efectos positivos: ·       Investigaciones han descubierto que masticar chicle ayuda a concentrarse. Mascar chicle requiere de una actividad física constante que estimula el cerebro y ayuda a realizar tareas que necesitan una capacidad mental extra. ·       Reduce la acidez en la boca. ·       Los chicles de nicotina han ayudado a miles de personas a dejar de fumar. Efectos negativos: ·       Un chicle normal suele contener del 5 al 7 por ciento de goma base. El resto son polímeros hechos a partir de petróleo, que no son otra cosa que plásticos. ·       Si contiene azúcar, puede ocasionar caries. ·       Muchas personas consideran que rumiar chicle es un hábito desagradable. Pura curiosidad ·       Los hombres prefieren los chicles de menta azucarados y las mujeres, sin azúcar. ·       Hace poco se descubrió en Suecia un pedazo de goma de mascar de 9.000 años de antigüedad, en el cual aún se observa la marca de los dientes de un adolescente de la Edad de Piedra. La “chicle” era un trozo de dulce resina de abedul. ·       Trident fue la primera goma de mascar en el espacio. En 1964 la NASA les dio a sus astronautas, entre sus objetos personales, varias cajas de Trident para mantener sus dientes saludables durante sus misiones.