¿Qué es una mujer poderosa? ¿Una ejecutiva, vestida de sastre y con perfume Channel que tiene en sus manos el futuro de una gran empresa? O tal vez, ¿una de las activistas de la organización internacional, Femen, quienes utilizan los torsos desnudos de sus militantes para luchar contra el orden patriarcal e impulsar la revolución de las mujeres? El quién o el qué es una mujer en el poder, ha hecho pensar a decenas de personas, pero más allá, la sociedad se ha preocupado es por abrir espacios de participación femenina donde antes no habían y a eso, se le ha llamado empoderamiento femenino. Educación, política, academia, economía, artes y otra decena de áreas hacen parte de los lugares que ahora ocupan las señoras. Pero aún resulta curioso y noticioso que una mujer llegue a ser la presidenta de una gran compañía. Y es que a pesar de las revoluciones y ‘alaraca’ que se ha hecho en las últimas décadas con respecto al tema de las mujeres, al punto que la igualdad de género es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en el último Foro Económico se demostró que son pocas quienes llegan a la cúspide. De hecho, Sheryl Sandberg, jefa operativa y miembro del consejo de administración de Facebook, afirmó en el último encuentro en Davos que cuando una mujer quiere hacer una carrera profesional suelen ser habituales las preguntas "¿estás segura que quieres presentarte?", "¿no quieres tener hijos? ¿Pero cómo vas a hacer con tus hijos si trabajas?". El estereotipo sigue presente. Durante el Foro Internacional de emprendimiento e innovación social en Colombia, María Consuelo Cárdenas, profesora de la Universidad de los Andes y quien ha realizado varias investigaciones sobre el acceso de la mujer al mercado laboral, afirmó que “las empresas están diseñadas para los hombres” y es por esto que muchas mujeres creen que para ser exitosas en el mundo laboral tienen que camuflarse y sentirse parte del mundo de ellos. La paradoja es compleja. La revolución femenina dejó el legado de que la mujer puede hacer lo mismo que el varón, pero es difícil competir con las particularidades de la feminidad, que no tienen que rayar en el estereotipo de “ama de casa”, al final lo que ha pasado, explica Cárdenas es que en el afán de pertenecer, muchas mujeres se han convertido en hombres al momento de asumir posiciones de decisión. "¿No quieres tener hijos?” Conseguir posiciones de alto mando para las mujeres es sólo una de las aristas. ¿Qué pasa con quienes no llegan o quienes quieren ser su propia jefe? En el Foro Internacional de emprendimiento e innovación social en Colombia una de las grandes preocupaciones era: ¿cómo apoyar el emprendimiento de las mujeres? ¿Es tan distinto al emprendimiento masculino? La respuesta es sí. Sumado a la ausencia de credibilidad y apoyo por parte de instituciones financieras y del sector privado en general, ser una mujer emprendedora representa también superar las barreras de género. A diferencia de lo que se piensa, en países como Colombia, concluían varios panelistas del Foro, muchas mujeres no inician su propio negocio, ya que no tienen el apoyo de su compañero sentimental o simplemente, se ven señaladas como malas mujeres por atreverse a ir más allá de su rol como madres en la sociedad. Lo que no ve la sociedad es que el 90 por ciento, según cifras de la empresa Belcorp, de lo que gana una mujer es reinvertido en su familia. La receta a romper las barreras impuestas por la sociedad y empezar una nueva empresa no existe. La historia es tal vez de heroínas que todos los días se rehúsan a ser lo que es correcto, esas que todas las mañanas, después de hacer almuerzos, dar besos o simplemente despertarse solas deciden emprender.