El Pacífico colombiano es un paraíso que cada vez atrae más visitantes. Si bien destinos como Nuquí y Bahía Solano cuentan con mayor popularidad, el departamento del Chocó alberga municipios y corregimientos no tan conocidos que garantizan una inmersión completa en la cultura de la región.
La migración de ballenas es una de las motivaciones por las cuales turistas nacionales e internacionales se aventuran a esta zona. Cada año, las ballenas jorobadas recorren más de 8.000 kilómetros, desde las frías aguas de la Antártida hasta las cálidas aguas del Océano Pacífico, con la misión de continuar el ciclo de la vida: dar a luz a sus crías y reproducirse. El espectáculo es impactante, pues los enormes cetáceos se exhiben ante la mirada de los afortunados que tienen el privilegio de presenciarlo.
Pero las ballenas no son el único atractivo del Pacífico. La cultura, su riqueza natural, sus extensas playas y, por supuesto, su gente, complementan la magia del Chocó. Existen zonas que todavía se mantienen en el anonimato, incluso, preservando una arquitectura colonial que propicia un viaje al pasado. La realidad es completamente diferente a la que se vive en grandes urbes, como Bogotá o Medellín; también como en las ciudades insignia del turismo colombiano, como Cartagena o Santa Marta. No obstante, como resaltan sus pobladores, no se centran en lo que les pudiera faltar, sino que aprovechan al máximo ‘la tierra de la abundancia’, donde el mar, los manglares y la tierra les dan lo necesario para vivir.
En pleno 2024, aún hay espacios del Chocó que no han sido explorados a profundidad por los turistas. SEMANA hizo un recorrido en compañía del Fondo Nacional de Turismo (Fontur), en el marco de la campaña ‘Colombia, el país de la belleza’, para descubrir algunas de las maravillas poco conocidas del departamento y visibilizarlas a nivel nacional e internacional.
Uno de los territorios visitados fue Piliza, corregimiento del municipio de Bajo Baudó, una pequeña población con un enorme sello: el viche. Este destilado se elabora artesanalmente a partir de la caña de azúcar y es representativo de las tradiciones del Pacífico colombiano.
Viche, piangua y pescado
En Piliza, los turistas pueden realizar la tradicional ruta del viche, un viaje que explora el paso a paso para crear esta bebida. El proceso inicia con el trapiche que extrae el jugo de la caña, también conocido como guarapo. Este se puede beber directamente y destaca por sus notas dulces y refrescantes. Más adelante, el líquido se fermenta y pasa por un tratamiento artesanal para que el resultado final sea el viche.
Un detalle especial de esta bebida es que puede tener un sabor diferente en función de la mano que la prepara. Cada familia o grupo que se dedica a la producción de viche tiene un sello particular. Así mismo, puede consumirse caliente, recién salido de la caldera, o frío tras guardar reposo.
A partir del viche se elabora el curao, otra bebida emblemática del Pacífico. Mezclándose con diferentes especias de la región, al licor resultante -también artesanal- se le atribuyen propiedades afrodisiacas y medicinales.
Piliza queda a unos 40 minutos en lancha al norte de Pizarro, la cabecera municipal del Bajo Baudó. El trayecto ofrece sensaciones únicas, ya que atraviesa las cálidas aguas del mar, al tiempo que permite una primera apreciación de los manglares, otro importante ecosistema dentro del departamento del Chocó.
Los manglares configuran un ecosistema único que se forma a partir de densa vegetación. Allí se obtiene otro de los platillos propios del Pacífico: la piangua, un molusco de alto valor nutricional que se integra en las comidas de la región. Además, junto al pescado y el coco, consolidan buena parte de los productos que se comercian a otras regiones, siendo clave en su actividad económica.
Hacia el sur está otro corregimiento inexplorado. Sivirú es de esos lugares donde el tiempo se detuvo. Sus pobladores viven de lo que la tierra y el mar les da. Así mismo, fieles a la idiosincrasia chocoana, abrazan al visitante y le ofrecen lo mejor de su región. Como ellos mismos dicen, “sé abundante para llamar la abundancia”.
La paz y tranquilidad se sienten en cada rincón de Sivirú. Tal y como sucede en otros corregimientos del Chocó, el turismo no está masificado. Aún así, durante la temporada alta, los habitantes llegan a compartir habitación para rentar los demás espacios de sus viviendas, todo con la intención de recibir a los viajeros para que se sumerjan en la cultura y tradición local.
El bunde y la lanchada
La música está sumamente arraigada al Chocó. Además de los sonidos tradicionales del Pacífico, el vallenato despierta pasiones entre los locales. En Pizarro, la cabecera municipal del Bajo Baudó, llama la atención que cada hogar tiene un buen equipo de sonido. Durante todo el día, un ambiente de fiesta se siente en cada cuadra.
SEMANA también estuvo presente en el marco de las festividades de la Virgen del Carmen, que este año se celebraron a mediados de julio. Dos eventos unieron a la comunidad en torno a la música, la espiritualidad y la diversión: la comparsa y la lanchada.
En primera instancia, la comparsa reúne centenares de personas que recorren las calles del municipio al ritmo de la chirimía. Sus participantes se disfrazan y visten con elementos representativos de su cultura. El bunde, como se le denomina, define en su más pura expresión la alegría de los habitantes del Chocó.
Se trata de un práctica popular en la región, aunque no tan conocida en el resto del país. No obstante, ya ha cruzado fronteras y al evento de este año arribaron un par de ciudadanos españoles, quienes quisieron vivir en carne propia ‘el fiestón’ que se toma las calles de Pizarro cuando llega la hora de bundear.
Al otro día llega el turno de la lanchada, una procesión que se realiza en el río Baudó. En virtud de que la pesca es la actividad económica por excelencia en el Chocó, no es de extrañar que las embarcaciones sean protagonistas permanentemente. Para esta cita, una de las lanchas transporta una imagen de la Virgen del Carmen. Su trayecto es acompañado por los demás pobladores del municipio.
Paralelamente, el bunde retumba en otras lanchas. De hecho, la chirimía también va en su propia embarcación, desde donde los músicos le ponen ritmo a la actividad. Durante toda la tarde, la fiesta se traslada a las aguas del río Baudó.
El Bajo Baudó es uno de los territorios cuyo potencial turístico ha sido impulsado por Fontur. Según resaltó el gerente del fondo, Álvaro Balcázar, desde el Gobierno nacional se han invertido más de 80 mil millones de pesos en el Pacífico colombiano, con proyectos turísticos enfocados en el mejoramiento de la competitividad, la infraestructura, inversión territorial y “el fortalecimiento de la promoción de los destinos en el país de la belleza”.
Bañado por las cálidas aguas del Océano Pacífico y rodeado por manglares, el Chocó es un paraíso con extensas playas y poblaciones donde la gente hace que el turista se sienta en casa. Sin duda alguna, una región que merece ser visitada.