Viajar es uno de los mayores placeres para muchas personas. Desconectarse del día a día, conocer, disfrutar de otra comida, aprender de culturas distintas, comunicarse en un idioma diferente y hasta volar en avión, hacen parte de la larga lista de cosas que motivan a tomar unas vacaciones.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que viajar puede aumentar las posibilidades de enfermarse, según precisa la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. Por ejemplo, un viaje largo puede aumentar el riesgo de trombosis venosa profunda.
De igual forma, luego de llegar al destino final, el cuerpo necesita tiempo para adaptarse al agua, la comida y al aire de otros lugares. El agua en algunos destinos puede contener virus, bacterias y parásitos que causan malestares estomacales y diarrea. La comida mal cocida también puede provocar algunos efectos dañinos.
Si la persona viaja fuera del país, también es posible que necesite vacunarse o tomar medicinas preventivas. Las que necesite dependerán del lugar que visite, la época del año, la edad, el estado general de la salud y las vacunas que ya se haya aplicado.
A esto se suma, que en vacaciones muchos viajeros exceden la cantidad de comida que consumen, así como el licor o es posible que olviden hidratarse de forma adecuada, lo que también es posible que cause complicaciones. Por estas y muchas otras razones hay cosas que se pueden hacer para prevenir o evitar complicaciones de salud. Estas son algunas de ellas.
Informarse sobre el lugar escogido para viajar. Es importante leer y consultar sobre el destino escogido para evitar riesgos y contratiempos. Si se planea viajar al extranjero, es recomendable buscar datos de la ficha del país, para informarse sobre aspectos como: los requisitos sanitarios, el tipo de comida y las condiciones climáticas.
Cuidar los hábitos alimenticios. Los cambios de hábitos, especialmente en la alimentación, son lo que más pueden afectar a la salud, independientemente del destino. Normalmente, estos cambios en la comida implican un mayor consumo de productos poco saludables y de bebidas distintas al agua, que no tienen el suficiente poder de hidratación. Esto puede derivar en inconvenientes como estreñimiento, diarrea, pesadez, falta de apetito, dolor de cabeza, distensión abdominal y malestar general.
Evitar exponerse a infecciones. Una de las recomendaciones de los expertos es tener cuidado con el exceso de humedad, pues una exposición prolongada al agua puede ser nocivo para la piel, por ejemplo. La piscina, la playa, y los jacuzzis en demasía pueden causar infecciones bacterianas o virales. Dentro de las afecciones están la otitis externa, que aparece debido a la entrada de agua en el oído. La recomendación para evitar la otitis externa es utilizar tapones adecuados, secar muy bien los oídos después de cada baño y no introducir objetos en el canal auditivo.
Otra afección es la cistitis, que se puede producir por un contacto prolongado de humedad con las partes más íntimas, lo que favorece el crecimiento de las bacterias que provocan la cistitis o infección del tracto urinario. También se puede presentar conjuntivitis o pie de atleta, que es una afección causada por un hongo, que suele aparecer en los dedos de los pies y causa picor, quemazón y ardor.
Evitar las picaduras de insectos. La picadura de estos animales pueden afectar la salud. Por ello siempre es clave aplicar repelente que ahuyente a estos bichos. En las zonas de mayor riesgo, es conveniente usar ropa que cubra toda la piel, además de aplicar el repelente.
Incorporar actividad física a los planes diarios. Es importante en los viajes no dejar de hacer ejercicio. Una buena opción es explorar los lugares cercanos a pie o practicar algún tipo de deporte para mantenerse activo o participar de planes en el hotel como clases de yoga o fiestas de bailes típicos, por ejemplo.