Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que se pueden vivir, ya sea por placer, trabajo o cualquier otro motivo. Sin embargo, los viajes largos, ya sean en avión, tren, autobús o automóvil, pueden poner a prueba nuestra salud física y mental.

Pasar largas horas en desplazamiento no solo puede causar incomodidad, también puede desencadenar problemas de salud si no se toman las precauciones adecuadas. Desde la fatiga y la deshidratación hasta el estrés y las molestias musculares, hay varios factores que pueden afectar el bienestar de una persona durante un viaje largo.

La ropa que se elija para un viaje largo debe ser cómoda y adecuada para las condiciones del trayecto. | Foto: Semana

Es fundamental ser consciente de los riesgos que implica un trayecto extenso y entender que la preparación adecuada puede marcar una gran diferencia en la experiencia. A pesar de las dificultades que puedan surgir, existen múltiples estrategias para mitigar los efectos negativos de los viajes prolongados.

Desde hábitos que fomentan la circulación sanguínea, hasta cuidados específicos para el descanso y la alimentación, es posible garantizar que nuestra salud se mantenga en buen estado a lo largo del viaje. Al integrar algunas de estas prácticas, se logra no solo protegerse de malestares comunes, sino disfrutar del trayecto y llegar al destino con mayor energía.

1. Mantenerse hidratado

Uno de los aspectos más importantes para la salud en cualquier tipo de viaje es la hidratación. Durante los viajes largos, las personas tienden a deshidratarse debido a la exposición a ambientes secos, especialmente en vuelos, o por el hecho de no recordar beber agua regularmente. La deshidratación puede causar fatiga, dolor de cabeza, mareos y afectar la digestión.

Por ello, es fundamental llevar una botella de agua y beber pequeños sorbos a lo largo del viaje.

2. Hacer pausas y estiramientos

Pasar largos períodos de tiempo sentado, como ocurre en vuelos largos, viajes en tren o en automóvil, puede afectar la circulación sanguínea y contribuir a dolores musculares o incluso a problemas más serios como la trombosis venosa profunda (TVP). Para evitar estos problemas, es importante realizar pausas regulares para estirar y mover el cuerpo.

Es recomendable no comer en exceso antes o durante el viaje. | Foto: Getty Images

En vuelos, se recomienda levantarse y caminar por el pasillo cada una o dos horas. Además, se pueden hacer ejercicios simples de estiramiento, como mover los tobillos en círculos o elevar las piernas.

3. Vestimenta adecuada

La ropa que se elija para un viaje largo debe ser cómoda y adecuada para las condiciones del trayecto. Es importante llevar ropa que permita libertad de movimiento, sin que resulte apretada ni restrictiva.

En cuanto a la temperatura, los cambios de ambiente pueden afectar el bienestar físico. En los aviones, por ejemplo, las temperaturas pueden variar considerablemente entre el interior de la cabina y el exterior, por lo que es recomendable llevar una chaqueta ligera o una bufanda.

4. Controlar la alimentación

Los viajes largos suelen alterar los hábitos alimenticios. Las opciones de comida disponibles en aeropuertos, estaciones de autobuses o durante un trayecto por carretera a menudo son poco saludables, como alimentos procesados, ricos en azúcares y grasas. Aunque es tentador ceder a estos antojos, es mejor optar por snacks saludables, como frutos secos, frutas frescas, barras de cereal o yogur, que pueden aportar nutrientes sin comprometer la salud.

Además, es recomendable no comer en exceso antes o durante el viaje. Comer de manera ligera ayuda a evitar la sensación de pesadez y favorece una digestión más fácil. Si se viaja en avión, los alimentos ofrecidos a bordo suelen ser altos en sodio, lo que puede causar hinchazón.

¿Cómo evitar enfermarse en medio de un vuelo? | Foto: Getty Images

5. Gestionar el sueño y el descanso

El jet lag, o desfase horario, es un problema común en los vuelos largos, especialmente cuando se atraviesan varios husos horarios. El cambio repentino de hora afecta al reloj biológico, provocando fatiga y alteraciones en el sueño. Para minimizar este efecto, es recomendable intentar adaptarse gradualmente al horario del destino antes del viaje. Esto puede implicar adelantar o retrasar la hora de acostarse y despertarse unos días antes de partir.

*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de Semana.