No sabemos en qué momento los seres humanos empezamos a correr con los brazos abiertos soñando ser pájaros. Tal vez esté relacionado con nuestro origen en las sabanas africanas.
Si pudiéramos unir millones de años de evolución, quizá observar los pastizales desde un árbol y bajar a sentir el viento en la cara y las manos, saltar por momentos e intentar vencer la gravedad… Siempre hemos relacionado la carrera, el vuelo y el salto. Por eso, no tiene nada de raro que una niña amante del fútbol y de correr, en la adultez sea paracaidista.
Ella, Ana Aponte, entregó su vida a desafiar el vacío. Entendió que el paracaidismo no era una actividad para los fines de semana sino algo tan indispensable como respirar o amar, a los diecinueve años, en Australia. Allí encontró su destino de la mano de una paracaidista francesa, Melissa Phillip. Casualmente, vivían juntas y en las noches antes de saltar, Ana acompañaba a Melissa a doblar el paracaídas. En una ocasión, Melissa le regaló una cinta escarlata —dos centímetros de ancho por dos palmos de largo— para empacar los paracaídas.
Ana, trece años más tarde, aún la guarda como un amuleto. Días después, Melissa llegó a casa con la noticia de haber encontrado un lugar para saltar juntas. Una frente a la otra, acostadas boca abajo en el aire mientras Melissa sostenía una cámara enfocada hacia Ana, descendieron hasta el suelo. Al caer, se abrazaron y Ana despertó a sus padres en Bogotá con una decisión tomada: saltaría por el resto de sus días. Hacerlo realidad ha sido un proceso de constancia, humildad y obstinación. Esa determinación de creer en los sueños y de poco a poco empujar la realidad, la ha llevado a ser un referente mundial y a construir una empresa de paracaidismo a la que se han vinculado otros sueños suyos y de su novio, Nicolás Rubio.
En 2016, Ana participó en dos récords mundiales: el primero fue de 66 mujeres volando de cabeza, siendo ella la única suramericana; el segundo fue el récord mixto suramericano volando de cabeza, en el que fue la única mujer. Posteriormente en otros dos: Project19, con 100 mujeres volando de cabeza en Chicago. Ana pasó a ser la única colombiana y entrenará a todas las participantes suramericanas. En septiembre, junto con 39 personas, romperá el récord suramericano mixto, siendo, de nuevo, la única colombiana. Para 2021, planeó el primer récord, también suramericano, de mujeres volando de cabeza. Para Ana, esta mujer-pájaro, el cielo no es el límite: es un sueño hecho realidad.
Por: Ana María Enciso
Literata y poeta colombiana. Exeditora en jefe de la revista cultural Artificio y productora de contenido de Al Día News
Artículo publicado originalmente en la revista Avianca edición número 82