El municipio de Chipatá, en el corazón del departamento de Santander, se prepara para dar vida a la versión 17 del Festival del Maíz, una celebración que rinde homenaje a uno de los productos más importantes de la región.
Del 10 al 14 de octubre, este municipio se llenará de color y tradición con actividades que destacan el valor cultural y agrícola del maíz en la comunidad chipateña.
Durante semanas, los habitantes de Chipatá, familias e instituciones locales, han dedicado sus días a desgranar arrobas completas de maíz, que será utilizado para decorar carrozas, motivos y comparsas que se presentarán en los desfiles del evento.
Es un trabajo arduo, pero lleno de amor y dedicación por mantener viva una de las tradiciones más arraigadas del municipio.
La profesora Clara Franco, una de las participantes activas en la creación de las carrozas, comentó en una entrevista con SEMANA que es difícil calcular la cantidad exacta de maíz que se utiliza, ya que varía según el diseño y el acabado de cada carroza. “Depende del motivo y cómo se le da el acabado porque, además del grano, se usan todos los elementos: la cáscara, la tusa, la espiga y la caña”, explicó.
A lo largo de los años, los organizadores han optado por reducir la cantidad de grano utilizado, priorizando el uso de desechos del maíz para mantener la sostenibilidad. “Por el tema de economía y de que el maíz es un alimento, se ha buscado que lleve cada vez menos grano y, en su lugar, vaya desperdicio”, le dijo este medio.
El proceso de creación de las carrozas comienza dos meses antes del festival, ya que pegar grano por grano requiere un cuidado minucioso y mucho tiempo. Clara enfatizó que “es un trabajo arduo, pues pegar grano por grano requiere de cuidado y por el tamaño es difícil de rellenar. Se requiere de mucho tiempo y dedicación”.
Alejandra Franco, una joven de Chipatá, está involucrada en la elaboración de un letrero junto a los adultos mayores del Centro Vida. Para ella, aunque la tarea es exigente, el amor por sus tradiciones y su identidad la impulsa a seguir. “Es muchísimo trabajo, pero lo hacemos con amor por ser parte de nuestras tradiciones y nuestra identidad”, le dijo a este medio.
Este festival no solo celebra la cosecha de maíz, sino que también es una oportunidad para integrar a diferentes generaciones, como los abuelos, que aportan su experiencia y manos a la creación de las carrozas y comparsas. La participación de los mayores es esencial, ya que fortalece el sentido de comunidad y asegura que las tradiciones se mantengan vivas.
Un festival lleno de sabor y folclore
El domingo, día final del festival, es uno de los momentos más esperados. Alejandra comentó que todos los habitantes se visten con trajes típicos y se preparan los derivados del maíz, como arepas, envueltos y maíz frito.
“Ese día se comparte con todos, tanto con los participantes como con los espectadores que salen a admirar el trabajo que hemos forjado durante más de dos meses”, relató.
Una vez finalizado el desfile, los asistentes pueden caminar por una calle donde las carrozas se exhiben, permitiendo al público admirar de cerca el arte hecho con maíz y tomarse fotos con las impresionantes creaciones. La festividad se llena de música colombiana, cantos, instrumentos tradicionales y mucha alegría, característica de toda la provincia de Vélez, de la cual Chipatá forma parte.
Si desea vivir esta experiencia única, el Festival del Maíz en Chipatá se celebrará del 10 al 14 de octubre. Si viaja desde Bogotá, el recorrido le tomará aproximadamente cinco horas en bus, con un costo de pasaje cercano a los $50.000 pesos.
La primera parada será en Barbosa, Santander, desde donde podrá tomar un bus hacia Vélez y, finalmente, otro hacia Chipatá. Si prefiere viajar en carro particular, el trayecto de 213 kilómetros le tomará alrededor de cuatro horas.