La Catedral de Sal de Zipaquirá es uno de los atractivos turísticos más llamativos no solo de Cundinamarca, sino del país. Se trata de un monumento subterráneo que fusiona la arquitectura con la geología, destacándose por su diseño y su gran conexión espiritual. Cada rincón de esta obra ofrece una experiencia única, que atrae a miles de visitantes cada año.
Este icónico lugar fue construido en antiguas minas de sal y se convirtió no solo en un referente arquitectónico, sino también en un testimonio de la historia cultural de la región. Hace años, el Ministerio de Cultura declaró a la Catedral como patrimonio cultural, religioso y ambiental de Colombia, formando parte del Parque de la Sal, un complejo turístico y cultural que está dedicado a la minería, la geología y los recursos naturales en el departamento.
Ahora, el Parlamento Andino declaró este lugar como referente del Patrimonio Cultural, Natural y de Interés Histórico de la Región Andina, lo que hace que tome aún mayor relevancia tanto en el país como en la región.
Con esta declaratoria, el ente regional busca proteger y promover este invaluable patrimonio, fomentando el turismo cultural y la integración subregional, y reafirmando la importancia de lugares que representan momentos clave en la historia de los pueblos andinos.
La decisión, que se da a conocer en el Día Mundial del Turismo, se establece dentro del marco de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y fortalece el compromiso con la conservación de la herencia cultural y natural de la región. Al ser ahora patrimonio andino, la Catedral de Sal será objeto de una atención especial para su preservación y promoción a nivel internacional.
¿Qué hacer en la Catedral de Sal?
Cuando una persona visita este majestuoso lugar, se encuentra con el olor mineral, que está acompañado de la oscuridad. Después, un juego de luces muestra la roca tallada y los túneles que albergan estaciones del viacrucis. Al final hay acceso a tres naves: la del nacimiento y bautismo, la de la vida y la muerte y la de la resurrección, cada una con un altar, precisa el portal Colombia Travel.
Es un sitio que ofrece diversidad de alternativas para ver y disfrutar. Las naves tienen esculturas hermosamente talladas, entre las que destaca La Piedad, cuyo rostro tiene fuertes rasgos indígenas, en honor a los Muiscas que primero aprovecharon la sal. También están el Ángel Guardián, tallado en 1950 por el escultor italiano Ludovico Consorte y la cruz del Nártex.
Otro punto imperdible para los turistas es el espejo de agua, lo que anteriormente fue una salmuera, cuyos alrededores están iluminados para reflejarse en el agua estática y dar un efecto óptico que da la impresión de estar nadando en un vacío subterráneo. La mina cuenta con guías bilingües y políglotas, para quienes llegan a visitarla desde el extranjero.