Montreal tiene inviernos implacables y veranos seductores, es cuna del hockey y sitio donde Nadia Comneci alcanzó la perfección, sabe a un plato de poutine (papas fritas, queso y salsa gravy) tras una noche de copas y figura en poemas y canciones de Leonard Cohen, su amado hijo. También suena a música indie, o mejor dicho, medio planeta suena a indie montrealés.
Seattle ha catapultado al grunge, Berlín se ha movido bajo el embrujo electrónico y la metrópoli de Quebec ha moldeado algunos de los sonidos más peculiares de los primeros lustros de este siglo. Patrick Watson, Grimes, Wolf Parade y Half Moon Run son ejemplos de cómo Montreal ha visto nacer a un ecléctico y poderoso movimiento musical. Pero hay una luz que brilla sobre las demás: la urbe canadiense es, ante todo, territorio Arcade Fire. Las notas de la banda sirven como soundtrack citadino y, al mismo tiempo, Montreal ha sido fuente de inspiración y punto de partida de este ejército de locos geniales.“ La ciudad es considerada la capital cultural de Canadá por sus museos, teatros, festivales y bilingüismo. Hay un ambiente joven y festivo que le da una energía especial. También los artistas han tejido una red muy solidaria”, afirma Philippe Renaud, periodista musical de Radio-Canadá. Renaud subraya igualmente puntos relacionados con la billetera: un costo de vida menor al de las grandes urbes norteamericanas que se refleja en alquileres abordables para lugares de ensayo y estudios de grabación.
El texano Win Butler llegó a Montreal para cursar estudios universitarios. Otros miembros de la banda aterrizaron con el mismo fin o para proseguir con sus derroteros musicales. De hecho, Régine Chassagne es el único engrane de Arcade Fire que nació en la ciudad. “Gracias a Montreal y a todos en Quebec”, declaró Chassagne en francés (su primera lengua) cuando obtuvieron el Grammy por el álbum The Suburbs. “Montreal es nuestro hogar y nos permitió formar una banda”, expresaron al micrófono Win y William Butler en un concierto el año pasado, para comenzar enseguida Keep the Car Running, con las baquetas de Jeremy Gara marcando ritmo. Win Butler conoció en 2001 a Régine Chassagne y la incluyó en el proyecto musical que cocinaba con su amigo Josh Deu. Los miembros del trío estudiaban en las universidades de la ciudad y fueron desarrollando contactos en la escena local. Después se sumaron otros integrantes (y algunos tiraron la toalla).
Sus primeras notas en vivo sonaron en apartamentos de amigos y galerías.El boulevard St-Laurent es la arteria más representativa de Montreal, la atraviesa de sur a norte y registra la impronta de diversas comunidades (chinos, portugueses, españoles, judíos centroeuropeos, italianos). A su vez, divide de forma simbólica a francófonos y anglófonos, aunque sin entrar en fanatismos. Es un punto constante de experimentación artística que refleja viejos modos y nuevas tendencias. Hay que caminar sobre St-Laurent en busca de aventuras, preferentemente de noche. Sobre St-Laurent están ubicados muchos de los bares y salas de concierto neurálgicos de la esfera indie, circuito donde Arcade Fire tocó en sus inicios. Le Divan Orange y Club Soda son dos de ellos. Mauro Pezzente recuerda cómo debía ayudar a esos jóvenes curiosos a conectar el equipo para sus primeras presentaciones en La Casa del Popolo, cuando había 10 o 15 parroquianos en el lugar. Pezzente es uno de los dueños de este bar y de La Sala Rossa, un sitio significativo para la banda. Win Butler contó a Rolling Stone del primer recital en dicho foro, a principios de 2003: “Había una fila que daba la vuelta a la manzana. Fue toda una impresión: esa gente quería vernos y escuchar nuestra música.
Todo lo que ha pasado desde entonces es una extensión de esa sensación”. Philippe Renaud estaba entre el público esa noche, en una sala con capacidad para 250 personas: “Ya sabían transmitir una idea. Proyectaban algo muy eufórico que continúa hasta la fecha”. El Mile End es un barrio montrealés con un sabor especial. Aloja a miles de judíos ultraortodoxos, pero también se ha posicionado como zona de vanguardias artísticas y tecnológicas. Sus calles albergan librerías, cervecerías artesanales, talleres de artes visuales y firmas de videojuegos. Varios de los miembros de Arcade Fire han residido ahí, además de que detrás de ciertas puertas están ubicados estudios de grabación para los amantes de la experimentación. Uno de ellos es Hotel2Tango, donde acuden bandas en ciernes y también nombres consagrados, como lo hizo Arcade Fire para crear Funeral. Montreal es una ciudad con un abultado número de festivales musicales. Los hay de diversos géneros, como el Internacional de Jazz y Noches de África, así como Pop Montreal y Osheaga, dos citas infaltables del circuito indie en Norteamérica.
Arcade Fire ha actuado en ambos. Daniel Seligman es fundador de Pop Montreal y amigo de larga data de los miembros de la banda. “Se presentaron por primera vez en 2003. Gozaban de reputación local y estaban llamando cada vez más la atención de otros públicos. Ya dejaban ver su potencial”, recuerda Seligman sobre la que varios medios han catalogado como la mejor banda en directo del mundo: un carnaval escénico, una exquisita conjunción de instrumentos, una lluvia de endorfinas sin tacañerías.Además de sus recuerdos jugando basquetbol y ping-pong con la agrupación, Seligman evoca un elemento cardinal: “Difundieron la imagen de Montreal como un espacio de creatividad y libertad”. Tras el lanzamiento de Funeral en 2004 llegaron los éxitos y los conciertos multitudinarios internacionales, aunque se sabe que Arcade Fire gusta presentarse de improviso en pequeños bares y fábricas abandonadas; varias veces lo ha hecho en la ciudad canadiense, así que conviene visitarla con amuletos en la maleta.
Arcade Fire compró en 2005, a pocos kilómetros de Montreal, una antigua iglesia para transformarla en estudio de grabación (ahí esculpieron Neon Bible y The Suburbs). Vendieron el inmueble en 2013. La iniciativa más reciente —aunque esta vez solo a cargo de Win Butler y Régine Chassagne— es Agrikol, un restaurante-bar de especialidades haitianas ubicado en el barrio gay. Los padres de Chassagne son originarios de Haití. Uno de los meseros del lugar cuenta la buena vibra que proyecta en las distancias cortas el matrimonio más famoso del universo indie. La clientela disfruta entre conversaciones, risas y ritmos caribeños, aunque da la sensación de que en cualquier momento aparecerá Richard Reed Parry con bombo y pandereta, sonará Wake Up y todos se pondrán a cantarla sin reparos. Es un himno generacional, por supuesto, y no hay mejor sitio para entonarlo que Montreal. Playlist Indie de MontrealArcade Fire-The SuburbsChromeo-Night by NightHalf Moon Run-Full CircleThe Dears-Lost in the PlotWolf Parade-You’re Dreaming.
Por: Jaime Porras Ferreyra
Jaime Porras, mexicano. Vive en Canadá desde hace más de una década. Escribe en medios como El País, Letras Libres, Proceso, The New York Times, Expansión y Vogue Latinoamérica.