Estoy parada sobre un puente suspendido entre dos esculturas de concreto y metal, siete pisos por encima del suelo. ‘Flotar’ tan lejos de la tierra, por un instante, permite perderse en la ensoñación que produce la vista a esa altura: en lugar de diluirse entre los tejados galácticos de la modernidad, esboza un panorama natural, casi salvaje, de más de 200 especies de plantas tropicales —incluyendo bromelias de Brasil, cactus de Costa Rica y orquídeas de Ecuador— que ascienden sobre gigantes esqueletos metálicos y se elevan hacia una cubierta artificial… La escenografía, el preámbulo de una intensa noche.

Es el Skyway OCBC, un paseo peatonal se eleva entre ‘superárboles’ artificiales de hormigón de hasta 50 metros de alto. Son los Jardines de la Bahía, en Singapur, esa ciudad selvática tropical en donde la flora local cubre con su camuflaje verde los pasos superiores de las carreteras, los postes de cemento y los costados de los edificios. La capital de una próspera economía, cuyos habitantes disfrutan de uno de los PIB per cápita más altos del mundo.

Los árboles manufacturados, magníficos, semejan un jardín extraterrestre, desproporcionado. Tienen parlantes de sonido envolvente y luces LED de energía solar que, rápidamente, pestañean en sincronización con baladas ininteligibles: el espectáculo se acaba a las ocho de la noche y, a lo lejos, rayos láser de color verde caen desde lo alto del Marina Bay Sands, la icónica edificación de Singapur con techo en forma de bote, cuya terraza está inundada con una de las piscinas más famosas del planeta.

El Templo de la Reliquia del Diente de Buda, principal ícono del barrio chino | Foto: Nikada

A medida que crece la noche, esta próspera y lujosa ciudad-estado se prepara para mostrar una de sus facetas más vivas, con la fiera que la simboliza como protagonista. Un puñado de leonas, reconocidas cazadoras nocturnas, devorarán su cena mientras que un safari recorre el zoológico de 28 hectáreas, a 20 minutos del centro. Lo del símbolo es de mucho tiempo atrás. Según la leyenda popular, en 1299 un príncipe malayo llamó Singa Pura (Ciudad del León) a esta isla ecuatorial luego de toparse con uno de estos grandes felinos en sus costas, presagio de buena suerte.

La historia, sin embargo, es improbable: los únicos leones que han pisado alguna vez la isla son africanos y viven en el premiado y citado zoológico. ¿En India o en China?La brisa en el puente es leve. La temperatura, alta. A poca distancia, las parrillas en Satay Street despiden humo fragante y los faroles destellan sobre los puestos de baratijas en el barrio chino. Las bandas de covers afinan sus instrumentos y pronto la música en vivo saldrá de los bares alrededor de Clarke Quay, a orillas del río, iluminada con fuertes luces de neón que llaman a la fiesta.

A lo lejos, desafiante, se vislumbra el inconfundible domo de Kampong Glam, la Mezquita del Sultán, la más grande de Singapur. A su alrededor, en las estrechas calles, se agolpan las tiendas que por generaciones han vendido telas y alfombras. La vecina calle Árabe es compartida por locales de ropa hípster y cafés y, aunque el humo de narguile está prohibido, el té de menta y el falafel se encuentran por montones. Aquí, la noche es especialmente brillante durante las semanas previas al Año Nuevo chino, cuando Chinatown se llena de luces y color, y al Diwali, cuando la Pequeña India se adorna para el festival hindú de las luces.

En septiembre, los budistas y taoístas se entrecruzan durante el Festival de los Fantasmas Hambrientos, en el que el fuego se eleva desde las canecas metálicas de basura donde las familias queman pilas de billetes falsos a manera de ofrenda para sus ancestros y para que se vuelva real el dinero. Ese mismo mes llega la fiesta más internacional: el Gran Premio de la Fórmula 1, que cubre con luces las calles aledañas al Marina Bay. Por supuesto, se realiza de noche, algo único en el mundo. Singapur casi siempre tiene una excusa para brillar.

Humanos hambrientos...

Un coctel en Employees Only, un bar clandestino en el barrio chino donde se reúne la industria restaurantera, invita a meditar sobre las tendencias nocturnas. La conversación lleva inevitablemente a su principal obsesión: la comida. “Mantener abiertos los restaurantes toda la noche nació de servir a las personas que debían trabajar hasta tarde o comenzar temprano, como los estibadores de los barcos y los tiradores de rickshaws”, dice Shen Tan, galardonada chef que sabe cómo es trabajar en las largas horas de calor.

En 2009, Shen abrió un puesto de nasi lemak (desayuno tradicional malayo) en el Maxwell Road Food Centre y durante un año se levantó todos los días antes del amanecer para preparar su aromático arroz de coco, pollo frito, cerdo cocido a fuego lento con cinco especias y un detalle ineludible: pasta casera de ají.Sus antiguos vecinos —casetas montadas por familias que sirven una pequeña variedad de platos— tienen un horario igualmente largo. Justo cuando los trasnochadores fiesteros consumen el último plato de roti prata (pan plano frito servido con curry) y la última botella de cerveza Tiger, el grupo de los taxistas llega por su plato mañanero de gachas o fideos de pato. Además de mostrar un vigor increíble, los cocineros del centro de ventas ambulantes de Singapur son cada vez más reconocidos por su destreza culinaria: dos de ellos han recibido estrellas Michelin.

El Marina Bay Sands incluye tres torres hoteleras y un centro de conversiones | Foto: surangaw

Michael Callahan, director creativo de Employees Only —se formó como bartender en Nueva York—, llena el vaso y asegura: “Singapur tiene una escena nocturna tan prolífica como cualquier ciudad global”. En cuanto a la comida, su sesgo es hacia el decadente menú para horas tardías del Employees, pero también se lo puede ver dando cuenta de un dim sum al vapor al estilo de Shanghái de Swee Choon o metiéndole el diente a un plato de murtabak (un pancake frito relleno) de pollo picante en Spize, en River Valley Road.Ambos lugares son famosos por mantener sus cocinas abiertas hasta las seis de la mañana.

Haresh Sabnani, director de Spize, discute sobre la diversidad a la hora del cierre: “Es común que familias en sandalias coman junto a quienes llegan de fiesta”, cuenta. Él ha alimentado a un grupo de personas que terminaban de celebrar Halloween, con su pintura facial derretida bajo el calor, y al príncipe heredero de Johor (la vecina provincia malaya), quien andaba con su séquito y una flota de autos de lujo.Cualquier cosa que traiga la noche, casi nunca es aburrida. After HoursSon casi las dos de la mañana. Toda esta conversación sobre comida da hambre. Quince minutos y un taxi conducen por el Hotel Fullerton, una majestuosa estructura del pasado colonial.

Luego, por el Parque de Merlion, con su enorme estatua mitad león, mitad pez, y el nuevo Estadio Nacional, una maravilla moderna con techo retráctil. El destino es Tasvee Restaurant, en Geylang, un barrio famoso por su distrito rojo pero más por su gastronomía y sus mercados de frutas. Unos cuantos amigos se dirigen por su primer nombre al parrillero. Pronto llegan unos pratas hojaldrados remojados en tazones plásticos llenos de curry. Puede haber, por aquí o por allá, algún comensal que llegue del cine retro de Beach Road, dedicado a las películas de autor, o de la Galería Nacional, que abre hasta tarde —viernes y sábados— sus dos edificios patrimoniales y contiene la colección pública de arte moderno del sureste asiático más grande del mundo.La noche, inaugurada con chorros láser desde el Marina Bay Sands, se resiste a terminar. Un DJ toca en Lulu’s Lounge hasta las seis de la mañana: el canto de sirena de la vida nocturna de la Ciudad del León —más que balada es un rugido— nos atrapa de nuevo.

Singapur de lujo

• Cena en el Restaurant André, un orgullo local, con capacidad para 30 comensales, que acaba de obtener dos estrellas Michelin. En promedio, 350 dólares por persona.

• Duerme en el Hotel Raffles Singapore, hospedaje preferido de los famosos y la realeza. Es el lugar de nacimiento del coctel Singapore Sling. Desde 800 dólares la noche.

• Relájate en el Banyan Tree Spa Marina Bay Sands por la vista y por su Sense of Place: dos terapeutas aplican sus técnicas durante 210 minutos. Cuesta 800 dólares.

• Compra con la ayuda de un personal shopper en The Shoppes, del Marina Bay Sands, el centro de las tiendas de lujo en Singapur. Cuesta 250 dólares la sesión.

• Recorre Singapur a bordo de un helicóptero de Singapore Heli Services que, por 45 minutos, sobrevuela las atracciones de la ciudad.Cuesta 3.500 dólares para cuatro personas.

Singapur Low-cost

• Cena en el hawker —mercado— Lau Pa Sat, una de varias plazoletas de comida de la ciudad en la que se puede probar las influencias malayas, chinas e indias de su gastronomía.Desde 4 dólares.

• Duerme fuera de este mundo en el hostal MET Space Pod, cuyas camas están diseñadas como cápsulas espaciales. Cuenta con dos sedes en la ciudad, incluye desayuno y wifi.Desde 36 dólares.

• Visita el pasado y la herencia de la ciudad en el Templo y Museo de la Reliquia del Diente de Buda, el punto de partida perfecto para caminar por las calles del distrito de Chinatown. Entrada gratuita.

• Relájate con una visita a la Reserva MacRitchie, un bosque de más de seis kilómetros de longitud, ubicado en el centro de la ciudad. Su atracción principal es el puente colgante de 250 metros de largo.Entradagratuita.

• Recorre la vecina isla de Ubin para escapar del ritmo frenético de la ciudad. Puedes llegar con un corto viaje en ferry (2 dólares) y luego alquilar una bicicleta (6 dólares)para atravesarla.8 dólares.

Rápido, no furioso

Año tras año, las multitudes se agolpan en cada Gran Premio alrededor del mundo. Pero se equivocan si creen que van solo por las carreras. En realidad, uno se sienta en la tribuna con auriculares y cada tanto una ráfaga de patrones pasa volando en una rápida sucesión: repítase 61 veces y se obtiene la receta para la carrera. Asistir se trata de otra cosa; lo importante es el ambiente de la competencia, y participar en él. Cada carrera dura apenas tres días, pero el alboroto se prolonga por meses.

En Singapur, los arbustos se podan y se riegan, las luces y las aceras se arreglan, se prueban los sistemas de sonido y se lavan las ventanas de los rascacielos. El hecho de que sea un circuito urbano implica que nuestras calles centrales se acordonan exclusivamente para la carrera. Claro, eso para muchos es un inconveniente, pero siempre queda el lado positivo: semanas antes del evento, la ya de por sí rebosante vida nocturna recibe un impulso adicional de ácido nitroso. Es imposible pasar por alto la transformación de la ciudad, y tampoco se puede ignorar la creciente emoción en el ambiente.

¿Dónde dormir?

Marina Bay SandsEpicentro del entretenimiento en Singapur, tiene la piscina ‘infinita’ más famosa del mundo.

Parkroyal on PickeringUn hotel de lujo que transforma el concepto ecológico con sus terrazas verdes. Wanderlust Un hotel boutique, en el corazón de Little India.

¿Dónde divertirse?

Employees OnlyManhattan y la Ciudad del León se encuentran en este bar que también incluye unun menú after hours. The ProjectorCine independiente y películas clásicas en dos teatros históricos renovados. Lulu’s LoungeLa fiesta, con DJ invitados y música en vivo, se extiende hasta las seis de la mañana.

¿Dónde comer?

LAU PA SATHAWKER Centre Uno de los mercados que refleja la diversidad de sabores de Singapur (foto). Swee ChoonEl mejor Dim Sum al estilo Shanghái. SpizeUn encuentro de sabores entre Oriente y Occidente. Tasvee RestaurantClásico local en el distrito de Geylang.

Un evento para cada mes

ENERO Semana del arte FEBRERO Año Nuevo Chino MARZO World Gourmet Summit ABRIL Torneo Rugby Sevens MAYO Dragon Boat Festival JUNIO Festival de Música Electrónica Ultra Singapore JULIO Food Festival AGOSTO Night Festival SEPTIEMBRE Gran Premio de Singapur de la Fórmula 1 OCTUBRE Finales de la WTA (Tenis) NOVIEMBRE Anime Festival Asia DICIEMBRE Navidad y Año Nuevo en el Marina Bay Sands.

Artículo publicado originalmente en la edición 51 de la revista Avianca