A la hora de planificar un viaje al exterior, ya sea por trabajo o por vacaciones, siempre se deben tener en cuenta muchas consideraciones que resultan clave para evitar posibles inconvenientes durante el tiempo de estadía fuera del país.
Además de determinar los lugares que se visitarán y organizar toda una agenda del viaje, también es clave evaluar de qué manera se asumirán los costos que se generan y qué es más viable, si utilizar tarjetas, ya sea de crédito o débito o dinero en efectivo.
Información del banco BBVA, en su página web, indica que los expertos recomiendan no perder de vista ninguna de las dos modalidades de pago, ya que, dependiendo del destino o de los gastos que se vayan a tener, puede resultar más adecuado un sistema u otro o una combinación de los dos.
En torno a la tarjeta, lo que se señala es que la de crédito tiene más cobertura y es recibida en muchos comercios, algo que no siempre sucede con la de débito. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España, la tarjeta es un instrumento financiero que brinda seguridad, versatilidad y facilidad de uso, por lo que se convierte en una buena opción en el momento de traspasar fronteras.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la mayoría de las tarjetas tienen establecidas comisiones por cambio de divisa, que se aplican tanto en las compras como si se tiene la posibilidad de sacar de cajeros en una moneda distinta. De igual forma, al usarlas en establecimientos comerciales es posible que después se vean reflejados algunos puntos que no siempre se tienen contemplado, como, por ejemplo, el número de cuotas.
Una de las recomendaciones para los viajeros es llevar dos tarjetas a un viaje: una para tenerla en uso y la otra en custodia (en la caja fuerte del hotel, por ejemplo), por si la primera se deteriora, se pierde o es robada, tener un plan B.
¿Qué sucede con el efectivo?
Si se realiza una evaluación de qué sucede con el dinero en efectivo, en comparación con el plástico, el principal inconveniente del primero es su costo, especialmente si se cambia en el punto de destino y en lugares que normalmente suelen ser más caros, como es el caso de los aeropuertos.
Otros puntos en contra están relacionados con la gestión. Si se cambia mucho dinero es posible que al final del viaje no se haya gastado todo y las personas se quedan con algunas monedas y billetes que no siempre pueden cambiarse, por lo que es plata que es posible que se pierda.
Así las cosas, lo mejor siempre es considerar cuál es la mejor opción dependiendo del tipo de viaje, el número de días que se estará fuera, las actividades que se realizarán y si se viaja solo o acompañado, por ejemplo.