En los últimos días el teléfono del genealogista Gustavo Chinchilla no ha parado de sonar. “Los colombianos dejan todo para lo último”, dice este paisa de origen italiano. Se refiere a que el 30 de septiembre termina el plazo del trámite para acogerse a la Ley 12 de 2015, expedida durante el Gobierno del entonces presidente Mariano Rajoy, que busca hacer una reparación histórica a los judíos que Isabel la Católica expulsó de España en 1492. Quiero ser judío sefardí Por eso, en los últimos tiempos lo llaman muchos colombianos que quieren averiguar si entre sus antepasados hay un judío converso. Si en el árbol genealógico hay una línea de parentesco que así lo indique, el Gobierno le otorgará la nacionalidad española. Pero como se acerca el límite todos corren para alcanzar a someter los papeles antes de que el tiempo se agote. Encontrar ancestros de hace 500 años parece una hazaña, pero Chinchilla cuenta que hoy es un proceso relativamente fácil Muchos aplauden la iniciativa. “Busca resarcir una injusticia de hace 500 años cuando a los judíos les dieron tres opciones: convertirse al catolicismo, salir de la península o morir”, dice Marcos Peckel, director de la comunidad judía de Colombia. Pero otros sospechan un mecanismo del Estado español para atraer inversionistas, especialmente en propiedad inmobiliaria.
El embajador de España en Colombia, Pablo Gómez de Olea, ha dicho que más de 5.000 personas han solicitado la nacionalidad española por esta vía. Pero Chinchilla sostiene que deben ser muchos más, pues solamente él ha ayudado a 500 personas desde la vigencia de la ley. Algunos calculan que la cifra puede llegar a 20.000. Encontrar ancestros de hace 500 años parece una hazaña, pero Chinchilla cuenta que hoy es un proceso relativamente fácil, aunque dispendioso. Muchos acuden a él por su experticia para revisar libros, registros de parroquias y notarías y la facilidad con que va hilando el pasado de una familia. Hay tres requisitos básicos: el árbol genealógico, la certificación de una federación judía avalada por el Gobierno español y un examen de conocimientos sobre España. Eso hizo Iván Jaramillo Price, animado por un primo historiador que había indagado el pasado de su familia. La investigación comenzó en septiembre pasado cuando hablaron con un abogado que los contactó con otro en Israel que completó la pesquisa. Aunque Jaramillo tenía clara la línea de los Price, de ascendencia inglesa, el trabajo arrojó que el apellido Montefiori, presente en el linaje de su abuela materna, era de ascendencia judía sefardí. “Cuando mi primo me lo confirmó yo no lo podía creer”, dice. A los pocos días recibió un documento de 20 páginas que con detalle traza una línea desde él hasta Juda Montefiori, que luego de salir expulsado de España emigró a Italia.
En enero recibió el mensaje: “Usted es apto para acogerse a la ley y lo esperamos en la notaría para la firma”. Asistió a la cita en abril pasado en Madrid y ahora sus documentos se encuentran en el Ministerio de Justicia español para la última aprobación. Si la da, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España emite la resolución al consulado para que le otorgue el pasaporte. Eso puede durar entre seis meses y un año. Jaramillo también recibe llamadas de muchos amigos y conocidos que quieren saber cómo hizo el papeleo, pero no sabe si alcancen porque todo está colapsado: no hay cupos para tomar el examen en Colombia y la Federación de Comunidades Judías en España, (FCJE) una de las que certifica el linaje sefardí, está atrasada ante la avalancha de casos.
Jaramillo explica que decidió hacer el trámite por sus hijos, que tendrán en un futuro la oportunidad de ser también nacionales de ese país y aprovechar las ventajas de estudiar allá. En otros casos lo hacen porque quieren un pasaporte para viajar con facilidad. “Alguien me dijo que con ese documento lo recibían a uno en 150 países”, dice Chinchilla. Otros interesados tienen muy presente su pasado. Como un industrial del viejo Caldas que pidió la reserva de su nombre. Gracias a dos tíos historiadores que habían investigado sus apellidos hasta los Ptolomeos, decidió apostarle a esta posibilidad. “En mi caso fue fácil porque no tenía que hacer el árbol genealógico sino apalancarme en lo que la familia ya había estudiado años atrás”, dice este personaje. Muchas personas han pagado abogados pero otros han hecho la investigación directamente. Y tener un ancestro ilustre con ascendencia sefardí facilita las cosas. Según el genealogista Germán Pino Arboleda, quien tenga parentesco con Jorge Isaacs esta atado a George Henry Isaacs Adolfus, un reconocido judío sefardí, padre del escritor, que llegó al Chocó y al Valle del Cauca en 1820, se casó con María Manuela Ferrer Scarpetta y se convirtió al catolicismo. “De esa unión viene Jorge, el escritor, varios hermanos y de ahí muchas familias del Valle, Cauca y Tolima como los Mallarino, los Iragorri e incluso los propios Isaacs”.
Otro judío conocido es Juan Hurtado de la Fuente, originario de Toledo, España. “A él lo condenó la Inquisición en 1490 porque se confesó judaizante y su hermano Gonzalo salió de España, pero su nieto Alonso llegó a Popayán más o menos en 1620. De ahí vienen otras grandes familias del Cauca: los Arboleda, Arroyo, Ayerbe, Hurtado, Iragorri, Mosquera, Obando y Valencia, entre otras”, dice Pino. Este vive en Cali pero tuvo que trasladarse a Popayán para poder atender más de 200 solicitudes de colombianos interesados en esta ley. En Medellín, el viejo Caldas y el suroccidente del país hay más actividad en este momento porque allá hubo muchos asentamientos de judíos sefarditas. Chinchilla conoce a tres judíos conversos que se cambiaron de apellidos y religión para evitar la persecución de la corona española de la época: Pedro Martín Hernández, Cristóbal Gómez de Castro, y Pablo Santamaría. Quien logre conectar su apellido hoy con estos personajes tiene el camino hecho. “A veces solo me mandan el árbol y yo veo la línea ahí sin más investigación”, dice. Muchos colombianos quieren averiguar si entre sus antepasados hay un judío converso. Muchas personas han pagado abogados pero otros han hecho la investigación directamente. En este grupo está la coach Olga Gaviria, quien sospechaba que sus antepasados fueron paisas católicos que a escondidas llevaban una vida judía. Visitó notarías y parroquias hasta llegar 16 tatarabuelos. “Pero encontramos un linaje nuevo y por eso tuve que pedir aval a la FCJE y puede ser que no llegue a tiempo”. Aún así ella siente que la investigación valió la pena. No solo porque disfrutó ir a Quito con su familia a tomar el examen de historia sino porque disfrutó hablar con las secretarias de la parroquia de Pácora, a donde fue a buscar partidas de bautismo. “Nosotros no hemos sido cuidadosos con nuestras raíces. y uno se siente mucho más fuerte en la medida en que las conoce”, dice. Por eso, lo volvería a hacer aun a sabiendas de que no obtendrá el pasaporte.
El industrial caldense ya firmó en la notaría pero sabe que eso no garantiza nada. A muchos les dicen que no en ese punto. Por eso dice “ver para creer”.