El mantenimiento preventivo de cualquier vehículo hace parte de la rutina que los usuarios o dueños de los aparatos deben tener para disminuir los riesgos de accidentes y las afectaciones al correcto funcionamiento de los automotores.
En este aspecto, las llantas representan uno de esos elementos esenciales e indispensables para que el carro funcione y de su cuidado depende, en gran parte, la seguridad de los ocupantes, de los demás actores de la vía y la prevención de hechos fatídicos en carretera, razón por la que hay que estar al día con su cuidado y con las ‘señales’ que van enviando conforme pasa el tiempo.
Una de estas ‘señales’ es la profundidad del neumático. Esta debe ser, mínimo, de 1,6 milímetros. Un límite que si se sobrepasa aumenta la posibilidad de derrapes, falta de tracción o que el carro se deslice cuando el piso esté mojado o bajo condiciones de lluvia.
Para calcularlo, existen aparatos especiales que se consiguen en el mercado. Pero, si no se cuenta con uno de ellos, también hay un truco muy sencillo que solo requiere una moneda de 500 pesos, la cual tiene un aro de plata y en su interior un círculo color marrón.
La forma de utilizarla para saber si el desgaste ya superó la barrera límite es introducirla en las ranuras del neumático y verificar si la profundidad es mayor al aro de plata o si, por el contrario, esta es menor, lo que indicaría que es necesario cambiar las llantas donde esto se presente.
¿Por qué es importante mantener buena presión de aire en las llantas?
Mantener las llantas del carro adecuadamente infladas es esencial para la seguridad, el rendimiento y la eficiencia del vehículo. La presión correcta en las llantas asegura un contacto óptimo con la carretera, lo cual es fundamental para un control adecuado del vehículo. Con llantas bien infladas, el coche ofrece una mejor maniobrabilidad, lo que puede ser crucial en situaciones de emergencia o en condiciones meteorológicas adversas.
Las llantas desinfladas pueden traer varias consecuencias negativas. En primer lugar, una presión baja aumenta la resistencia a la rodadura, lo que requiere más esfuerzo del motor y, por lo tanto, disminuye la eficiencia del combustible. Esto significa que gasta más en gasolina o diésel, lo que afecta su economía.
Además, las llantas con presión insuficiente se desgastan de manera irregular y más rápida, lo que reduce su vida útil y puede llevar a una inversión adicional en reemplazos prematuros. Una presión baja también puede causar sobrecalentamiento de las llantas, aumentando el riesgo de explosiones o fallos graves mientras conduces.
Por otro lado, las llantas demasiado infladas también presentan problemas. Pueden reducir la tracción, haciendo que el vehículo sea más propenso a deslizarse en superficies resbaladizas, y el desgaste tiende a concentrarse en el centro de la banda de rodadura, reduciendo su efectividad y vida útil.
En resumen, mantener las llantas bien infladas contribuye a la seguridad, la eficiencia de combustible y la longevidad de los neumáticos. Revisar y ajustar la presión regularmente, siguiendo las recomendaciones del fabricante, es una práctica simple pero esencial para un manejo seguro y económico.