Uno de los hábitos más comunes en vida de las personas, especialmente aquellas que tienen un vehículo, es llenar de gasolina el tanque en cualquier carretera del país. Sin embargo, con los años, uno de los mayores dolores de cabeza de los conductores es el precio de la gasolina, debido al polémico incremento que ha tenido.
En ese contexto, hoy, el galón de gasolina se sitúa en los $ 15.994, mientras que el precio de diésel está en $ 10.556. Estos precios son estándares, pero pueden variar un poco dependiendo de la estación de servicio de cada ciudad.
En busca de la economía, los conductores suelen aplicar todo tipo de consejos o estrategias con el fin de reducir los gastos que pueda tener la manutención de un carro, especialmente si de combustible se trata. Uno que suele pasar desapercibido tiene qué ver con cómo influyen factores como la temperatura ambiental y la dinámica de los combustibles en el aprovechamiento de cada litro de gasolina.
La densidad de la gasolina juega un papel crucial en cómo se mide y se consume el combustible. La gasolina, al igual que otros líquidos, se expande con el calor. Esto significa que, si se compra en horas de mayor temperatura, el combustible ocupará más volumen, pero tendrá una menor densidad. En otras palabras, aunque el surtidor marque una cantidad específica, la energía potencial que el motor puede obtener de ese volumen de combustible será menor.
Las estaciones de servicio miden el combustible en volumen y no en peso. Por ello, abastecer el carro durante las primeras horas del día, entre las 6 a. m. y las 9:00 a. m., cuando las temperaturas son más bajas, puede resultar más beneficioso.
Durante la mañana, el combustible permanece más denso, lo que significa que el consumidor recibe más energía por cada litro comprado. Esta es una estrategia sencilla para optimizar la eficiencia sin realizar cambios drásticos en el uso del vehículo.
Otro momento propicio puede ser en horas de la noche, después de la puesta del sol, cuando las temperaturas también tienden a descender. Sin embargo, dependerá de la disponibilidad y seguridad de las estaciones de servicio cercanas. En cualquier caso, evitar las horas de mayor calor, como el mediodía, es clave para maximizar la eficiencia.
Además de abastecerse en los momentos más frescos del día, existen otras prácticas que pueden ayudar a que el combustible rinda más. Un ejemplo de ello es evitar aceleraciones y frenadas bruscas. Esto reduciría considerablemente el consumo de gasolina. Una velocidad constante no solo mejora el rendimiento, sino que prolonga la vida útil del motor.
Adicionalmente, unos neumáticos desinflados generan mayor resistencia al rodar, lo que obliga al motor a trabajar más y consumir más combustible. Verificar la presión regularmente es una práctica sencilla y efectiva. De hecho, cargar el carro con objetos innecesarios incrementa el consumo de gasolina. Mantener el vehículo liviano es otra manera de optimizar el rendimiento.
Además, si prevé un tiempo de espera considerable, la mejor opción es apagar el motor, esto ayuda a reducir el desperdicio de combustible.