El Departamento de Comercio de Estados Unidos propuso este lunes prohibir el software y hardware chino y ruso en los vehículos conectados que circulen por el país, es decir, en la práctica se veta de las carreteras estadounidenses a los vehículos procedentes de China y Rusia.
La administración Biden teme que Pekín y Moscú puedan recopilar datos sobre conductores estadounidense o hackear de manera remota vehículos.
Esta norma permitiría a las empresas solicitar algunas excepciones a la prohibición si pudieran demostrar que están tomando medidas de mitigación, como auditorías o controles en las plantas de fabricación de vehículos.
“Queremos abordar estas nuevas amenazas a la seguridad nacional antes de que los proveedores, fabricantes de automóviles y componentes de automóviles vinculados a China o Rusia se vuelvan algo común y generalizado en el sector de Estados Unidos”, aseguró la secretaria de Comercio, Gina Raimondo.
Según la hoja de ruta prevista por el Gobierno, la prohibición de software chino y ruso en carros inteligentes entraría en vigor en 2027, mientras que en el caso del hardware se haría efectiva desde 2029 en adelante.
La propuesta de este lunes es el último paso tomado por la administración estadounidense para hacer frente al creciente poder en el sector automovilístico de las marcas chinas después de que este mismo año Washington anunciara un aumento del 100% de los aranceles a la importación de carros eléctricos chinos para mitigar su impacto en el mercado norteamericano.
Estados Unidos aumentó impuestos a los carros eléctricos que llegan de China
Estados Unidos aplica la subida de aranceles del 25% al 100% para la importación de vehículos eléctricos de China desde el pasado primero de agosto, cuando entró en vigor también el incremento a la compra de baterías, microchips para la industria tecnológica y productos médicos.
El alza también aplica a incrementos arancelarios específicos para unas 387 categorías de productos. Estos aranceles está previsto que se empiecen a implementar a lo largo de los próximos dos años y se introducirán de forma gradual.
Estas medidas comerciales punitivas impuestas por Washington contra Pekín incluyen, según el comunicado del Gobierno, productos en los que China “pretende tener una posición de control en su cadena de producción o en sectores sobre los que Estados Unidos ha realizado, recientemente, inversiones significativas”.
Además, la Casa Blanca de Joe Biden mantendrá los aranceles establecidos por su predecesor republicano, Donald Trump, aumentará los destinados a la industria del automóvil y duplicará los que se aplican a los semiconductores hasta el 50%.
En concreto, según los datos que ha hecho públicos el Ejecutivo estadounidense, el impacto de estos aranceles en los intercambios comerciales entre las dos economías más grandes del mundo podría alcanzar los 18.000 millones de dólares (16.612 millones de euros) afectando a industrias como las del acero, los minerales o las placas fotovoltaicas.