Los aviones y los automóviles, aunque ambos utilizan motores de combustión interna, tienen requisitos muy diferentes para su combustible debido a las distintas demandas de rendimiento y eficiencia.

Lo primero que habría que identificar es el tipo de combustible que utilizan ambos motores, pues la ingeniería bajo la cual son elaborados tiene especificaciones técnicas con las que buscan exprimir su máxima potencia y conservarlos en el tiempo, ya que una reparación es algo que acarrea gastos supremamente altos.

En Colombia hay preocupación por una posible escasez de combustible para aviones. (Imagen de referencia). | Foto: Nicolas Economou/NurPhoto

Para el caso de los aviones comerciales, estos suelen usar queroseno de aviación, como el Jet-A o Jet-A1, mientras que los automóviles utilizan gasolina o diésel. El primer combustible cuenta con características específicas que lo hacen adecuado para el vuelo: su alta densidad energética, baja viscosidad a bajas temperaturas y estabilidad a altas altitudes contrastan con las propiedades de la gasolina y el diésel, pues están diseñados para motores terrestres que operan a presiones y temperaturas diferentes.

En cuanto al rendimiento, el queroseno de aviación tiene una mayor densidad energética comparada con la gasolina y el diésel. Esto significa que proporciona más energía por unidad de volumen, algo crucial para los aviones que deben cargar grandes cantidades de combustible para vuelos largos y operan en un entorno donde cada gramo cuenta. La gasolina, aunque también densa, no ofrece la misma cantidad de energía por volumen, lo que sería insuficiente para las necesidades de un avión.

Otro aspecto fundamental a la hora de comprar estos dos tipos de combustible es el punto de congelación; para el caso de los aviones, el Jet-A o Jet-A1, es capaz de resistir bajas temperaturas a altitudes elevadas, por lo que para que se dé este cambio físico son necesarias temperaturas más bajas que las que puede experimentar la gasolina, aspecto clave al tener en cuenta la altura y las frías condiciones que experimenta una aeronave cuando vuela a velocidad crucero.

Ante la escasez de combustible, algunas aerolíneas han comenzado a cancelar sus vuelos. | Foto: Nicolas Economou/NurPhoto

En cuando a la potencia o propiedades de combustión, el queroseno se quema de manera más estable y eficiente en los motores a turbina de los aviones. Está formulado para tener una combustión más uniforme a las altas velocidades y presiones de operación de estos motores. La gasolina y el diésel, por su parte, tienen propiedades de combustión diferentes y no están diseñados para soportar las condiciones extremas en las que operan los motores de avión.

Así mismo, el almacenamiento y la distribución tanto del Jet-A o Jet-A1, como de la gasolina o el diésel es totalmente diferente al interior de las máquinas, ya que los aviones están equipados con sistemas de distribución muy diferentes que soportan presiones y variaciones de temperaturas a gran altitud, mientras que en los vehículos terrestres los depósitos no soportan dichas condiciones y distribuyen el combustible de forma totalmente diferente.

Por último, es clave señalar que los combustibles de aviación están sometidos a regulaciones estrictas para garantizar la seguridad en vuelo, las cuales abarcan, desde la composición química del combustible, hasta las pruebas de calidad. El combustible para automóviles no cumple con estos estándares y no está formulado para manejar las exigencias específicas de la aviación, lo que podría comprometer la seguridad.

Cargar combustible puede parecer una tarea rutinaria, pero en Colombia, la falta de conocimiento sobre las normativas vigentes puede resultar en costosas multas. | Foto: Nico De Pasquale Photography

Cabe aclarar que los motores de carros están diseñados para funcionar con gasolina de automóviles que tiene un nivel específico de octanaje y ausencia de plomo. En este sentido, la gasolina de aviación, aunque tiene un alto octanaje, contiene plomo, que puede dañar los sistemas de escape y de encendido del vehículo con el tiempo.

Este elemento afecta los catalizadores y otros componentes del sistema de escape de los autos modernos. Esto no solo es perjudicial para el motor, sino que también puede resultar en emisiones contaminantes que no cumplen con las normativas ambientales.

Por último, el costo de la gasolina de avión es significativamente más caro que la gasolina convencional. Usar este tipo de combustible en un automóvil no solo es económicamente inviable, sino que podría resultar en problemas mecánicos costosos a largo plazo.