Xavier, como pide que lo llamen, llegó desde Maracaibo a Barranquilla en enero de este año. Ejerció la peluquería, a la que llama el gran amor de su vida, y un día cualquiera dos clientes comenzaron a insultarlo por ser migrante y homosexual.

Se armó de valor y exigió respeto, pero esa misma noche, cuando regresaba al cuarto alquilado donde vivía, lo golpearon sin piedad. Antes de que pudiera denunciar a los agresores, lo amenazaron de muerte y huyó a Bogotá.

Cuando recuerda el escalofriante episodio todavía se estremece: “Los golpes en la cara no me dolieron tanto como la paliza que me dieron en el alma, pana. Yo no tengo la culpa de nacer donde nací, yo solo quiero vivir en paz”, asegura hoy todavía con los ojos aguados.

La de Xavier es solo una entre centenares de historias de personas venezolanas que sufren esa tortura silenciosa e invisible de la xenofobia, un mal que nació con la humanidad y que los expertos definen como una tragedia contemporánea.

“Es un mecanismo cultural y social a través del cual un grupo humano se siente superior a otro por cuestión racial, pero se ha ampliado por cuestiones étnicas, nacionales o religiosas; se ejerce un dominio marcado por la discriminación, la subordinación y la exclusión”, explica Carlos Charry, director del doctorado y la maestría en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario.

La música es uno de los vehículos para romper con la xenofobia, pues apalanca la integración y la biculturalidad. | Foto: Leon Dario Pelaez

La llegada masiva de personas migrantes desde Venezuela, a un país que jamás había enfrentado un fenómeno de semejantes proporciones, despertó todo tipo de conductas xenofóbicas, desde la murmuración en las conversaciones hasta la violencia física y psicológica. Y muchas de ellas se normalizaron erróneamente hasta provocar traumatismos severos en la cotidianidad de las personas venezolanas y generar todo tipo de imaginarios equivocados.

“Las principales fuentes de tensión entre la población colombiana y venezolana tienen que ver con cierta percepción de que la población venezolana venía a competir por recursos escasos y muy valiosos para la población colombiana: el acceso a la salud, a la educación, al trabajo”, asegura Rocío Castañeda, oficial de comunicaciones de Acnur, una de las entidades que trabaja en la lucha contra la xenofobia.

¿Cómo viven la xenofobia las personas migrantes?

Para los expertos, los más afectados son los niños y las niñas, quienes en los entornos escolares y de comunidades de acogida están más expuestos. Un estudio de la ONG Save The Children y la Fundación Ideas para la Paz que se llevó a cabo en Arauca y Cali, en 2021, revela que el impacto para la niñez es grave.

“Genera una reducción en la capacidad de desarrollo de la población infantil, que a futuro disminuye el potencial de lo que migrantes y locales pueden aportar a la comunidad de la que van a ser parte”, dice el informe. También sufren las personas en condición de irregularidad, que asumen que son percibidas como ilegales y que prefieren callar cuando se les discrimina y se les asocia con la criminalidad.

“Se van a sentir un poco temerosas de ir a las autoridades a interponer denuncias porque se sienten vulnerables en su estatus migratorio; es clave que dentro de las campañas educativas se deje claro que no puedan ser víctimas de abuso a sus derechos, o de transgresión o discriminación”, sostiene María Teresa Palacios, directora del grupo de investigación en Derechos Humanos de la Universidad del Rosario.

Un tercer grupo muy afectado son las mujeres, víctimas incluso en las redes sociales. Un estudio realizado entre enero y marzo de este año por el Barómetro de la Xenofobia, una plataforma que analiza las conversaciones en estos medios, concluye que con frecuencia se usan palabras que “refuerzan el estereotipo de que las mujeres migrantes se dedican a actividades sexuales. Este prejuicio genera una interseccionalidad entre xenofobia y machismo”.

Lo más preocupante es que nadie sabe el impacto real de la xenofobia porque, tal como asegura Rocío Castañeda de Acnur, “al ser un fenómeno de percepción y de opinión pública no hay una radiografía, como se puede dar en otro tipo de fenómenos que son más medibles”.

¿Qué se hace y cómo se puede mejorar?

En Colombia están contemplados los delitos de odio y existe la llamada Ley antidiscriminación. Pero hay quienes abren el debate y proponen que, dado su alto impacto con ocasión de la migración venezolana, la xenofobia debería ser catalogada como un delito autónomo.

Fabio Humar, abogado penalista, sostiene que el nuevo congreso podría tramitar un proyecto de ley, porque “ya hay varias voces que están pidiendo la creación de nuevos tipos penales y hay que crear el delito de xenofobia”.

“El Congreso debe tramitarlo, bien por iniciativa propia, o también podrían proponerlo el propio presidente Petro, la Procuraduría o las Personerías”. Las mismas personas venezolanas se empoderaron para reducir y prevenir la xenofobia.

Centro Intégrate realizó graduación de emprendedores migrantes venezolanos y colombianos retornados. | Foto: Mario Franco - Semana

Job Licera dirige Comucolven, una red de periodistas digitales Antioquia. “Creamos una estrategia de comunicación para el cambio, informando desde lo humanista, desde lo positivo que viene a aportar el venezolano, hablando de las bondades de la multiculturalidad, de la integración”, asegura.

La Corporación Voluntariado Venezolano dicta talleres de liderazgo a mujeres migrantes, retornadas y de comunidades de acogida “para que tengan la oportunidad de compartir y sensibilizarse según la situación que vive cada una, creando un vínculo entre ellas”, explica su vicepresidenta, Yexica Marcano. Estos son algunos de los esfuerzos de la misma comunidad venezolana para acabar con el maltrato que muchos de sus connacionales han vivido.

El anuncio del nuevo gobierno de Colombia y el hecho de estrechar el trabajo con la cooperación internacional para consolidar la integración de las personas venezolanas, abren un escenario favorable en el entorno, para prevenir y reducir la xenofobia.

La expectativa por la reapertura de la frontera en Norte de Santander dispone también un escenario para contribuir a la reducción de la xenofobia porque “existe una mala comprensión de que la crisis migratoria ha traído consecuencias negativas para la población vulnerable local”, asegura Víctor Bautista, secretario de fronteras de este departamento.

En ese sentido, el funcionario sostiene que se recuperarán los lazos culturales binacionales maltrechos por la xenofobia porque “acá hay incluso población indígena de ambos países, población Rom, y una alta movilidad humana de familias con miembros de ambas nacionalidades que vivían en constante contacto, y, por otra parte, la reapertura estimulará una balanza comercial que en los mejores tiempos llegó a mover siete mil millones de dólares.

Un estudio del Proyecto Integra de Usaid, rastreó y analizó 16.000 observaciones de conversaciones en Twitter y Facebook, e hizo un muestreo no representativo de otras 264, provenientes de grupos y organizaciones de la sociedad civil. El resultado mostró cuál es el tono de la conversación y la percepción de sentimientos hacia las personas migrantes venezolanas.

En Twitter

Negativo 43 %

Positivo 11 %

Neutro 46 %

En Facebook

42,35 % revela sentimiento de intolerancia, como miedo, enojo y desagrado.

30, 14 % revela sentimientos asociados de empatía, como sorpresa, alegría y tristeza

Negativo 30,04 %

Positivo 27,76 %

Neutra 42, 21 %

ANÁLISIS DE SENTIMIENTOS

En Facebook 37,31 % revela sentimientos asociados al espectro de intolerancia 31,34 % revela sentimientos asociados a la empatía

En Twitter:

42,35 % revela sentimiento de intolerancia, como miedo, enojo y desagrado.

30,14 % revela sentimientos asociados de empatía, como sorpresa, alegría y tristeza.