Para la mayoría, la imagen de una pareja de 50 años que se mira aburrida y sin cruzar palabra en una mesa de restaurante define buena parte de los matrimonios de larga duración. Un reciente estudio, sin embargo, señala que ese estereotipo no funciona. Los casados con 20 años y más de convivencia reportan estar más felices que cuando contrajeron nupcias y gozan de mayores niveles de aprecio mutuo, cercanía y alegría. Además, discuten menos y comparten más actividades que cuando estuvieron en luna de miel. En otras palabras, estas parejas alcanzan la llamada dicha marital, una recompensa por no rendirse antes de tiempo.Dos investigadores, Paul Amato, de la Universidad de Pensilvania, y Spencer James, de la Universidad Brigham Young, hicieron el hallazgo en un estudio que siguió a más de 1.600 parejas desde 1980 hasta 2000. Al analizar a este amplio grupo por dos décadas, vieron algo que muchos otros trabajos no habían logrado dada su limitada duración: cómo van cambiando los matrimonios a lo largo de un periodo extenso. “Buena parte de los estudios tiende a asumir que la calidad de la relación se deteriora en la mayoría de parejas”, señalan los expertos. Pero en este encontraron que tras partir de un mismo punto, los matrimonios toman dos trayectorias diferentes.Puede leer: 10 cosas que me hacen una mala pareja desde que soy mamá/papá. O, una lista confesionalEn efecto, pueden divorciarse o permanecer casados. Amato y James observaron que al comienzo de su vida conyugal las parejas que rompieron cobijas registraron altos índices de felicidad, pero también conflictos. A medida que el tiempo pasó, sin embargo, la dicha se redujo y el conflicto escaló drásticamente. Además, empezaron a pasar menos tiempo juntos y pensaron más en abandonar el nido.Pero más interesante aún fue encontrar que las parejas estables en un principio tenían un recorrido similar. Según Amato, estas también estaban felices al comienzo de su relación y tuvieron que enfrentarse a dificultades, discusiones y a intereses diferentes durante las dos primeras décadas. Pero a diferencia de las otras, estas resolvieron gradualmente las asperezas, y cuando pasaron la marca de los 20 años de casados, experimentaron más felicidad y mayor compenetración que al comienzo. En este punto, “la mayoría no solo están felices juntos, sino que tienen menos conflictos que los recién casados”, indicó Amato a SEMANA.En otras palabras, “con el paso de los años crece el abismo entre las parejas que se divorciarán y las estables”, explica el experto. Esa distancia radica en que las parejas que mantuvieron el vínculo aprendieron a comprometerse, a resolver sus conflictos, a negociar sus diferencias y aceptar la idiosincrasia de su pareja. “En la medida en que lo hacen, la relación es más pacífica”, señala el investigador. Las otras, por el contrario, discuten fácilmente, sienten que el otro las hiere en todo momento, son celosas y críticas, evitan hablar y en ocasiones tienen relaciones extramatrimoniales.Le recomendamos: Los 14 tipos de amor: clasificación de un psicólogo luego de analizar más de mil formas de expresarloCristian Conen, doctor en derecho matrimonial y profesor del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana, señala que los resultados de este trabajo coinciden con lo que ve en su experiencia diaria. Para él las relaciones de pareja se construyen en el tiempo y exigen trabajo de ambos. “El amor implica acciones y, por eso, cada individuo es responsable de la relación. Con eso en mente, un matrimonio puede ir a donde la pareja quiera. No es un azar, no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos que pase”, señala el experto. El drama es que hoy la sociedad no da las herramientas necesarias para cuidar, sanar y restaurar las relaciones.Este descubrimiento cambia el estereotipo que han forjado estudios anteriores que concluyen que el recorrido inevitable del matrimonio es una cuesta abajo. “En ficción vemos películas de parejas sentadas en un restaurante en silencio”, dice Harry Benson, miembro de la Fundación del Matrimonio, una organización británica contra los altos índices de divorcio en ese país.Un estudio realizado por el propio Benson en asocio con la Universidad Lincoln encontró una tendencia similar a la de Amato y Spencer. El trabajo abarcó una muestra de 10.000 padres y encontró que de aquellos que sienten desdicha luego del nacimiento de sus hijos, 7 de 10 permanecen juntos. Y, sobre todo, 68 de quienes se mantuvieron juntos estaban felices al cabo de 10 años. “Permanecer en un matrimonio infeliz puede ser la mejor decisión de una pareja”, señala Benson. La mayoría de los matrimonios tiene momentos difíciles y uno de ellos es la llegada de los hijos, que exige un gran esfuerzo de ambos. El hallazgo demuestra que “la mayoría son capaces de superarlos”, explica Benson.Con dicha afirmación no sugiere que las personas acepten todo. El alcoholismo, el abuso, el adulterio y el abandono, las cuatro aes, como las llama, remueven los cimientos de una relación a tal punto que muchas no logran recuperarse. “La mayoría tienen sus momentos difíciles, pero, exceptuando ciertos casos como el abuso, muchos pueden trabajar estas dificultades y ser felices después”, dice.Amato también opina que algunas personas tienen problemas de personalidad problemáticos para el matrimonio, y en estas circunstancias separarse es la mejor opción. “Pero también hay que admitir que algunos recurren al divorcio muy pronto”, señala. Estudios anteriores muestran que la mayoría de quienes rompen el vínculo no son conscientes de su riesgo, pues declaran estar felices un año antes de decir adiós. Usualmente, el deterioro avanza muy rápido y la situación solo se resuelve con un detonante, casi siempre, una infidelidad. “Cuando esto sucede, por lo general, ya es muy tarde para salvar ese matrimonio”, agrega.Para Benson, este hallazgo refleja que entre los casados siempre hay un grupo que decide irse y otro que “prefiere apostarle a construir la relación”. Estos últimos tienen una ventaja que ellos llaman resiliencia marital: una serie de habilidades para ir más allá de las fantasías románticas y poner en práctica herramientas positivas como la honestidad, la generosidad y la confianza. “Aprenden a comunicarse claramente, a comprometerse cuando es necesario y a resolver sus problemas sin ser agresivos”, dice Amato. Algunas parejas notan que están en una relaciónresiliente de una vez, mientras que otras deben trabajar mucho más para sobrepasar los obstáculos.La vida de casados no es un lecho de rosas. Trae consigo dificultades como acostumbrarse a convivir con una persona, manejar el dinero común, acomodarse a las aspiraciones laborales de cada cual, superar la llegada de los hijos, para no hablar de superar las diferencias en los patrones de crianza. Según los expertos consultados, resulta difícil predecir cuáles parejas lograrán salir airosas. Pero lo más probable es que permanecerán unidos aquellos que tengan un compromiso por el vínculo y por cuidar del otro. El panorama para los que perseveran es positivo: una vida llena de felices interacciones y casi exenta de peleas.