La agorafobia es un trastorno de ansiedad que se presenta cuando a las personas les da miedo salir de la casa o hacer presencia en lugares públicos. Muchas veces esto lleva a que quien tiene este padecimiento no salga de su propia vivienda durante meses o incluso años.

“Existen personas que, por este mismo problema, tienen la necesidad de estar siempre acompañadas, incluso en su propia casa. Aunque, por el origen del término –proviene del Ágora de Atenas, que es el espacio público más célebre de la antigüedad-, agorafobia parece aludir únicamente a sitios espaciosos o abiertos, en realidad incluye cualquier ámbito público o incluso, en algunos casos, también cualquier lugar que no sea estar en casa”, precisa el portal especializado en salud Cinfasalud.

La razón por la que se produce la ansiedad es debido al miedo de que no haya escape del lugar o condición en la que la persona se encuentra. “Cuando una persona ha sufrido un ataque de ansiedad se suma a los desencadenantes una preocupación excesiva de volver a padecer el ataque”, indica el portal terapify.com. Por esta razón, las personas con agorafobia siempre tratan de evitar los espacios que desencadenan sus miedos.

Una forma de identificar la agorafobia es el sentimiento de miedo con el que convive la persona y que genera que requiera de un acompañante siempre que vaya a un lugar público.

Las personas deben enfrentar los miedos para salir victoriosas de esa situación. | Foto: RUN INC

Las causas de este padecimiento no están muy definidas. Sin embargo, sí existe un conjunto de factores que, por separado o juntos, pueden explicarlo. Según Cinfasalud, si bien no todas las agorafobias se asocian a episodios de crisis de pánico, cuando estas se dan en un determinado lugar o situación es muy probable que dichas circunstancias condicionen posteriormente sentimientos de miedo y resulte difícil romper esa asociación.

De igual forma, cuando una persona registra situaciones laborales o interpersonales difíciles, estas pueden ocasionar un cuadro agorafóbico. Por otro lado, las personas que enfrentan este padecimiento pueden tener distorsiones cuando interpretan los riesgos o peligros del entorno.

De acuerdo con la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos, los síntomas de esta afectación incluyen el temor a quedarse solo, sentir miedo a estar en lugares donde el escape podría ser difícil, tener miedo a perder el control en un lugar público, dependencia de otros, sentimientos de desesperanza, sensación de que el cuerpo es irreal al igual que el ambiente y permanecer en casa por periodos prolongados.

Adicionalmente, se pueden presentar señales físicas como molestia o dolor torácico, asfixia, mareo o desmayo, corazón acelerado, dificultad para respirar, sudoración y temblor.

Si la agorafobia se incrementa, la persona puede empezar a enfrentar cuadros de depresión. | Foto: Juan Carlos Sierra

Información del portal Topdoctors.es indica que “no hay una forma garantizada de prevenir la agorafobia, pero es cierto que el miedo engendra miedo”. Por esta razón, si una persona nota que está empezando a sentir miedo de ir a lugares que son seguros, la recomendación es que lo enfrente antes de que se convierta en una verdadera fobia. Lo ideal es visitar ese lugar una y otra vez.

Sufrir de agorafobia puede suponer una importante limitación ya que es posible que acarree para el paciente el abandono del trabajo o los estudios, la pérdida de relaciones sociales, así como dificultades para cumplir con responsabilidades que tendrán que asumir familiares, con las consecuencias de dependencia que esto representa.

Además, una agorafobia muy intensa y prolongada puede convertirse en algo así como una cárcel para las personas que la padecen, por lo que puede traducirse en sentimientos de soledad y depresión.

Uno de los principales consejos de los especialistas para quien tiene este padecimiento es que enfrente sus miedos. La persona debe ser consciente de que si decide evitar el lugar o las circunstancias que le generan el conflicto, lo que conseguirá es mantener indefinidamente el problema.

Lo anterior en razón a que, si bien en el corto plazo se puede sentir un alivio al no enfrentarse a la situación que genera la agorafobia, con el paso del tiempo esta decisión lo que hace es afianzar la creencia y, por tanto, se vuelve más difícil revertir la situación.