El sabor y versatilidad del ajo lo han convertido en uno de los ingredientes más utilizados no solo para la elaboración de diversas recetas gastronómicas, sino para la prevención y tratamiento de muchas enfermedades.

El portal Healthline destaca que es un alimento con un alto aporte nutricional y muy pocas calorías. Se le reconoce porque, gracias a sus componentes, ayuda a aliviar infecciones respiratorias, dilata los bronquios, estimula el sistema inmunológico y es un gran desintoxicante para el organismo.

El portal Cuerpo Mente indica que se trata de un alimento que contiene pequeñas cantidades de hierro, silicio, azufre, yodo, manganeso, selenio y vitaminas B1, B2, B6 y C y asegura que la mejor forma de consumirlo es crudo, pues al cocinarlo es posible que pierda algunas de sus propiedades.

“Una manera de conservar al menos una parte de las propiedades al cocinarlo es machacarlo previamente y esperar 30 minutos antes de añadirlo a la cocción. De esta manera se permite que la aliína y la alinasa se mezclen para dar lugar a la alicina, que luego resistirá el calor”, precisa un artículo escrito por el médico naturista e investigador de la Universidad de Zaragoza, Pablo Saz y la fisoterapeuta y periodista, Claudina Navarro.

La alicina es un compuesto de azufre, que además de darle su olor tradicional, le otorga la mayoría de sus propiedades medicinales y se forma cuando se pica, machaca o mastica un diente de ajo.

Dentro de los beneficios que aporta este alimento está, por ejemplo, que tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y sus compuestos activos pueden reducir la presión sanguínea y mejorar la salud de los huesos. También se le reconoce por combatir infecciones urinarias, los parásitos intestinales y las infecciones de oído.

Contraindicaciones

Pero si bien se trata de un producto natural que beneficia la salud, es importante no abusar de su consumo, pues es posible que genere algunos efectos negativos. Esto se da tanto en quienes lo consumen de manera recurrente en condiciones naturales, pero especialmente las recomendaciones están dirigidas a las personas que lo ingieren en formas medicinales como las cápsulas y otros preparados.

Uno de los aspectos a tener en cuenta es que es un alimento que en ocasiones es difícil de digerir y por ello las personas que son propensas a sufrir de reflujo, acidez y otras afecciones gástricas, deben moderar o limitar su consumo para evitar que se irriten las mucosas.

También se desaconseja cuando se consumen medicamentos anticoagulantes debido que puede reducir su efecto y favorecer las hemorragias. De hecho, también se recomienda no tomar cápsulas de ajo ni comerlo durante unos días antes de una operación.

“Diversos informes han sugerido que los complementos dietéticos y preparados fitoterapéuticos de ajo pueden aumentar el riesgo de hemorragia en pacientes durante la cirugía, por lo que resulta prudente dejar de tomar dosis elevadas de estos productos unos 10 días antes de una intervención quirúrgica”, precisa información de la editorial académica y científica Elsevier, de Países Bajos.

De igual forma, quienes padecen diabetes e ingieren medicamentos para el control de esta enfermedad deben tener precaución, ya que posee efectos hipoglucemiantes, es decir, es capaz de reducir los niveles de glucosa.

De igual forma, quienes enfrentan padecimientos relacionados con la tiroides deben cuidar el exceso de ajo, pues debido a su contenido de yodo, es posible que genere complicaciones ya que los alimentos con este mineral estimulan la secreción de tiroxina, la hormona que la glándula tiroides produce en exceso en las personas que padecen de hipertiroidismo.

Por último, en cuanto al embarazo y lactancia, se dice que este alimento podría ser abortivo y también afectar el ciclo menstrual. “Algunos estudios han demostrado que el consumo de ajo por parte de las madres lactantes altera el olor de su leche y la conducta de los lactantes. Esto puede deberse a que los sulfóxidos se excretan en cantidades significativas con la leche materna, lo que le confiere un sabor desagradable que afecta al niño”, asegura Elsevier.

Ante esto y debido a la falta de informes experimentales o clínicos acerca de los efectos del ajo en estos casos, lo mejor es ingerir las dosis de ajo que no excedan las cantidades que se utilizan en las comidas.