Es común escuchar recomendaciones por parte de los médicos sobre tener cuidados en la alimentación y actividad física, pues configuran hábitos de vital importancia para mantener una buena salud.
Existen diversos factores que pueden incidir en los niveles de colesterol dentro del organismo. Según explica MedlinePlus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, hábitos alimenticios poco saludables (que prioricen la ingesta de grasa saturada presente en algunas carnes, lácteos, chocolate, productos horneados, comida procesada y fritos) pueden elevar las lipoproteínas de baja densidad, es decir, el colesterol malo.
Por otro lado, la falta de actividad física reduce las cantidades de lipoproteínas de alta densidad, mejor conocidas como colesterol bueno. Otros factores a tener en cuenta, agrega el portal citado, incluyen la genética, afecciones médicas y algunos tipos de medicamentos.
En virtud de todos los factores que inciden en los niveles de colesterol en el organismo, es conveniente monitorearlos mediante exámenes de sangre periódicamente. Sin embargo, ¿existen alimentos o recetas caseras que puedan ayudar a disminuir el colesterol alto?
Las bondades del ajo y la miel
Según investigadores de la Universidad de Lund, en Suecia, la miel posee propiedades antibióticas. Por su parte, según el National Cancer Institute, el ajo es un anticancerígeno natural.
Teniendo en cuenta la composición de la miel y el ajo, ¿tendrían un efecto de beneficio para ayudar a controlar los niveles de colesterol en el organismo? De acuerdo con el portal Salud180, consumirlos contribuiría a reducir las lipoproteínas de baja densidad, es decir, sí bajarían los niveles de colesterol malo.
Además, tendrían otros efectos de provecho para el organismo como: previene y alivia enfermedades respiratorias, mejora la circulación, calma dolores musculares, fortalece el sistema inmune, alivia el dolor de cabeza y regula la presión arterial.
De hecho, el portal Mejor con Salud destaca que las propiedades del ajo y de la miel son útiles para fortalecer el sistema inmunitario en el ser humano. Por ejemplo, la miel posee aminoácidos, enzimas y antioxidantes que nutren las células para regular el PH y mejorar el proceso de cicatrización. Por su parte, el ajo posee propiedades especiales que ayudan al organismo a prevenir las inflamaciones y funciona como antibiótico natural.
El ajo y la miel, consumidos en conjunto, también ayudarían a reducir los niveles de colesterol malo a través de una receta práctica y nutritiva compartida por el portal Salud180.
Ingredientes:
- Diez ajos
- 350 gramos de miel
- Jugo de un limón
El proceso de preparación es bastante sencillo. El primer paso es cortar en rodajas los ajos y ponerlas en un frasco. Posteriormente, se agrega la miel, el jugo de limón (sin azúcar ni endulzantes) y se tapa el frasco.
Una vez haya concluido el proceso de mezcla, se almacena el frasco en un lugar fresco y se deja reposar durante una semana. El modo de consumo consiste en tomar una cucharada diaria en ayunas.
MedlinePlus, desde la perspectiva médica, sugiere que cambios en el estilo de vida -adoptando rutinas saludables- son esenciales para bajar el colesterol. Adquirir hábitos como un plan de alimentación saludable, control de peso y actividad física frecuente son necesarios para complementar cualquier esfuerzo para reducir el riesgo de problemas cardiovasculares.
Asimismo, aclara que, por lo general, no hay signos o síntomas asociados directamente al colesterol alto, por lo que conviene realizar análisis de sangre para monitorearlo. La frecuencia y el momento adecuado para efectuar este proceso varía en función de la edad y factores de riesgo de las personas. Las recomendaciones generales son:
Para personas de 19 años o menores:
- Realizar la primera prueba entre los nueve y once años
- Realizar la prueba nuevamente cada cinco años
- Si hay antecedentes familiares de colesterol alto, ataque cardíaco o derrame cerebral, algunos niños pueden hacerse esta prueba a partir de los dos años
Para personas de 20 años o mayores:
- Los adultos más jóvenes deben hacerse la prueba cada cinco años
- Los hombres de 45 a 65 años, y las mujeres de 55 a 65 años deben hacérsela cada uno a dos años