SEMANA: ¿Por qué son tan importantes los primeros 1.000 días en la vida de una persona? Linda Adair: El concepto abarca el tiempo desde el momento de la concepción hasta que el niño tiene dos años. Siempre hemos sabido que el embarazo es un momento especial pero siempre nos preocupábamos más de los efectos inmediatos de este en el niño. Lo que ha cambiado es que ahora sabemos que estas consecuencias pueden ser para toda la vida. La salud de la madre en esta etapa puede influenciar el crecimiento de su hijo debido a que su nutrición afecta el desarrollo de los órganos incluidos el cerebro, los riñones, el hígado, etc., y otros aspectos vitales de la fisiología. SEMANA: ¿El origen de muchas enfermedades podría estar en este momento? L.A.: Sí, los riesgos de tener algunas enfermedades pueden empezar durante la concepción. Es un nuevo concepto y se le llama Dohad, por sus siglas en inglés (Developmental Origins of Health and Disease) y traduce algo así como el origen temprano de la salud y las enfermedades crónicas. Previamente creíamos que la enfermedad coronaria era el resultado de factores de estilo de vida actual y que si uno manejaba esos factores se solucionaban los problemas. Pero con esta nueva noción, el riesgo empieza en la concepción. Si usted toma el cuidado apropiado en el embarazo se maximizan las posibilidades de que el niño venga libre de esos riesgos. SEMANA: ¿Cómo es el proceso por el cual se genera el riesgo? L.A.: Si un individuo está malnutrido en el útero se adapta a esa condición porque su cuerpo se vuelve muy eficiente, pero si luego de nacer este niño crece en un ambiente lleno de azúcar y grasa y su estilo de vida es muy sedentario, esa eficiencia no le servirá porque lo podría hacer un individuo propenso a la obesidad. En estos ambientes, los niños con una historia de desnutrición pueden crecer y ser más gordos y volverse más susceptibles a las enfermedades crónicas. No es que estemos diciendo que el estilo de vida en el momento no sea importante, sino que lo que pasa en la gestación también lo es. SEMANA: Antes el problema era la desnutrición de la madre pero ahora hay preocupación por las madres con sobrepeso y obesas. ¿Cuáles son los riesgos cuando esto sucede? L.A.: Un bebé que crece en un ambiente rico en glucosa e insulina podría nacer con un peso por encima de cuatro kilos. El alto peso al nacer (macrosomia) está relacionado con ciertos problemas como el riesgo de diabetes y obesidad en la infancia. Y un niño obeso tiene los mismos riesgos que en adulto de hipertensión, síndrome metabólico y niveles de lípidos altos. Las madres siempre creen que un niño gordo es un niño sano pero eso no es cierto. En el mundo, los índices de obesidad están incrementando más rápido en niños que en adultos. SEMANA: ¿Esos niños obesos, cuando adultos, podrían también poner en riesgo a sus hijos? L. A.: Hay un nuevo campo de investigación conocido como epigenética, y gracias a él se ha mostrado que los micronutrientes pueden influenciar la expresión de los genes. Esto significa que si se producen cambios en dicho nivel estos se podrían transmitir a la siguiente generación. Por eso, lo que le pasa a un feto en desarrollo puede tener efectos intergeneracionales si no se hacen las cosas de la manera apropiada. SEMANA: ¿Cuáles son los efectos a corto plazo de una madre malnutrida? L. A.: Si la madre está malnutrida, el niño tiene un riesgo aumentado de nacer muy temprano o con bajo peso. Si es lo primero, puede tener problemas de respiración y problemas de desarrollo. Y si el niño tiene desnutrición después de nacer hay riesgo de infecciones y muerte. SEMANA: ¿Y cuáles son los de largo plazo? L.A.: Un ejemplo es una madre con anemia (bajo hierro). Ella podría tener un bebé con depósitos limitados de hierro, lo cual es importante porque el estado del hierro afecta el desarrollo del cerebro, que luego tendrá implicaciones en su cociente intelectual y su desempeño escolar. Este solo micronutriente puede empezar un ciclo de desventajas. El yodo es otro ejemplo: la deficiencia de yodo materno puede resultar en retardo mental en el niño. SEMANA: Cuáles son los costos económicos de no tener la nutrición adecuada durante el embarazo? L.A.: Hay costos en términos de capital humano: adultos que tuvieron retraso en el crecimiento durante la niñez tiene menos escolaridad y sus sueldos son más bajos que aquellos que estuvieron bien nutridos. Es difícil calcular otros costos relacionados con la calidad de vida y los efectos en las generaciones siguientes. Pero el costo de las intervenciones nutricionales en la temprana edad, como dar hierro y ácido fólico a las embarazadas, son mucho más bajos que los costos de las enfermedades crónicas que producen o de los adultos impedidos. Los primeros 1.000 días son un momento ideal para invertir en la prevención. La lactancia podría protegerlo. Pero el mensaje es que la obesidad podría prevenirse en este nivel. SEMANA: Si un bebé ha sido privado de macronutrientes o nace con sobrepeso, se puede tratar? L. A.: La mejor estrategia temprana para asegurar la salud infantil es la lactancia maternal exclusiva en los primeros seis meses de vida, y luego lactancia y alimentación de buena calidad. Uno de los retos en países con niños que nacen mal nutridos es no pasar al otro extreme. La experiencia de chile es interesante porque allí ofrecieron leche suplementaria. Esa experiencia sugiere que si el objetivo no son los niños más vulnerables, la estrategia puede resultar en obesidad. Ese es el reto: que los programas sean inteligentes y no incluyan demasiadas calorías para que los niños no se vuelvan obesos. SEMANA: ¿Cuáles son las recomendaciones para una mujer que planea un bebé? L. A.: Suplementos de hierro y ácido fólico son importantes porque nunca se logrará llegar a suplir las necesidades de una embarazada solo con dieta. En países de bajos ingresos suplementos con múltiples micronutrientes son parte del cuidado prenatal y no son muy costosos. La madre debe tener una buena dieta y ser físicamente activa. Debe además tratar de estar en su peso, ni muy por debajo ni por encima. Dejar de fumar es importante para evitar el riesgo de bajo peso al nacer. Las madres jóvenes están en riesgo de anemia y de mala nutrición y por eso la prevención del embarazo adolescente es crucial.