El ejercicio físico es uno de los hábitos más saludables que puede tener una persona, dado que su práctica aporta muchos beneficios para la salud general: mejora el estado de ánimo, reduce el estrés, mejora la calidad del sueño y hasta ayuda a prevenir enfermedades crónicas.
La Biblioteca de Medicina de Estados Unidos indica que el ejercicio ayuda a disminuir las probabilidades de sufrir enfermedades del corazón, por ejemplo. También le permite a la persona mantener sus huesos sanos y fuertes.
Son diversas las enfermedades que pueden prevenirse o controlarse con la práctica de actividad física. El portal especializado Healthline indica que el ejercicio regular puede ayudar a prevenir la diabetes.
“El ejercicio aumenta la sensibilidad de las células a la insulina. Entonces, cuando la persona hace actividad física, se requiere menos insulina para mantener los niveles de azúcar en la sangre bajo control”, precisa y cita un estudio realizado en personas con prediabetes.
La investigación concluyó que al realizar ejercicio de intensidad moderada se aumentó 51 % la sensibilidad a la insulina, mientras que al ejecutar el de alta intensidad el incremento fue de 85 %. Sin embargo, este efecto solo se presentó en los días que hicieron ejercicio.
“Muchos tipos de actividad física han mostrado reducir la resistencia a la insulina y el azúcar en la sangre en adultos con sobrepeso, con obesidad y con prediabetes. Estas incluyen ejercicio aeróbico, entrenamiento de intervalos de alta intensidad y entrenamiento de resistencia”, precisa el mencionado sitio web.
Por su parte, la Clínica Mayo asegura que el ejercicio aeróbico puede ayudar a mejorar la salud del corazón y prevenir enfermedades relacionadas con este órgano; mientras que el entrenamiento interválico con frecuencia se tolera bien en personas con enfermedad cardíaca.
Para quienes sufren de hipertensión arterial, el ejercicio puede reducir el riesgo de morir de enfermedad cardíaca y disminuye el riesgo de que ésta progrese. Actividades como correr, nadar o montar en bicicleta han demostrado ser muy efectivas para controlar la presión arterial. Además, si esto se combina con una dieta saludable es posible obtener mejores resultados.
Asma
Si una persona sufre de asma, el ejercicio puede ayudar a controlar la frecuencia y gravedad de los ataques que se generan por cuenta de este padecimiento. La actividad fortalece los pulmones sin empeorar la inflamación.
Según Healthline, con el tiempo, el ejercicio puede ayudar a que las vías respiratorias lo toleren mejor. Esto hace que sea más fácil para los pulmones realizar actividades que generalmente dejan a las personas sin aliento, como subir escaleras.
El asma inflama las vías respiratorias y el ejercicio regular puede disminuir la inflamación. Funciona al reducir las proteínas inflamatorias, lo que mejora la respuesta de las mencionadas vías. También mejora la capacidad pulmonar y fortalece los músculos.
De igual forma, la actividad física puede ayudar a prevenir o controlar los síntomas generados por la artritis. La actividad física puede reducir el dolor, mantener la fuerza muscular en las articulaciones afectadas y reducir la rigidez articular. En conclusión, el ejercicio puede mejorar la función física y la calidad de vida de las personas que padecen de esta afección, aseguran los especialistas de la Clínica Mayo.
Menor riesgo de obesidad
El ejercicio regular es la mejor forma de prevenir el sobrepeso y la obesidad, debido a que acelera el metabolismo del cuerpo, favoreciendo el gasto de energía y la quema de calorías y, cuanto más intenso sea el ejercicio, más calorías se queman, indica el portal de salud Tua Saúde.
Además, algunos estudios muestran que intercalar actividades aeróbicas, como caminar, correr, nadar o el ciclismo; con entrenamiento de fuerza y resistencia, puede maximizar la pérdida de grasa, ya que el aumento de masa muscular contribuye a la aceleración del metabolismo, debido a que los músculos gastan más energía que las células de grasa, lo que es esencial para eliminar el sobrepeso.
De otra parte, el ejercicio ayuda a fortalecer los huesos y las articulaciones debido a que promueve el crecimiento óseo y aumenta la resistencia y la densidad de los huesos, evitando que las personas sufran de osteoporosis. Este beneficio es especialmente importante en individuos de la tercera edad porque ayuda a reducir el riesgo de lesiones, caídas y fracturas relacionadas con el debilitamiento de los huesos.