La presión arterial alta, conocida como hipertensión, es definida por la Fundación Española del Corazón como “la elevación de los niveles de presión arterial de forma continua o sostenida”.

La presión arterial es la fuerza que ejerce el corazón sobre las arterias para que estas transporten la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo. De este modo, la presión máxima se obtiene en cada contracción del corazón y la mínima, con cada relajación.

Según la entidad, esta afección “supone una mayor resistencia para el corazón, que responde aumentando su masa muscular (hipertrofia ventricular izquierda) para hacerle frente a ese sobreesfuerzo. Este incremento de la masa muscular acaba siendo perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego sanguíneo y puede producir insuficiencia coronaria y angina de pecho. Además, el músculo cardiaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias”.

En contraparte, el doctor Francisco Javier Lavilla Royo, especialista del Servicio de Nefrología de la Clínica Universidad de Navarra, explica que hay personas “que tienen una especial labilidad –constante cambio– de la tensión arterial, presentando con frecuencia unas cifras más bajas de lo habitual, incluso de forma sintomática”. A esta patología se le conoce como hipotensión arterial.

Agrega que en estos casos el organismo no tiene un control adecuado de la tensión arterial, presentando fallas en la necesidad de “mantener unas cifras suficientemente altas como para establecer una adecuada perfusión en todos los territorios”.

Sobre el fallo en mención, en palabras del galeno, se presenta sobre todo en situaciones como cambios posturales, es decir, cuando la sangre tiende a almacenarse en los territorios más distales del organismo; circunstancias ambientales, sobre todo con una temperatura elevada –debido a unas pérdidas de líquido más abundantes–; personales, en estados de debilidad más intensa debido a procesos carenciales; enfermedades, o cuando la dieta no aporta la cantidad suficiente de líquidos o minerales.

Dicho esto, queda claro que la alimentación puede ser clave en el manejo de la tensión arterial: así como hay un listado de productos que conviene consumir para moderarla, también otros que es preferible controlar para que los niveles de la presión sanguínea estén equilibrados. Esto aplica tanto para los pacientes que pretenden bajar la presión arterial alta (hipertensión) como subir la presión arterial baja (hipotensión).

En ese sentido, Mapfre, una empresa multinacional española dedicada al sector de los seguros, reseña los siguientes alimentos a controlar:

  • Sal: se trata de uno de los alimentos más peligrosos en los casos de hipertensión, pues de ser consumido en exceso puede aumentar de forma significativa la presión arterial.
  • Encurtidos o productos deshidratados: son alimentos que desaconsejan los expertos en casos de hipertensión debido a su alto contenido en sal. De llegar a ser consumidos, recomiendan que sea en dosis muy moderadas.
  • Cafeína o teína: son dos tipos de bebidas que tienen la capacidad de potenciar la frecuencia cardíaca y aumentan los niveles de presión arterial.
  • Chocolate: Mapfre reseña que el alto contenido en teobromina que está presente en el chocolate hace que los niveles de presión suban de forma considerable.
  • Bebidas alcohólicas: en lo que refiere a este tipo de productos, el blog explica que si bien una copa de vino al día puede ayudar a los pacientes con hipotensión, ocurre el caso contrario en los hipertensos, por lo que se recomienda que restrinjan este tipo de bebidas al máximo.
  • Carne roja: el alto contenido en grasas saturadas en este tipo de proteína puede provocar un aumento en la tensión arterial.
  • Embutidos: al igual que sucede con los encurtidos, los embutidos, sobre todo aquellos con altas concentraciones de grasa como el chorizo, el jamón, las salchichas, entre otros, influyen en la presión por su alto contenido no solo de grasa, también de sal.

Si bien se trata de alimentos que pueden subir el nivel de la presión arterial, los hipotensos no deben abusar de su consumo, toda vez que la ingesta en exceso de los mismos puede acarrear otro tipo de problemas para la salud.