El alzhéimer es una enfermedad progresiva que afecta la mente del ser humano, de allí su importancia por encontrar tratamientos que colaboren con el cuidado de esta condición y permitan detectarla.
De acuerdo con la fundación Pasqual Maragall, el progreso que ha tenido el diagnóstico del alzhéimer es fortuito y los síntomas del deterioro cognitivo son solamente los que hasta ahora han sido estudiados.
En efecto, es indispensable saber cómo se diagnostica esta enfermedad. Luego de una visita con un médico general, el paciente es dirigido a una valoración con un neurólogo, quien recoge toda la información clínica como antecedentes médicos, información familiar y estilo de vida, para después realizar una anamnesis (preguntas específicas que se corroboran con un allegado del paciente).
Luego de esto, para detectar temprano la enfermedad, usualmente se realiza una análisis de la atención y la memoria en el que, a través de un test cognitivo breve, se da una primera valoración en relación con el posible padecimiento de este deterioro mental.
¿Qué pruebas médicas se utilizan para detectar el alzhéimer?
La fundación Pasqual Maragall, dedicada a la investigación científica del alzhéimer, manifiesta que no hay ninguna prueba que, por sí misma, permita realizar el diagnóstico de la enfermedad. No obstante, existen prácticas que pueden ayudar a detectarlo:
Análisis de sangre: se lleva a cabo para descartar infecciones o bajo nivel de vitaminas que puedan servir como sustento para los síntomas de la enfermedad.
Exploración neuropsicológica: se hace de forma detallada con el fin de determinar características respecto a alteraciones cognitivas y conductuales de la persona en su cotidianidad. Comúnmente, esta exploración conlleva tiempo y la persona debe ir acompañada de una familiar o persona cercana que la conozca bien.
Neuroimagen: Por medio de la Tomografía Axial Computada (TAC) o la Resonancia Magnética Nuclear (RMN) se pueden encontrar fallas mentales y afectaciones en el cerebro relacionadas con la neurodegeneración y lesiones neuronales. Dados los resultados de los anteriores exámenes, el médico puede solicitar uno más llamado Tomografía por Emisión de Positrones (TEP o PET).
Según un artículo publicado por la fundación, para llevar a cabo el último examen mencionado “se emplean distintas sustancias de contraste que pueden permitir valorar aspectos como el consumo de glucosa en el cerebro, indicativo de la actividad de distintas áreas, o la detección de depósitos de proteína amiloide en el cerebro. Aunque su presencia no implica directamente el diagnóstico de alzhéimer, el hecho de que no esté presente nos indica de manera sólida que la alteración cognitiva no está producida por esta enfermedad”.
Pruebas genéticas: hace parte de las pruebas que menos se realizan, para ello se tiene en cuenta la compatibilidad que tiene la persona con un familiar que sufra de alzhéimer. Es importante aclarar que el origen puramente genético y hereditario del alzhéimer solo se da en menos de un 1% de los casos.
Alimentos para prevenir el alzhéimer
Médicos especialistas junto a nutricionistas han encontrado propiedades benéficas para la salud de la mente con el consumo de varios alimentos, entre ellos figuran los siguientes:
- Frutas y verduras (el brócoli, la col, las espinacas, la remolacha, las berenjenas, las ciruelas, las moras, las uvas, las frezas, las cerezas y los arándonos).
- Cítricos (la papaya, la fresa y el kiwi).
- Pescados azules (atún, caballa, salmón, boquerón).
- Carne roja (tiene vitamina B12).
- Frutos secos (tienen vitamina E).
- Aceite de oliva (aumenta los buenos niveles de colesterol)
- Especias (cúrcuma).
- Café (produce antioxidantes).
- Chocolate (mejora y aporta al flujo continuo de la sangre en el cerebro).
- Vitaminas (B12, C, D y E).