De acuerdo con los expertos de Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, la enfermedad de Alzheimer es un “trastorno neurológico progresivo que hace que el cerebro se encoja (atrofia) y que las neuronas cerebrales mueran. La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia, un deterioro continuo en el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales que afecta la capacidad de una persona para vivir de forma independiente”.
La característica principal de esta enfermedad es la pérdida de memoria. Aunque es normal olvidar en algunas ocasiones dónde se dejaron las llaves o el nombre de la última persona que recientemente se conoció, en el caso de quienes tienen esta enfermedad, la pérdida de la memoria empeora y puede interferir con las actividades laborales y cotidianas.
Las personas diagnosticadas con Alzheimer pueden tener las siguientes conductas:
- Repetir frases y preguntas varias veces.
- Ubicar sistemáticamente objetos personales en lugares equivocados o absurdos.
- Perderse en lugares que ya conocen.
- Olvidar los nombres de familiares.
- Olvidar objetos que utilizan diariamente.
- Tener dificultad para identificar objetos con los nombres correctos.
Prevención del Alzheimer
National Geographic destaca en su sitio web los beneficios del bilingüismo para el cerebro y la memoria. El portal resalta el trabajo de Ellen Bialystok (psicólogo de la Universidad de York en Toronto, Canadá), quien junto a otros expertos investigaron a 102 pacientes con Alzheimer bilingües y a 109 monolingües durante un tiempo.
A los participantes con Alzheimer, se le había diagnosticado la enfermedad cuatro años después que a los pacientes monolingües. Según los resultados de la investigación se puede sugerir que el bilingüismo está “protegiendo a los adultos de más edad, incluso cuando el Alzheimer comienza a afectar a la función cognitiva”, afirmó Bialystok.
El psicólogo explicó la importancia del bilingüismo para la salud cerebral, y mencionó a National Geographic que “ser bilingüe es una forma de mantener el cerebro activo” es parte del enfoque de reserva cognitiva para el fitness cerebral”, apuntó el investigador.
La importancia de ejercitarse
Realizar actividad física regular ayuda a combatir otros factores de riesgo del Alzheimer, como la depresión y la obesidad, explica Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro, dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
La entidad señala que hacer de media a una hora de ejercicio varias veces a la semana puede ayudar a obtener los siguientes resultados:
- En el caso de las personas que padecen la enfermedad ayuda a mejorar la memoria, el razonamiento, el juicio y la capacidad de pensamiento.
- Ayuda a retrasar el inicio o el avance de la enfermedad en personas que tienen un alto riesgo de desarrollarla.
- En las personas que no tienen alzheimer, ayuda a conservar la capacidad de pensamiento, razonamiento y aprendizaje.
- Contribuye al aumento del tamaño del área del cerebro relacionada con la construcción de memoria, el cual es el hipocampo.
Otras recomendaciones
Aunque aún faltan mayores investigaciones sobre las estrategias eficaces para evitar el desarrollo del Alzheimer, existen algunos hábitos que contribuyen a llevar una vida saludable:
- Evita fumar.
- Prestar atención a los factores de riesgo cardiovascular, como es la presión arterial y el colesterol alto.
- Tener una dieta balanceada.
Alimentación saludable para fortalecer la memoria
Según explica el sitio web Hola, la falta de alimentos y hábitos saludables para el cerebro pueden provocar afectaciones en el sistema nervioso. Por eso incluir ciertos alimentos en la rutina diaria contribuye a un buen funcionamiento del cerebro y de la memoria.
- Aminoácidos: pavo, almendras, cebolla, pescado, arroz, lechuga, legumbres, zanahoria, carnes rojas, espinacas, berenjenas, brócoli, habas, queso, tomate, leche, calabacín y trigo.
- Omega 3: mariscos y pescados como el atún, salmón y sardina. Aceite de oliva, leche, huevos, semillas de chía y nueces.
- Omega 6: todas las semillas y los aceites derivados semillas como el girasol y el maíz. Los frutos secos son ricos en omega 6, las almendras, avellanas, pistachos, quinoa y cacahuetes.