El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa crónica que afecta funciones cognitivas del cerebro como la memoria, el pensamiento y el comportamiento. De acuerdo con expertos en la materia, esta es la forma más común de la demencia, es decir, la pérdida progresiva de la capacidad de llevar a cabo las actividades diarias.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de personas que empiezan a padecer esta enfermedad son adultos mayores, es decir, 65 años o más. Según diversas investigaciones, una de cada nueve personas de este grupo etario tienen alzhéimer.
En cuanto a sus síntomas, se debe mencionar que, a diferencia de otras enfermedades, no aparecen de inmediato. Por el contrario, en sus primeras etapas, pueden ser imperceptibles. Por eso, hay que estar pendiente de ciertas señales de alarma. ¿Cuáles son?
Inicialmente, puede haber dificultades menores para recordar nombres y eventos recientes. Con el tiempo, los síntomas pueden incluir confusión, desorientación, dificultad para comunicarse, cambios en la personalidad y el comportamiento. En sus etapas más avanzadas, los pacientes ya empiezan a tener problemas para realizar tareas cotidianas y, finalmente, ya no pueden tener un autocuidado.
En la actualidad, existen varios tratamientos que pueden ayudar a manejar los síntomas y ralentizar su progresión. Sin embargo, por ahora, no existe una cura definitiva para el alzhéimer. Además, las investigaciones respecto de esta enfermedad no paran, buscando una mejor comprensión de sus causas, métodos de diagnóstico temprano y posibles tratamientos.
Cabe mencionar que los medicamentos no son la única opción de tratamiento para esta enfermedad. En la lista se encuentran:
Medicamentos: su objetivo es mejorar temporalmente los síntomas cognitivos y de memoria. Algunos de ellos son: donepezil, rivastigmina, galantamina y memantina.
Terapias cognitivas: la idea de realizarlas es mantener y mejorar las habilidades cognitivas. Pueden incluir ejercicios de memoria que tengan que ver con la resolución de problemas y pruebas diseñadas para mantener la independencia en las actividades diarias.
Apoyo psicológico: las personas con alzhéimer también deberían recibir terapias que aborden síntomas psicológicos como la depresión, la ansiedad y la agitación. Además, este apoyo no solamente es útil para los pacientes, sino para sus cuidadores, quienes tienen que manejar el estrés emocional.
Estilo de vida saludable: esto implica tener una dieta equilibrada y realizar ejercicios regularmente, actividad mental y social, y dormir bien. Todo lo anterior puede tener un impacto positivo en la progresión de la enfermedad y mejora la calidad de vida en general.
Apoyo a los cuidadores: como ya se había mencionado, los cuidadores también necesitan acompañamiento. En ese sentido, puede ser útil para ellos asistir a grupos de apoyo. Esto les ayudará a entender mejor la enfermedad, pero, sobre todo, a no sentirse solos dentro de una sociedad que no termina de comprender este padecimiento.
Investigaciones en curso: en la actualidad, hay varios estudios en curso relacionados con la búsqueda de nuevos tratamientos. Ya se están explorando terapias dirigidas a reducir la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos de tau en el cerebro, así como la inmunoterapia y la terapia génica.
Es importante hablar con un médico especializado acerca del tratamiento ideal para el alzhéimer. Cada paciente es diferente al otro y las necesidades pueden variar según la etapa de la enfermedad y la situación personal.
Además, hay que tener en cuenta que la progresión de las etapas del alzhéimer puede variar en duración y presentación. Cada paciente puede experimentar las etapas de manera diferente. Las personas con alzhéimer pueden permanecer en una etapa durante un período prolongado o avanzar rápidamente a través de las etapas.