La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores. La demencia, en concreto, es un trastorno cerebral que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias.
Juebin Huang, médico del Department of Neurology, de University of Mississippi Medical Center, señala que la enfermedad de Alzheimer es una afección progresiva, con una pérdida inexorable de la función mental, caracterizada por la degeneración del tejido cerebral, la acumulación de una proteína anómala denominada beta-amiloide y el desarrollo de ovillos (marañas) neurofibrilares.
Un signo precoz de la enfermedad es el olvido de acontecimientos recientes, seguido de confusión, deterioro de funciones cognitivas y problemas para usar y comprender el lenguaje y realizar las actividades cotidianas.
Cabe resaltar que el alzhéimer suele comenzar después de los 60 años y el riesgo aumenta a medida que la persona envejece. Incluso, el riesgo es mayor si hay personas en la familia que tuvieron la enfermedad, según el portal de salud Medlineplus.
Aún se desconoce la causa de la enfermedad, pero los factores genéticos desempeñan un papel importante: entre el 5 % y el 15 % de los casos son hereditarios. Intervienen varias anomalías en unos genes específicos. Algunas de estas anomalías son heredadas, aunque solo uno de los progenitores tenga el gen anómalo, según el portal especializado en salud MSD Manuals.
Esto pasa si el gen anómalo es dominante. Un progenitor afectado tiene un 50 % de probabilidad de transmitir el gen anómalo a cada descendiente. Aproximadamente, la mitad de la descendencia desarrolla la enfermedad de Alzheimer antes de los 65 años de edad.
En la mayoría de los demás casos, un solo gen no es dominante. En cambio, otros genes afectan el riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer.
Alimentos que puede incrementar el riesgo de alzhéimer
Según recuerda un artículo de revisión de literatura médica al respecto, publicado en la revista del American College of Nutrition, por ejemplo, cuando Japón hizo la transición nutricional de la dieta tradicional japonesa a la dieta occidental, las tasas de enfermedad de Alzheimer aumentó de 1 % en 1985 al 7 % en 2008.
La evidencia de estos factores de riesgo, que provienen de los estudios ecológicos y observacionales, también muestra que las frutas, verduras, granos, productos lácteos bajos en grasa, legumbres, pescado y se asocian con un menor riesgo.
Además de la revisión de la literatura de revistas, un estudio ecológico se llevó a cabo utilizando la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer de 10 países (Brasil, Chile, Cuba, Egipto, India, Mongolia, Nigeria, República de Corea, Sri Lanka y Estados Unidos) junto con datos de la dieta seguida 5, 10 y 15 años antes de los datos de prevalencia.
La ingesta habitual de carne o productos animales (menos leche) 5 años antes de prevalencia de la enfermedad de Alzheimer tenía mayor correlación con la prevalencia de la enfermedad. El estudio examinó el riesgo específico de desarrollar la enfermedad de Alzheimer al que se enfrenta cada país y región en función de sus hábitos dietéticos asociados.
El autor del trabajo, William B. Grant, afirma que “la reducción del consumo de carne podría reducir significativamente el riesgo de enfermedad de Alzheimer, así como de varios tipos de cáncer, la diabetes mellitus tipo 2, el derrame cerebral y, probablemente, la enfermedad renal crónica”.
A su juicio, “la creciente evidencia en todos los estudios indica que el patrón de dieta occidental —sobre todo la gran cantidad de carne que incorpora— está fuertemente asociada con el riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades crónicas. A pesar de que la tradicional dieta mediterránea se asocia con aproximadamente la mitad del riesgo que la dieta occidental, las dietas tradicionales de países como India, Japón y Nigeria, con muy bajo consumo de carne, se asocian con una reducción adicional del 50 % en el riesgo de la enfermedad de Alzheimer”.