Los antioxidantes son sustancias que pueden prevenir o retrasar el daño a las células causado por los radicales libres, moléculas producidas por el cuerpo como reacción a las presiones generadas por el ambiente.

Estas sustancias pueden ser naturales o fabricadas por el hombre. Se encuentran en diversos alimentos, incluyendo frutas y verduras. También pueden hallarse en suplementos dietéticos. Algunos de los antioxidantes son la luteína, licopeno, selenio, vitamina A, vitamina C y vitamina E.

El cuerpo también produce algunos antioxidantes, conocidos como endógenos, mientras que a los que provienen del exterior del cuerpo se les denomina exógenos. Como se mencionó anteriormente, una de la principales funciones de estas sustancias es combatir a los radicales libres, que son sustancias químicas muy reactivas que introducen oxígeno en las células y producen la oxidación de sus diferentes partes, alteraciones en el ADN y cambios diversos que aceleran el envejecimiento del cuerpo, según explica un artículo de la revista La Ciencia y el Hombre, de México.

Si estas sustancias no son eliminadas por el cuerpo pueden generar estrés oxidativo, el cual puede ocasionar daño en las células y la función corporal.

“Los factores que aumentan la producción de radicales libres en el cuerpo pueden ser internos, como la inflamación, o externos como, por ejemplo, la contaminación, la exposición a los rayos UV y el humo de los cigarrillos”, precisa Medical News Today.

El estrés oxidativo se ha relacionado con enfermedades cardíacas, cáncer, artritis, derrame cerebral, enfermedades respiratorias, inmunodeficiencia, enfisema, enfermedad de Parkinson y otras afecciones inflamatorias o isquémicas, de allí la importancia de controlar los radicales libres.

De acuerdo con la mencionada publicación, las actividades y los procesos que pueden provocar estrés oxidativo incluyen el ejercicio en exceso, trauma en los tejidos, inflamaciones o lesiones, daño por isquemia, consumo de ciertos alimentos, especialmente aquellos refinados y procesados, grasas trans, edulcorantes artificiales, y algunos colorantes y aditivos.

Este estrés también puede ser ocasionado por el humo del cigarrillo, la contaminación ambiental, la radiación, la exposición a sustancias químicas, como pesticidas y medicamentos, incluyendo la quimioterapia y el ozono

Según la Fundación Española del Corazón, en una persona joven y sana, los radicales libres de oxígeno son rápidamente eliminados del interior de la célula por antioxidantes naturales, pero en enfermos crónicos o en ancianos este proceso es deficitario, lo que genera la aparición de enfermedades crónicas, acelerando al mismo tiempo el envejecimiento.

Los antioxidantes ayudan a reducir los riesgos

Cada antioxidante tiene una función diferente que no es intercambiable con otra. Por eso los expertos recomiendan tener una dieta variada. Las mejores fuentes de antioxidantes son los alimentos de origen vegetal, especialmente las frutas y hortalizas.

Los alimentos que son particularmente ricos en antioxidantes a menudo se denominan “súperalimentos” o “alimentos funcionales”.

De acuerdo con los especialistas, en la alimentación diaria se deben incluir productos con vitamina A, la cual se encuentra en lácteos, huevos e hígado. De igual forma, es aconsejable ingerir alimentos ricos en vitamina C, presente en la mayoría de las frutas y vegetales, especialmente naranjas, pimentones, kiwi, uvas y fresas, entre otras.

La vitamina E es otro antioxidante y puede hallarse en nueces y semillas, girasol y otros aceites vegetales y hortalizas de hoja verde.

También es importante consumir frutas y vegetales de colores brillantes, como zanahorias, guisantes, espinacas y mangos que contienen betacaroteno; las de colores rosados y rojos, incluyendo tomates y sandía que son ricas en licopeno y arroz, maíz, trigo y otros cereales integrales, así como frutos secos, huevos, queso y legumbres que tienen selenio.

Otros alimentos que se cree que son buenas fuentes de antioxidantes incluyen: berenjenas, legumbres como frijoles negros o judías, té verde y té negro, uvas rojas, chocolate negro, arándanos, manzanas, brócoli, espinaca y lentejas, según la Fundación Española del Corazón

Existen algunos alimentos que pueden perder sus efectos antioxidantes con la cocción. Por ejemplo, estudios han demostrado que la coliflor, los guisantes y el calabacín pierden gran parte de su actividad antioxidante en este proceso.