El arroz se puede preparar de muchas maneras, ya sea hervido, salteado, en paella o sofrito y es uno de los alimentos más comunes en la dieta de muchas sociedades, pero expertos indican que, como cualquier otro alimento o sustancia, la ingesta en exceso “puede conllevar problemas a nivel gastrointestinal”, explican en el portal Mundo Deportivo.
En el mencionado sitio web explican que arroz blanco está desprovisto de gluma (cáscara), el salvado y el germen, “es decir un arroz que se ha procesado para descascararse que ya no es arroz integral y con la intención de alargar su vida útil”. En este proceso, el arroz pierde gran parte de sus cualidades nutricionales.
Según la Fundación Española de Nutrición, con el refinamiento y pulido del arroz “se pierde hasta el 50% de su contenido en minerales y el 85% de vitaminas del grupo B”.
En la Fundación Española de Nutrición explican que el arroz contiene almidón, proteínas (7 %), y niacina o vitamina B3 y B6, pero estos nutrientes se pierden en el proceso de refinamiento y pulido, por esta razón es mejor el arroz integral.
Cuando se menciona la palabra ‘integral’ en los alimentos, siempre existe la idea que estos están relacionados con los procesos para adelgazar. “Aunque sí es cierto que los alimentos integrales, generalmente, se suelen incluir en dietas hipocáloricas o para pérdida de peso”, explica en Vitónica.
Otro factor que también es importante mencionar es que las diferencias más importantes entre los alimentos blancos e integrales “no radican en las calorías que contienen cada uno, como erróneamente se piensa”.
En el caso del arroz, la diferencia entre el blanco y el integral radica en que el integral no ha pasado por ningún proceso de refinamiento. Por esta razón, tiene un color más oscuro, pues mantiene la capa de salvado del grano original; por esta característica es un arroz más duro y tarda un poco más de tiempo en cocinarse.
Otro factor importante para destacar en el arroz integral es que aporta minerales, vitaminas y antioxidantes, en mayor cantidad que el blanco, “sobre todo de selenio y magnesio, mineral fundamental en la creación de los ácidos grasos. Además, tiene un buen aporte de vitamina B que favorece los procesos de digestión, sin olvidar que es fuente de antioxidantes y un alimento que contiene los 12 aminoácidos esenciales para el organismo”, explican en Vitónica.
La diferencia más importante entre el arroz blanco y el integral está en su contenido de fibra: “1,3/100 gramos en caso del blanco frente a 3,5/100 gramos en el del integral”.
Es importante entender que la fibra es fundamental para la función intestinal y metabólica, y por esta razón se incluye el arroz integral en la mayoría de las dietas que se usan en el proceso para perder peso; además, su valor calórico pasa a un segundo plano, pues este brinda una prolongada sensación de saciedad luego de consumirse.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que el arroz es “un alimento básico para más de la mitad de la población mundial. Y, además, el arroz es un ingrediente global, en el sentido de que es habitual en las despensas de todos los países y en todos los continentes”.
Pero, a pesar de ser un alimento tan tradicional, los expertos hacen recomendaciones sobre su consumo. Primero, aclaran que el arroz se encuadra dentro de los hidratos de carbono, por esta razón, se debe tener en cuenta que “lo más aconsejable es variar los alimentos dentro del mismo grupo, la recomendación sería consumir arroz una o dos veces por semana”, afirma en el portal Cuídate plus, Katherine García Malpartida, del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).